Óscar de la Borbolla
Mucho tiempo acepté como correcta la idea de Nietzsche, o su eco en la versión de Derrida, quien sostiene que “no hay nada fuera del texto”.
Con Marx, comenzó a tambalearse lo natural de la naturaleza; el sistema de producción era una construcción social acompañada, además, por una manera de pensar, una ideología que para mantenerse, nos hacía creer que el estado de cosas era natural.
Atravesamos un momento histórico en el que a nivel familiar, social y, sobre todo, tecnológico vivimos en la facilidad: a los hijos se les sobreprotege, a la sociedad se le brindan apoyos de todo tipo y con la inteligencia artificial hasta podemos ahorrarnos el esfuerzo de pensar.
Ya no nos escandalizamos “tanto” ante lo contraintuitivo de las propuestas científicas y, más bien, a mí se me hace que se anda dando una generalizada actitud de aceptación acrítica hacia territorios de la ciencia que a los propios científicos tiene desconcertados, me refiero a la popularidad de la mecánica cuántica y la teoría de cuerdas.
También la democracia nació impura, pues aunque en sus inicios era democracia directa y no representativa o parlamentaria como ahora, sólo podían autorregularse los ciudadanos y de esta categoría estaban excluidos los esclavos y las mujeres; pero aun así, la que regía era la voluntad de muchos poniéndose de acuerdo y no la voluntad feroz de uno solo.
“El libre albedrío es, además, la idea que dota a la vida humana de sentido, ya que si hubiera para nosotros un sentido predeterminado, nuestra existencia carecería de sentido”.
Para mí el más importante de los inventos ha sido la escritura, ese medio por el cual han perdurado todos los demás inventos y que ha servido para dividir en dos el tiempo de la humanidad: la prehistoria y la historia.
“¿Habrá alguna forma al terminar esta vida para volver a estar aquí?”
“No son muchas las personas que viven de acuerdo con una vocación; la mayoría vive como puede: hilvanando modos de ganarse la vida sin que ninguna de esas formas realmente lo enamore”.
“Estamos tan acostumbrados a vivir con fe, confiados, que aunque la razón nos permite calcular los riesgos y nos muestra el altísimo grado de incertidumbre en que se envuelve todo, la verdad, la vida parece transcurrir poniendo entre paréntesis la razón”.
“Cada quien es distinto, me refiero a lo diverso que es para cada uno de nosotros ese tiempo propio que necesitamos robar para dedicárnoslo exclusivamente a nosotros”.
“Hoy creo haber abierto la última capa que guardaba de sabiduría esa experiencia y, también, lo que encierra ese nuevo viaje que Tiresias aconseja a Odiseo, y que yo hice prematuramente”.
El mito de Sísifo me gusta, porque me permite entender la vida humana: es una gran metáfora y, por ello, qué bueno que Camus proponga que debemos imaginar que Sísifo es feliz. ¿Qué otra posibilidad tendríamos?
La historia de la pregunta de Midas nos permite entender la historia humana, pues con el Cristianismo, la respuesta cambia una vez más. Dado que con el nuevo dios esta vida es un valle de lágrimas y la verdadera está tras la muerte, lo que ocurra aquí no tiene demasiada importancia (…)
La mejor calidad de vida, curiosamente, ocurre cuando uno no se ocupa de la vida; cuando la vida se presenta cada mañana sin saludarnos y nosotros también, sin saludarla, nos dejamos ir en ella.