Violeta Vázquez-Rojas Maldonado
“El revuelo que ha causado el autoritarismo higiénico de Sandra Cuevas, más allá de un breve drama chilango, es la señal de que la gente está preparada para este tipo de conversaciones: ¿cuáles expresiones merecen ser respetadas y cuáles deberían borrarse?”.
“Parece que la línea que mejor define la política exterior de AMLO no es aquella de ‘la mejor política exterior es la interior’, sino otra acaso más conocida y que resuena más en el sentido común: primero los pobres”.
“El abuso del término para acallar opiniones incómodas implica también que quien se dice ofendido se presente como víctima de una estructura social opresiva, muchas veces sin serlo, o que se presente al emisor como un privilegiado en posición de poder, aunque tampoco lo sea”.
“El ejercicio de este domingo me recuerda exactamente eso: un sendero que debimos recorrer para saber dónde debemos ajustar los marcos legales, de modo que sean la práctica y la experiencia las que marquen el sentido de la ley y no la ley la que restrinja ‘a priori’ el uso que hagamos de este derecho recién conquistado”.
Los filósofos del lenguaje ordinario sostienen que muchos de nuestros embrollos intelectuales derivan de no atender el uso común de las palabras.
Si la resolución del Parlamento dirigida al gobierno de México es enojosa, escuchar las intervenciones orales de los parlamentarios en el pleno donde se aprobó, requiere estoicismo.
“Todos estos llamados a desincentivar la participación ciudadana son un insulto a la memoria colectiva y a las luchas largas y dignas que dieron, desde la izquierda y desde la derecha, colectivos de la más diversa índole contra un poderoso partido de Estado”.
No hace falta un veredicto más acerca de si lo que hizo el presidente en su conferencia estuvo bien o estuvo mal. Ya hay suficientes voces de un lado y de otro y, en mi opinión, ese derrotero de la discusión es un callejón de salidas predecibles.
La noción de la racionalidad como dote de especie no ha cesado de ser común entre filósofos y estudiosos del lenguaje.
El ingreso y la permanencia de alguien en el SNI siempre es una buena noticia, pero el funcionamiento del sistema y lo que entraña el logro de pertenecer a él son crípticos para la mayoría de la gente, que tiene derecho a saber cómo se emplean los recursos públicos destinados a este programa.