Hace exactamente 100 años que los Mariachis llegaron a la Ciudad de México. La historia refiere que durante el mandato del general Porfirio Díaz, un singular grupo de Cocula, Jalisco, llegó a la capital de la República Mexicana para amenizar las fiestas patrias, en septiembre de 1905. Ahí comenzó realmente la exportación de su música, pues llegaron para quedarse y, más allá, desde México han conquistado al mundo.
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ÓSCAR LÓPEZ:
El Mariachi Loco... en París
Tenía 25 años y la vida por delante. Cinco amigos viajaron en 1982 al Mundial de Futbol en España. Eran jóvenes y además eran músicos, de modo que compraron un boleto solamente de ida, cargaron los instrumentos a la espalda, y para la efervescencia futbolera se fueron.
Originario del DF, Óscar López trabajaba hasta entonces como bajista, acompañando a varios grupos y cantantes tanto en la capital como en el Estado de México. El mundo de la canción ranchera la conocía si acaso, como el resto de los mortales, es decir, por el puro gusto de ser mexicano. Lo de ser Mariachi por aquel entonces aun no le rozaba ni como una vaga idea.
“Llegamos a España con nuestros instrumentos y un poco de dinero. Ahí todos nos aconsejaban que saliéramos a tocar a la calle pero, ¡nos daba mucha vergüenza, pues! Era casi como salir a pedir limosna, al menos así lo veíamos nosotros, aunque claro que aquí en Europa eso es muy común, pero poco a poco, pues nos tuvimos que ir atreviendo”.
Y así, el primer atrevimiento les abrió también la primera puerta. Conocieron a un grupo de paraguayos, que los invitó a una gira por el sur de Francia con todos los gastos pagados, aunque tocando ritmos latinoamericanos y sabrosones. La aventura rendía sus primeros frutos.
Terminada la gira se instalaron temporalmente en París, aunque de glamour nada. Todos, los cinco amigos, estaban en un cuarto que un chileno les había prestado. El dinero se iba terminando y sus conocidos insistían en que salieran a tocar en el metro parisino. La presión económica, la nostalgia, y el hacinamiento en aquel cuartito fue apagando los ánimos y desentonando las melodías. Finalmente la banda se separó y la mayoría volvió a México.
Pero Óscar se quedó en París y “cambió de giro”. Del bajo rockero se pasó al guitarrón, ese instrumento tan exclusivo de los sones mariacheros. Comenzó así a interpretar con timidez la música mexicana que conocía “de oídas”. Cuando su familia se enteró, le pidió que volviera a México. “Ellos pensaban que estaba como los Mariachis de Garibaldi. O sea, sin ofender, ¿no? Pero es que de verdad, aquí es distinto, aquí aprecian nuestra música de otra manera y yo también aprendí a hacerlo”.
Se integró en el “Mariachi El Mezcal”, un ensamble de culturas con aspiraciones mexicanas nacido en 1990, y que interpreta nuestro folklore de la mano de franceses, colombianos, venezolanos y mexicanos.
Ya envestido con el traje de charro, Óscar viajó a Estados Unidos, invitado con su grupo a un Festival del Mariachi, y fue ahí donde ni más ni menos que un integrante del Mariachi Vargas, le enseñó los misterios en el arte del guitarrón. Misterios que no son pocos, pues este instrumento, afirma Óscar: “es muy complicado, pero muy bello, es el sabor del Mariachi. Y es que definitivamente, oír la música mexicana es fácil, pero tocarla ya es otra cosa”.
Ahora, Óscar López tiene ya 48 años. Instalado en una casa a 50 kilómetros de París, toca regularmente en el Restaurante Mexicano “Ay Caramba!”. Está casado con una bailarina franco-chilena con quien tiene dos hijos, el mayor de seis y una bebé de año y medio.
“¿Volver a México? Yo siempre quise regresarme, siempre tuve como quien dice, la maleta hecha, pero por azares del destino me fui quedando. Aquí todo es diferente, muy impersonal: la gente, el ambiente... Me falta la calidez de mi Patria, pero yo he adaptado mi vida a la francesa, y la he hecho dentro de lo que se puede, muy a la mexicana”.
Ciertamente la vida como Mariachi en París es distinta a la de México. “Aquí nuestra música es todavía un producto exótico que gusta y se paga bien. En la capital francesa, pueden encontrarse como mucho, cinco grupos mariacheros de calidad con integrantes mexicanos. El “Mariachi El Mezcal” paga a cada uno de sus músicos 120 Euros (unos mil 500 pesos) por una presentación de dos horas. Cuando “la tocada” es fuera de Francia, el precio por integrante puede elevarse de 150 a 160 Euros (entre mil 800 y 2 mil pesos). El grupo mínimo aceptado es de cuatro Mariachis y lo cierto es que pocas veces son presentaciones cortas”.
Óscar López admite que difícilmente tendría un estilo y una calidad de vida similar en nuestro país si decidiera volver y dedicarse a ser Mariachi de profesión. Entre su trabajo en el restaurante y las presentaciones que hace por fuera, sus ingresos mensuales pueden llegar a 2 mil ó 2 mil 500 euros (entre 26 mil y 32 mil pesos).
El “Mariachi El Mezcal” nació en 1990 y, a la fecha, ha grabado ya varios discos. En 1996 crearon para acompañarlos un espectáculo de danza y teatro llamado “El jarabe loco”. Aunque siempre hay algún “negrito en el arroz”: en su página de presentación en francés, puede leerse una curiosa frase: “Queremos compartir el gusto por los ritmos a la vez endiablados y nostálgicos, románticos y machistas,(...) trompetas sonoras como pistolas (...)”. No cabe duda de que las malas leyendas, a veces nos preceden.
EL GUITARRÓN: Según la tradición oral fue inventado en Cocula, Jalisco, para imitar el sonido del contrabajo español. Es un instrumento de cuerda, cuya caja es de cedro o caoba y los segmentos de la tapa son de tacota, madera blanca que sólo se da en algunas regiones del estado de Jalisco. Difícilmente se le encuentra en algún otro conjunto musical ya que es exclusivo del Mariachi. Es el bajo irremplazable. No hay Mariachi sin Guitarrón.
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VÍCTOR IBÁÑEZ:
Ojalá que te vaya bonito... en Berlín
“Grecia, Roma, París, Madrid: Yo soñaba con conocer y ver de cerca todos esos lugares que veía en postales y películas. Así que con mochila y guitarra en mano me fui a Berlín. Ese fue mi primer destino”.
A este nativo de “la capirucha” –como dice él– se le cumplió el sueño y con creces. Tiene 47 años y ha pasado los últimos 18 en la capital alemana. Estudió Guitarra Clásica en la Escuela Nacional de Música y también Sociología en la UNAM. Durante sus años de escuela conoció a algunos amigos alemanes que lo invitaron a conocer su país.
Cierto es que en los tiempos de la Guerra Fría tuvieron muy pocas ventajas, pero una de ellas eran los boletos baratos que ofrecía por aquel entonces la compañía Cubana de Aviación para visitar los países socialistas. Así fue como Víctor Ibáñez aterrizó en la Alemania que estaba “detrás del muro”, en Berlín Oriental, aunque inmediatamente se fue para el lado Occidental, en donde ha residido desde su llegada en 1986. Y siempre con la música por dentro.
“Desde que llegué vivía de tocar en las calles. Tocaba música popular desde el principio porque siempre me llamó la atención, pero en la escuela no te enseñan esas materias, y además, como que cuando estás lejos valoras más tus raíces. Hace ya 11 años que me convertí en Mariachi y estoy orgulloso. La verdad, me va muy bien”.
En 1994 creó el “Mariachi Internacional El Dorado”. Para ello había estado reuniendo los instrumentos y practicando con gente interesada. Víctor, se ha dedicado a formar a músicos de todo el mundo en las artes del Mariachi.
“El Dorado” es quizá el grupo más representativo de nuestro folklore en Alemania. No en vano el tenor mexicano Ramón Vargas los llama cuando visita este país en el Norte de Europa. Otra de sus grandes actuaciones fue durante la Inauguración del Pabellón Mexicano en la Exposición Universal “Hannover 2000”.
Cuenta con ocho músicos, aunque a veces puede tener más integrantes. El único mexicano es Víctor; él es el alma del grupo que toca la vihuela y la guitarra; el que hace la voz cantante. El resto de los sus integrantes, tienen orígenes tan dispares como sorprendentes: alemanes, ucranianos y rusos de origen judío. Todos músicos de conservatorio. Todos amantes de lo mexicano. Corean y tocan a la perfección nuestros sones bajo la dirección de Ibáñez.
“Es triste decirlo, pero creo que en México no apreciamos suficientemente a nuestra música y menos aún a nuestros músicos. Yo recuerdo que en la escuela algunos profesores nos decían: ‘Si sigues desafinando, terminarás en Garibaldi’. Los clásicos desdeñan lo popular y aquí en cambio toda mi gente ha estudiado en el conservatorio, pero le gusta tocar los sones” .
Y, sin embargo, tanto el desdén como la popularidad exagerada tienen sus peligros: A Víctor le consta que grupos de otras nacionalidades que no conocen apenas nuestras tradiciones se visten de Mariachis y entonan mal nuestra música. Aquí es cada vez más común el fenómeno de los llamados “Peruachis”. Grupos de otras nacionalidades, sobre todo de Sudamérica, que se “venden” como auténticos Mariachis mexicanos, pero la realidad es muy diferente: en Alemania, como en el resto de las capitales europeas, es prácticamente imposible encontrar Mariachis residentes, formados íntegramente por mexicanos.
“Una de mis luchas es lograr que la música mexicana que tocamos sea la original. Aquí abundan las malas imitaciones, y muchas de ellas son muy malas. Estamos llenos de gente que se calza el traje y toca de cualquier manera cosas que no son mexicanas ni son nada. Otra gente se está aprovechando del boom mexicano que todavía hoy, hay en Europa”.
A Víctor se le ha metido en la cabeza la idea de mejorar la calidad mariachera en Europa. Por eso se ha propuesto traer cada temporada a un integrante mexicano para que toque en su grupo, Pero aunque parezca increíble, esta misión no resulta fácil: “Como que entre los mexicanos pues no hay mucho espíritu aventurero. Los mariachis que traigo se quieren regresar pronto. La mayoría prefiere irse a Estados Unidos, no sé, será que les queda menos lejos que cruzar el charco... serán ideas, no sé”.
Casado y separado de una alemana, vuelto a casar ahora con una asturiana, a este capitalino que habla alemán a la perfección, un regreso definitivo a México le parece casi imposible. Aquí ya tiene tres hijas de 18, 17 y 10 años. Eso sí, visita nuestro país cada año, pero su vida aquí está muy armada. Con las presentaciones de “El Dorado” percibe al mes un promedio de entre mil 300 y mil 500 euros (entre 17 mil y 19 mil pesos).
“Claro, a veces cobramos más a veces menos. Del tamaño del sapo es el tamaño de la pedrada, ¿no? Pero definitivamente no viviría del modo en que vivo aquí, si trabajara de Mariachi en mi tierra”.
LA VIHUELA: Data de 1695. Los indígenas cocas imitaron el laúd español utilizando una concha de armadillo y tripas de gatos montés o coyote. Al nuevo instrumento le llamaron Vihuela. Es otro instrumento indispensable. Junto con la Guitarra, es la armonía del Mariachi.
LA GUITARRA: La guitarra es de origen español. Fue incorporada a los grupos campiranos con la llegada de los primeros frailes. En la región de Cocula se hacía de las mismas maderas de las que se elaboraba el arpa, las cuerdas eran todas de tripa de zorrillo y posteriormente fueron de metal. Es una armonía prescindible, aunque necesaria.
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CÁNDIDO CAPILLA:
Yo no soy marinero... soy Mariachi en Bruselas
Así como La Bamba no es son de Jalisco, Cándido tampoco era Mariachi antes de venir a Europa desde su natal Veracruz. Era músico, como lo es toda su familia. Sus seis hermanos y su única hermana tocan todos instrumentos de orquesta. Y de casta le viene al galgo, pues su padre perteneció a la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
Cándido llegó a Bélgica para perfeccionarse en la flauta clásica y también en las Artes Plásticas. Es pintor, egresado de la Academia Real de Bruselas. Conjuga ambas profesiones perfectamente. Artista al fin y al cabo. Y en el tema de la música popular ya venía encaminado, pues en México perteneció al Taller de Investigación y Composición de Música Mexicana (TICOMM).
Desde que llegó al reino de Bélgica, en 1982, tenía la idea fija de difundir aquí la música popular, que a decir del propio Cándido “se conoce muy poco, incluso en nuestro propio país”. Fue así que casi recién aterrizado, formó el trío “Quetzal”, conformado sólo por mexicanos y que interpretan hasta la fecha sones de Tabasco, Michoacán, Veracruz y también piezas de música prehispánica.
“Con la experiencia del trío, finalmente me decidí a formar el Mariachi, aunque con un grupo así es mucho más difícil que sea sólo de mexicanos. Nuestros integrantes son por supuesto belgas, holandeses, franceses y una chica de Bulgaria. Mexicanos somos dos: pues además de mí está también Hugo Hinojosa. Es informático y antes tocaba en una estudiantina, ahora con nosotros toca la guitarra o el guitarrón”.
El “Mariachi del Sol”, así se llama la reciente creación de Cándido en Bruselas. Tienen apenas unos meses funcionando aunque poco a poco comienzan a marcar su territorio. Igual que el resto de los mariachis en Europa, el público que los busca suele ser local y con menos frecuencia son llamados por los paisanos mexicanos.
“También me decidí a formar el Mariachi porque siempre he tenido mucho interés en cuidar y difundir nuestra música. Al principio cuando yo llegué no había casi nadie que tocara la música mexicana, pero ahora hay como un boom de restaurantes y de Mariachis. Pero casi siempre, los restaurantes son Tex Mex y la mayoría de los Mariachis son sólo gente disfrazada que toca muy mal. Prefiero que seamos mexicanos los que la entonemos”.
Con su “Mariachi del Sol”, este veracruzano de 43 años toca indistintamente la vihuela, el guitarrón y el arpa, ese exquisito instrumento que muy pocos grupos llevan. Cándido aprendió a arrancarle sus secretos a orillas del Río Papaloapan, allá en Tlacotalpan, la cuna de las jaranas jarochas.
“Yo que siempre he vivido entre músicos, puedo afirmar que en México tratamos mal a nuestras tradiciones. Creo que los que más las apreciamos somos los que hemos salido de México. Yo por ejemplo, la mayoría de la música mexicana la aprendí mejor en Europa. Nos motiva la nostalgia. Aquí recordamos nuestras raíces, pero cuando vivimos ahí nos dejamos invadir por música extranjera sin ningún pasado”.
Hace ya 12 años que Cándido está casado con una chica belga, con quien tiene un hijo de 11 años y una niña de ocho. No sólo vive del Mariachi. También imparte clases de música y se dedica con bastante regularidad a la pintura. Actualmente tiene dos exposiciones montadas en Bruselas, la capital de Bélgica. Por eso le resulta difícil decir cuántos de sus ingresos le vienen de cantar rancheras y boleros. A tan sólo unos meses de su nacimiento, el “Mariachi del Sol” ya ha viajado a Holanda, Francia, Alemania, Austria y Egipto. En promedio, cada integrante suele cobrar unos 150 Euros en tocadas de una hora, aunque casi siempre duran más. A veces trabajan para mexicanos, pero sus mejores clientes son de origen belga: universidades, festivales, grandes empresas y con menos frecuencia, particulares que buscan el toque exótico en sus fiestas.
“México... no sé si algún día volveré a México. Aunque si lo hago creo que no sería Mariachi. Seguiría impulsando la música popular. Pero yo sé que allá la gente no paga lo que vale esto. Creo que me dedicaría a tocar música de orquesta”.
EL ARPA: Es quizá el instrumento más elaborado de todos, se hacía de las mejores maderas tales como cedro y pinabete, pero algunas veces también con guasima, por abundar en la región. Su acompañamiento da una singular elegancia pero no esencial.
EL VIOLÍN: Lo trajeron los españoles en 1795. Los violines de los nativos cocas (Cocula) se construían primero con carrizo, con madera de guasima, posteriormente con palo de colorín. En un Mariachi lleva la melodía y es instrumento indispensable.
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JESÚS RAMÍREZ “EL BRONCO”
Pero sigo siendo El Rey… en Madrid
Madrid, la capital de la “Madre Patria”, no podía prescindir de un verdadero Mariachi. Un Mariachi de todas, todas. Jesús Ramírez, “El Bronco”, vivió y cantó en la época dorada de la Plaza Garibaldi. Llegado al DF de su natal Chihuahua, tocaba en el grupo “Los Mensajeros”, el Mariachi que acompañaba al mismísimo Javier Solís durante sus giras. Y así lo escoltó también durante su último viaje: la serenata que despidió al rey del bolero ranchero en 1966, durante su entierro.
Es muy probable que Jesús haya sido el primer Mariachi en España. O al menos, el primero que, como el ‘rock and roll’, llegó para quedarse. En la década de los setenta, cuando vino a Madrid con el “Mariachi Guadalajara”, México y España ni siquiera tenían relaciones diplomáticas. La dictadura franquista no terminaría sino hasta 1975, año de la muerte del General Francisco Franco y, por entonces, el español medio sólo conocía a “los charros cantores” a través de las películas del favorito del género: Jorge Negrete.
“Cuando terminó la feria de FITUR (Feria de Turismo) que era a lo que veníamos, empatamos con otro contrato de un empresario mexicano, un pariente del ex presidente Manuel Ávila Camacho y de ese pasamos a otro y así la llevamos durante un tiempo. En esa época la música de Mariachi era muchísimo más exótica de lo que es ahora, aunque aún lo sigue siendo. Es que nuestra música es muy alegre. No tiene competencia”.
Este norteño que de “Bronco” sólo tiene el apodo, confiesa que nunca conoció El Tenampa, ese mítico local de la Plaza Garibaldi de donde brotan los Mariachis en el DF. Sin embargo, su vida en España le ha permitido conocer a personajes que luego fueron leyenda: Tito Guízar, Pedro Vargas, Cantinflas y Paco Michel, de quien refiere: “A ése sólo lo recuerdan o los muy viejos, o los muy entendidos en este negocio”.
Al año de su llegada viajó con su Mariachi a Portugal. El empresario cubano que los había contratado los dejó “colgados” y desapareció sin pagarles. El grupo decidió regresar a México, pero Jesús, enamorado de la sevillana con quien sigue casado a la fecha, decidió quedarse. Probó suerte en San Sebastián. Y ahí se quedó dos años cantando con una orquesta la música mexicana. Acompañó a Julio Iglesias y a Camilo Sexto, cuando aún la fama les quedaba lejos.
“¡La de aventuras que he vivido! Son ya más de 30 años en España y puedo presumir de ser el único Mariachi a quien una reina le ha servido un tequila. Yo he estado en varias serenatas de la familia real española, fiestas privadas donde los conoces de otra manera. Son todos muy buena gente: el príncipe, las infantas y sobre todo el Rey es muy simpático. Una noche, Doña Sofía nos sirvió ella misma un tequilita”.
Cuesta hacerle confesar su edad. Al final admite tener “un poco más de 70 años”. Tiene cuatro hijos, uno de ellos con ganas de irse a vivir a México. Jesús también sueña con volver y dice que “ahora sí” lo hará muy pronto. Porque extraña su tierra, su comida, su gente y ya ha pasado mucho tiempo lejos. Para paliar su nostalgia viaja cada año y cuando pasa por el DF no niega las dos cruces de su parroquia: se queda en el Hotel Galicia, en pleno corazón de la Plaza Garibaldi.
“Es verdad que yo conocí la época dorada del Mariachi y de esa plaza. En mis tiempos, los mariachis todavía rivalizaban e intentaban ser el mejor. Eran grupos bien conformados y cada uno tenía su cantante. Ahora las cosas son distintas, aunque yo personalmente me arrepiento de haber dejado México, creo que ahí hubiera podido hacer más de lo que he hecho en Europa”.
El instrumento de Jesús es su potente garganta. Ha viajado por toda Latinoamérica y visitado África para una función benéfica. Con el Mariachi “Los Caporales” canta frecuentemente con Bertin Osborne y es amigo de María Dolores Pradera, a quien ha acompañado varias veces. A ojo de buen cubero, “el Bronco” gana unos mil 500 euros por mes (aproximadamente 19 mil pesos) cantidad que –como siempre en este negocio– depende mucho de las “rachas”.
España, sobre todo, vive un especial auge por lo mexicano, un auge que dura y aumenta por temporadas. Los restaurantes –buenos y malos– abundan y se multiplican. Los mariachis –verdaderos o falsos– hacen su agosto, sobre todo en las zonas costeras y en la capital del país. Pero a Jesús esta “invasión” de mariachis extranjeros, no le molesta mucho.
“Mientras canten la música mexicana ayudan a difundir nuestras tradiciones, ¿o no? Si son o no mexicanos es lo de menos. Están promocionando México y eso es lo que importa. Mira, si quieres recorrer el mundo gratis y además ganar dinero, lo único que necesitas es un buen traje de charro y tu instrumento. Cántate el ‘Cielito lindo’, y verás que si no lloras”.
LA TROMPETA: Instrumento de origen francés. Utilizado por algunos mariachis desde 1922, aunque su inclusión oficial en el conjunto tiene varios mitos. El “Mariachi Vargas” se negó a utilizarla hasta la década de los 40. Es parte de la melodía. Imprime la fuerza
“Cien años pienso en ti”
(Cronología básica del Mariachi)
1905: Llegada en septiembre de 1905 del mariachi coculense de Justo Villa a la Ciudad de México para participar en las fiestas patrias.
1907: Porfirio Díaz ameniza con Mariachi una fiesta en honor del secretario de Estado norteamericano, Eliu Root.
1923: El empresario coculense Juan Hernández Ibarra funda la cantina El Tenampa en la Plaza Garibaldi.
1925: Los dos primeros grupos de Mariachis se establecen definitivamente en el DF. Tocan en El Tenampa y el Mariachi José Reyes los viste de charros. El diario El Universal difunde por primera vez el mito sobre el origen francés de la palabra Mariachi. En realidad es un término coca de origen náhuatl.
1933: Primera gira internacional del “Mariachi Marmolejo” a la Exposición Mundial de Chicago, Illinois, en Estados Unidos.
1950:Inicia la Década de Oro del Mariachi. Rivalizan las cantinas de El Tenampa y El Guadalajara de Noche en la Plaza Garibaldi. Aumentan los grupos.
1975: Cocula Jalisco declara el 29 de septiembre como el Día del Mariachi.
1976: El 22 de noviembre la Plaza Garibaldi festeja por primera vez el Día de Santa Cecilia, patrona de los músicos.
1994: El estado de Jalisco celebra el Primer Encuentro Internacional del Mariachi, con grupos nacionales e internacionales.
2000: Primer Congreso Mundial del Mariachi y la Charrería, celebrado en el DF.
2005: Centenario de la llegada de los primeros mariachis a la Ciudad de México.
2011: Noviembre. La UNESCO agrega la música de Mariachi en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Fuente: Investigador Hermes R. Méndez-Autor de “Origen e Historia del Mariachi”.