Ciudad de México, 1 de octubre (SinEmbargo).– Las causas de la agresividad entre los niños son atribuidos a diversos factores que van desde la alimentación al entorno social en el que viven. Sin embargo, ahora un grupo de investigadores afirma que la conducta agresiva crónica de algunos menores podría estar vinculada a cambios epigenéticos durante el embarazo o los primero años de la infancia.
A esta conclusión llegaron dos estudios realizados por los científicos Richard E. Tremblay, de la Universidad de Montreal, y Moshe Szyf, de la Universidad de McGill, según publicó la revista Plos One.
En el primer estudio, el equipo de Tremblay analizó la sangre de 32 hombres de Québec que padecían agresividad física crónica desde la niñez y que fueron observados por el profesor Tremblay durante casi 30 años.
Los varones fueron seleccionados a partir de dos estudios longitudinales, realizados por el equipo de Tremblay, que se extendieron por un periodo de seguimiento de casi tres décadas, desde la niñez de los participantes hasta la edad adulta.
Así mismo, junto a este grupo, el equipo también examinó las muestras de sangre de otro conjunto de hombres del mismo procedentes del mismo lugar, pero que no sufrían de agresión crónica.
De esta manera, los científicos llegaron a la conclusión de que los niveles de cuatro biomarcadores de inflamación, llamados citocinas, eran más bajos en los hombres que entre los 6 y los 15 años que mostraron niveles medios de conducta agresiva. Por otra parte, los investigadores dicen que esto les permitió distinguir a los hombres que tenían un historial de agresión física crónica de aquellos que no contaban con esta característica.
En el segundo estudio, el equipo de investigadores de Szyf buscó, en el mismo grupo de hombres con agresividad crónica, diferencias en la metilación de ADN. Lo que significa la "modificación epigenética" vinculada a la huella parental que participa en la regulación de la expresión génica.
De esta forma, los autores de este estudio revelaron la existencia de una relación entre la metilación del ADN en citocinas y la agresión física masculina.
De acuerdo con el profesor Szyf, el ambiente prenatal y postnatal puede ser la causa de las diferencias en los biomarcadores relacionados a la agresión crónica. Por tal motivo, los hombres con un pasado agresivo tienen una cosa más en común: las características de su madre.
Por su parte, los investigadores reafirman todo lo anterior al señalar que muchos estudios en animales han demostrado que los ambientes hostiles durante el embarazo y la primera infancia pueden tener un impacto en la metilación del gen y gen de programación, que puede conducir a problemas con el desarrollo del cerebro y la capacidad de controlar el comportamiento agresivo.
No obstante, Tremblay va más allá en lo referente a las características maternas y afirma que "en general son madres jóvenes con un bajo nivel de educación y que a menudo sufren de problemas de salud mental o tienen problemas con drogas".
También señala que debido a que estas madres tienen dificultades significativas durante el embarazo y los primeros días de sus hijos, esto podría tener un impacto potencial en la expresión de genes relacionados con el desarrollo del cerebro, el sistema inmunológico y otros sistemas biológicos fundamentales para el desarrollo del niño.
Así mismo, Tremblay agrega que como el comportamiento agresivo crónico es mucho más común en los hijos de familias desfavorecidas, esto significa que los posibles participantes para futuros estudios son difíciles de encontrar.
Sin embargo, señala que su equipo está tratando de analizar el impacto del entorno socioeconómico en la tercera generación, ya que los participantes de este estudio son adultos y tienen hijos propios.