Darío Ramírez
Andrés Manuel López Obrador solo es presidente electo. No ha tomado posesión ni hace actos de gobierno. Controla la agenda mediática –por obvias razones- pero no olvidemos que todavía hay una administración federal en funciones a cargo de Peña Nieto.
Dos periodistas del Seminario Playa News fueron asesinados en menos de 26 días. Rubén Pat, director del semanario fue acribillado con seis tiros mientras salía de un bar en Playa del Carmen. José Guadalupe Chan Dzib, también asesinado con arma de fuego en la localidad de Felipe Carillo Puerto, Quintana Roo.
Las marimbas de la danza negra en el barrio de Monimbó, en la ciudad de Masaya, callaron para darle paso a los a los escuadrones de la muerte de quien alguna vez fue un referente revolucionario en América Latina y que ahora es un dictador: Daniel Ortega.
Al parecer no existe tal “maquinaria priista” con control territorial. Era un mito urbano. Los dichos de café sobre la incredulidad de las encuestas porque del otro lado estaban los operadores priistas eran comunes. Se tenía fresco en la memoria la elección de estado del Edomex. Flotaba en el colectivo la idea de que Peña Nieto sabía perfectamente la operación que se necesitaba para llevar la metodología de Atlacomulco a la elección federal. Sin embargo, al parecer la pugna entre Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio fue determinante para no echar andar la famosísima operación priista. No ganaron nada.
Diputados locales del PRD y PAN de la ALDF desviaron millones de pesos que estaban destinados para reconstruir la Ciudad y apoyar a miles de damnificados que perdieron todo. El robo es otra vez (sí, otra vez) a los más pobres, a las víctimas, a las personas que la fortuna no les sonrió. Y sí, fueron diputados que tomaron el control, con la venia de Miguel Ángel Mancera, del presupuesto de reconstrucción y con su alquimia desaparecieron el dinero o lo malgastaron con fines electorales.
El gobierno federal se ha esforzado en no proveer de justicia a los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Hay organizaciones, papás, mamás y amigos que siguen en su lucha por obtener justicia. Pero hay una fuerza importante que provoca el abandono por el clamor de justicia, verdad y reparación del resto de la sociedad.
Ya sabemos que el clientelismo es el cáncer de nuestra democracia. Ya sabemos que por más reformas al sistema político los capitanes de la clase política se las ingenian para descomponer los cimientos que se va poniendo para un sano desarrollo de nuestra democracia.
Mientras la atención pública está en los candidatos presidenciales y en los procesos electorales, hay actos que lastiman gravemente nuestra democracia. Actos que parecerían inocuos pero que en realidad tocan sensiblemente instituciones y procesos que son fundamentales para nuestro estado de derecho y rendición de cuentas.
Donald Trump sigue mostrándole al mundo que es todo menos tonto. Sus caminos no son ortodoxos ni políticamente correctos, tal vez, pero su efectividad para algunos intereses es evidente. El día de ayer dio otra muestra de su estrategia: se salió del Plan Conjunto de Acción Comprehensiva (JCPOA, por sus siglas en inglés) con Irán, sostenido a través de la alianza con Francia, Reino Unido, Alemania, China y Rusia.
A Salomón Aceves, Daniel Días y Marcos Ávalos los diluyeron en ácido sulfúrico.
Ahí debería terminar este texto.
Hace 186 días que no tenemos procurador general de la República. Y parece ser que a pocos le importa.
La sangre corre por todo México. Tal vez nos hemos acostumbrado. Tal vez nos han dicho que por más que intentemos el miedo jamás se destierra. Pero México no era así hace dos décadas. La neblina de la guerra se asienta imposibilitándonos mirarnos a la cara y reconocer el miedo que tenemos.
Felipe Calderón gastó en su sexenio aproximadamente 38 mil 725 millones 241 mil pesos. Enrique Peña Nieto ha gastado 40 mil millones de pesos.
El Instituto Nacional Electoral descansa impávido ante el lodazal propagandísitico/legaloide/electorero que transcurre ante sus ojos y su silencio.
La violencia se suscita por el simple hecho de haber nacido mujer. Lo aberrante es que nuestra conducta social ha normalizado a tal grado la desigualdad que inclusive aquellas que alzan la voz siguen siendo fustigadas por el simple hecho de opinar.
La corrupción en México la pagan los más pobres. Los más jodidos. A los que continuamente les aseguramos la discriminación y la perpetua desigualdad.