Ciudad de México, 19 de noviembre (SinEmbargo).– En Youtube hay un video del gol de Iniesta a Holanda en la final de Sudáfrica 2010, con las narración en distintos idiomas. La máxima justa del futbol aglomera a cantidades poco vistas en otras disciplinas deportivas. Durante un mes, cada cuatro años, el mundo se paraliza en torno a un espectáculo único. A la memoria distraída se le ayuda con la tecnología. Ahora en internet se puede ver las veces que se desee, la repetición de algo que por naturaleza ya es eterno. Hace poco más de tres años, un hombre se convirtió en leyenda en un país entregado a la pelota.
España fue campeón del mundo por primera vez en su historia luego de ganar la Eurocopa dos años antes. La Roja refrendó su título continental el año pasado, en medio de un vaivén por el internacional presumiendo la estrella que luce su escudo. De México hasta Puerto Rico, pasando por Estados Unidos, Argentina y Guinea Ecuatorial, la mejor selección del planeta ha construido una gira tan desgastaste en lo deportivo como fructífera en lo económico. Todos los aficionados quieren ver a su selección enfrentar a esos españoles de toque rápido que se atreven a jugar sin un centro delantero nominal, e igual te vencen solo porque son mejores.
Mientras un sector de la prensa crítica fuertemente este tour de tres años, otros lo defienden con orgullo. Sergio Ramos, defensa virtuoso del Real Madrid y del equipo de Vicente del Bosque, ha declarado que la Roja tiene que jugar "en todos los rincones del planeta". Para el andaluz, la nueva colonización del mundo por medio de la redonda es un acto de orgullo que no debería pesarle a nadie. España acaba de jugar frente a Guinea Ecuatorial, que tiene una dictadura establecida que ha sido objeto de reclamos por parte de los derechos humanos. El arribo del equipo español a tierras comandadas por Teodoro Obiang, provocó críticas desde la política ibérica. La Real Federación Española de Futbol se desmarcó de toda responsabilidad, poniendo al deporte como único motivo.
El partido frente a los africanos resultó sucio debido a las fuertes entradas de los jugadores locales. En Malabo, miles de aficionados festejaron el gol que marcaron a pesar de la derrota final por 2-1. Xabi Alonso tuvo que salir lesionado, incrementando las críticas sobre sí en verdad era necesario exponer a los jugadores con tanto viaje. Acabado el partido, en plena fecha FIFA, España tomó un vuelo más. A diferencia de todos los anteriores, esta vez no hubo debate ni columnistas en contra. El nuevo destino despertó a la ilusión dormida en el recuerdo trayendo consigo uno de los capítulos más emblemáticos en la historia del deporte de aquel país.
España vuelve a Sudáfrica tres años después. Jugará en el Soccer City Stadium de Johannesburgo frente a la selección local. Mientras el representativo sudafricano, eliminado de Brasil 2014, vive una fiesta con los campeones del mundo de visita, la Roja vivirá un Déjà vu bajo la atenta mirada del mundo futbolístico, al igual que en 2010. El equipo de Vicente del Bosque no solo vuelve a la misma cancha, sino que se han hospedado en el mismo hotel de concentración. Todo el recuerdo completo bajo una noche africana sin el frío vivido en aquella ocasión frente a una Holanda que pegó más de lo que jugó.
Dicen que Andrés Iniesta tiene fea letra porque escribe con los pies. El manchego sale a la cancha y millones de aficionados dejan todo para verlo patear una pelota. El 11 de julio del 2010 escuchó el silencio, como él mismo lo definió, después de controlar un pase de Cesc Fabregas que lo dejó de frente a la portería con el guardameta Stekelenburg como último obstáculo. Golpeó el esférico y marcó un gol en tiempo extra que sigue dando vueltas por el orbe sin dar indicios de cansancio. Ayer, el hijo predilecto de Fuentealbilla, subió una imagen a su cuenta de la misma portería donde se hizo eterno a su cuenta de Facebook. El mediocampista tituló: LA FOTO.