Artes de México
Las formas de andar son muchas; es decir, de pensar con los pies que existe el otro lado. Una de las propuestas nos la ofrecen los Traspasos (Artes de México, 2014) de Antonio Zirión y Verónica Gerber Bicecci. Con sus exploraciones fotográficas y ensayísticas, ambos artistas repliegan desde el lenguaje visual y escrito la especulación sobre los pies.
El libro habla de los abuelos, obviamente de los de la autora, pero casi sin querer nos recuerda a los abuelos de todos: a los que somos o seremos, a los que tuvimos y simplemente no olvidamos. No hay forma de que el lector no se identifique con estos poemas.
Este es un fragmento que acompaña al libro locuralocúralocura del fotógrafo Pedro Tzontémoc de la colección Artes de la Mirada de Artes de México.
En la obra de Gerardo Montiel, el asombro se desencadena a partir de la exploración de aquello que nos resulta grotesco o terrible. Él enfatiza los pasajes más oscuros para que, paradójicamente, el espectador encuentre una luz en aquello que permanece en el inconsciente y asuma lo que él mismo llama “la mitad oscura del alma”.
El siguiente texto es un fragmento del prólogo del libro Museo Internacional del Barroco. La puesta en escena de la colección Artes de la Mirada de Artes de México.
Los sanfelipeños están pendientes de la fiesta patronal de Milpa Alta, de las oportunidades laborales, de los terrenos en venta y de la vida social y económica de esta alcaldía. Sin embargo, continúan siendo invisibles en la urbe.
Mujeres del México profundo reúne retratos de mujeres de diferentes regiones de México, a través de la mirada del fotógrafo Rafael Doníz.
Mil historias convergen en el centro de gravitación de la Lagunilla: herencias y embargos, loterías y saqueos, naufragios y rescates; lágrimas y risas.
Desde el primer poema titulado “La casa”, la autora logra abrir una puerta hacia lo entrañable de la figura familiar que constituyen los abuelos.
Destaca en esta exposición una de las colecciones de libros que también han tenido gran fuerza expresiva en Artes de México, la colección luz portátil.
Los seres invisibles del mundo otomí hacen sentir su presencia de múltiples formas. Algunas veces hablan por la boca de las Madrinas que consumen Santa Rosa -la muchacha flor- durante los rituales comunitarios del tipo Costumbre. Otras se hacen presentes -por ejemplo la Sirena, la muchacha del agua- a través de lluvias o tormentas torrenciales.
En México, el contacto con los dioses mediante la ingestión de psicotrópicos o enteógenos ―es decir, las sustancias vegetales que, al ser ingeridas, proporcionan una experiencia divina: tener a dios dentro de nosotros―, es uno de los elementos constitutivos, según López Austin, de la antigua tradición religiosa mesoamericana.
Los otomíes conocen a la perfección los procedimientos técnicos para realizar la siembra de maíz, no desdeñan ni desconocen en absoluto la importancia de la negociación y de las ofrendas que se deben de realizar para que los dueños de las semillas.
Los artífices de la plata y de la madera (Taxco y Olinalá) representan así de manera emblemática una vertiente fundamental de la riqueza económica y social de México. Su destreza es producto de siglos de empeño y dedicación, de contacto con las más refinadas tradiciones estéticas del mundo.
Elideth descuelga el dolor, por años emparentado sólo a los humanos, para mostrarnos que en esto tampoco somos únicos. Y que nuestra empatía no alcanza a resarcir el daño. Faltan iniciativas, leyes, nuevos modelos comerciales.
Hablar de una biblioteca no es hablar de los libros, es hablar del espacio público, de la trascendencia y evolución de una sociedad.