Por Luis Alberto García
Brasilia, 20 Ene. (Notimex).- Aun cuando no hay una afición tan arraigada ni equipo representativo en el campeonato nacional como en Río de Janeiro, Belo Horizonte o Sao Paulo, esta ciudad fue elegida como sede del Grupo E del Campeonato Mundial de Futbol de 2014, y el primer juego lo protagonizarán el 15 de junio próximo Suiza y Ecuador.
Es la capital más joven del mundo, planificada y concebida en 1955 por los arquitectos Óscar Niemeyer y Lúcio Costa; construida a marchas forzadas por mano de obra compuesta en su mayoría por inmigrantes pobres del nordeste miserable y reseco en un lustro, y fundada el 21 de abril de 1960 por el presidente Juscelino Kubitschek pero sin un lugar donde se practicara profesionalmente el deporte nacional.
Brasilia, la "ciudad sin alma y sin esquinas", definió el escritor uruguayo Eduardo Galeano, cuyos oriundos son llamados despectivamente "candangos", fue emplazada mil cien kilómetros al norte de Río de Janeiro, en la meseta o planalto central.
So objetivo, servir de imán demográfico e integrar a sus nuevos pobladores, incorporándolos así a las zonas costeras e intentando aproximarla a los límites de la Amazonia indómita e infranqueable hace apenas medio siglo, sin que respondiera a las expectativas de generar el crecimiento que esperaban sus tres padres fundadores.
Brasilia fue el mayor proyecto gubernamental de entonces y se convirtió en la obsesión de Kubitschek, de modo que la nueva urbe surgió de la nada, en una planicie de tierra roja hasta con su lago artificial de Paranoá, convertida con el tiempo en símbolo viviente del dinamismo nacional, aunque sin un coliseo para jugar al futbol, comparable al Maracaná, el Mineirao o el Morumbí.
Hubo que esperar a que llegara la dictadura militar que gobernó más de dos décadas (1964-1985) con represión y populismo, pan y circo, para que en 1974 se inaugurara el Estado Nacional, que originalmente llevó el nombre de Emilio Garrastazú Médici, el general en turno que, cuatro años atrás, recibió en triunfo a los tricampeones de 1970 en el Palacio do Planalto.
Fue rebautizado y hoy, con todo merecimiento, es el estadio Mané Garrincha, que lidera la marca de gastos mundialistas, con 614 millones de dólares, cuando en un principio se habían presupuestado 321 millones, equivalentes a mil 400 millones de reales, la moneda nacional brasileña.
Ésta se ha visto sujeta a un proceso devaluatorio incesante y preocupante ante el compromiso de que éste y los escenarios restantes deben estar concluidos y entregados el último día de 2013, atendiendo al plazo establecido por la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA).
El director ejecutivo del Comité Organizador Local de la Copa (COL), Ricardo Trade, afirmó días antes del accidente en el que perdieron la vida dos trabajadores en la Arena Corinthians, el Itaquerao de Sao Paulo, que es "imprescindible" tener los estadios totalmente acabados para entregarse según la ruta crítica trazada por Joseph Blatter y sus prosélitos del organismo mundial.
"Así ?dijo Trade-, en Brasilia y en los otros 11 estadios designados tendremos tiempo para realizar ensayos generales y eventos-prueba para que la operación durante el Campeonato Mundial sea como los aficionados, las delegaciones y la prensa merecen".
El estadio Mané Garrincha fue reinagurado en marzo de 2013 para que jugara un solo partido de la Copa Confederaciones; pero entre las construcciones sin concluir está la que acogerá la apertura mundialista del 12 de junio en São Paulo, representada por el Itaquerao.
Los ejecutivos de la constructora Odebrecht -responsable por la obra y con más de 20 años trabajando en México para diversos gobiernos estatales-, informó que 94 por cientp de las obras ya habían sido concluidas.
El estadio capitalino tiene capacidad para 71 mil aficionados y, como todos, será sometido a una revisión estricta y rigurosa para enmarcarse en los protocolos oficiales, además de que deben retirarse los escombros, recuperarse más estructuras, ofrecer más espacios y, luego de lo ocurrido en Sao Paulo, revisar detalles especialmente en las tribunas altas.
En el caso del Distrito Federal, en su estadio ya jugaron equipos de otros lugares durante el Brasileirao (campeonato nacional) como el Flamengo y el Santos, en la primera ronda del torneo de 2013, que reunió a más de 60 mil asistentes, para arrojar una taquilla que rompió cifras premundialistas en el país: La ganancia fue de casi siete millones de reales, unos tres millones de dólares.
En esa ocasión, el Flamengo carioca empató 0-0 con el Santos paulista, con Neymar Junior, el nuevo astro que se autocompara con alguna estrella de rock del momento, disputando a manera de despedida su último partido en la capital más joven del mundo con el célebre equipo de Pelé, antes de emprender un nuevo episodio en su vida en el Barcelona de Lionel Messi.