Kilian Jornet, un atleta que nació para conquistar montañas, a los 5 años coronó la cumbre de los Pirineos

29/11/2013 - 12:00 am

 

Foto: kilianjornet.cat
Foto: kilianjornet.cat

Ciudad de México, 29 de septiembre (SinEmbargo).– Kilian Jornet i Burgada (Sabadell, 1987) nació oliendo la montaña. Cuando tenía cinco años coronó la cumbre de los Pirineos, el Pico Aneto. Al año siguiente escaló el Breithorn, ubicado en los Alpes Peninos, juntando las fronteras de Suiza e Italia. Un niño de sólo diez años de edad –con una infancia distinta– recorría los Pirineos de un lado a otro mientras otros vacacionaban en la playa con su familia.

El catalán vive por y para escalar. Cuando cumplió los 17 fue considerado como deportista de alto nivel por el Consejo Superior de Deportes y por el Consejo Catalán de Deportes. Entrado en la mayoría de edad, se consolidó como un atleta distinto amante de los retos.

Las manos de Kilian están curtidas por el roce de la montaña, pero se ha dado el tiempo de escribir dos libros sobre lo que le apasiona en la vida. La frontera invisible y Correr o morir son dos legados para una rama deportiva diferente al resto. Cuando corre, Jornet siente algo distinto. La adrenalina a miles de metros de altura le aporta un sinfín de sensaciones mezcladas que le han forjado el carácter. A sus 26 años le da risa la cantidad de veces que le han preguntado sobre su cordura mental. El actual campeón del mundo de skyrunning (hasta 48 kilómetros de distancia) y cuatro veces campeón mundial de esquí de montaña.

Mientras compite, come y bebe muy poco. La resistencia mental es básica durante los largos recorridos. Para él, 10 horas corriendo bajo estos parámetros es una travesía “normal”. Pero Kilian lleva todo mucho más al extremo como cuando recorrió la travesía del mediterráneo desde Hondarribia hasta el mediterráneo tan familiar para él, durante ocho días consecutivos o cuando ganó la prueba de 300 kilómetros en 38 horas sin parar en Estados Unidos, siendo el primer atleta extranjero en llegar primero a la meta. Kilian es conocido como “el Messi de la montaña”, por un lugar orgulloso de lo propio como lo es Cataluña.

Foto: Facebook
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Kilian vive en una casa empotrada en los Alpes franceses con una vista espectacular. Aquella maravilla natural digna de unas vacaciones familiares, es el lugar de trabajo para un joven intrépido. A primera vista parece débil, pero sus piernas se han acostumbrado a resistir. Por eso es en lo primero que se fija cuando conoce a alguien. Le gusta imaginar que esas piernas que ve podrían aguantar cortas o largas distancias. Todo es referente a la montaña. “Para vivir, necesito correr”, ha declarado varias veces. Su hábitat natural es uno de los lugares más arriesgados para cualquiera de los mortales restantes. Compite por pasión, con esa locura que hay que tener para realizar lo que en verdad apasiona.

La “locura” le vino por herencia. Eduard y Núria son trabajadores en el refugio de montaña “Cap de Rec”, en los Pirineos leridanos. Él se crió junto a Naila, su hermana, a 2,000 metros de altura. Escalara se convirtió en algo cotidiano, bajo una educación distinta a la tradicional. Por las tardes trepaba árboles y piedras hasta la noche cuando su madre lo hacía escuchar la naturaleza del lugar. Por eso hoy es un hombre al que no le importan las computadoras ni los aparatos tecnológicos. “Hemos mercantilizado la sociedad, el deporte e incluso nuestros sueños”, dice sobre su filosofía. Alejado de tanto bullicio social, es la montaña la que le da paz.

El año pasado recorría el Mont Blanc junto con su amigo esquiador Stephane Brosse. De pronto, la superficie de hielo se partió 20 centímetros, tragándose al galo justo frente a él. Al cuerpo curtido, una desgracia le forjó el espíritu aventurero. Kilian no considera importante que se agranden las hazañas de los deportistas. El catalán simplemente visualiza una meta, la cumple y vuelve a empezar. Así ha sido durante una vida entregada a correr por caminos sinuosos a miles de metros de altura. Su soporte es la pasión hacia la Montaña, donde vive corriendo más rápido que nadie.

Foto: Twitter
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