Con el lema “Acción de la Juventud por la Paz”, México fue anfitrión de la Universiada 1979

16/07/2013 - 12:00 am

Por Sergio Castillo

Ciudad de México, 16 de julio (SinEmbargo).– La Universiada que se desarrolla este año en Kazán, Rusia, ha tenido buenos resultados para la delegación nacional. Aunque en el pasado, el evento mostraba un nivel ínfimo en relación a lo que hoy en día podemos observar. En 1979, México organizó una edición más de este evento, y como veremos, nada tiene que ver con el acontecer actual.

Con el lema de “Acción de la Juventud por la Paz”, casi similar al de los Juegos Olímpicos de 1968, el 2 de Septiembre de 1979, fueron organizados los Décimos Juegos Mundiales de la Federación Internacional del Deporte Universitario (FISU), teniendo como sede el Distrito Federal. Popularmente los conocemos como “Universiada”, término que fusiona los vocablos Universidad y Olimpiada.

La organización de estos juegos, corrió a cargo de Primo Nebiolo, titular de la FISU, y Guillermo López Portillo, presidente del Comité Organizador y del Instituto Nacional del Deporte (INDE), antecesor de la CONADE. Guillermo, es hermano del entonces Presidente de la República José, de los mismos apellidos.

Con un Estadio Olímpico Universitario pletórico, la ceremonia de apertura tuvo como momento cumbre el encendido del pebetero, luego de un recorrido de cerca de 2,260 kilómetros de la antorcha simbólica. Dicho peregrinar inició en Ciudad Juárez y finalizó en Mérida. El recorrido contó con la participación de cerca de 2,150 estudiantes de todo el país.

La ceremonia, como en muchos eventos de este tipo, fue conmovedora. Participaron cerca de 16 mil alumnos de secundaria con bailes rítmicos, la orquesta de la Secretaría de Marina amenizó con su música y niños de la ciudad de Puebla formaron mosaicos en la cancha del estadio, con leyendas alusivas al compañerismo, la amistad, la juventud, pero sobre todo, La Paz. En su discurso, la máxima de Guillermo López Portillo, fue enaltecer el espíritu deportivo, como punto de partida para lograr objetivos más altos en la comunidad universitaria.

Primo Nebiolo. Foto: Especial
Primo Nebiolo. Foto: Especial

Para el máximo representante del deporte universitario mundial, Primo Nebiolo, la organización de aquel evento fue la más importante jamás hecha hasta entonces por la FISU. El funcionario no escatimó en expresar sus felicitaciones a Guillermo López Portillo.

En cuanto a la logística, la villa, construida para el alojamiento de los deportistas, tuvo una ubicación referencial, situada a 14 kilómetros del centro de la capital y a 9.5 kilómetros del Estadio Olímpico. Las diversas vialidades, facilitaron el acceso de los atletas a las 26 sedes deportivas dispuestas por el INDE. La villa contó además, con todos los servicios indispensables para cubrir las necesidades de los participantes.

La Universiada de 1979, en lo deportivo, tuvo historias plausibles, como la obtención del récord mundial del italiano Pietro Mennea en los 200 metros en Atletismo, al cronometrar 19.72 segundos. A la postre, Mennea obtendría un año después la presea dorada en la misma especialidad, en los juegos de Moscú 80. En aquella justa, los soviéticos se posicionaron como los punteros del medallero, al obtener 73 medallas, por 51 de los Estados Unidos y 31 de Rumania. Aún los poderosos chinos no figuraban, y quedaron en el lugar 13, por debajo de México, que ocupó el lugar 11°, con cuatro medallas, una de ellas, la de oro, obtenida en el futbol, tras superar a Uruguay por marcador de 5-3. De igual manera, José Gómez y Enrique Aquino hicieron el 2-3 en la prueba de 5000 metros. El mismo Aquino  obtuvo otra plata en la prueba de fondo de 10 mil metros.

Pero como muchos eventos de ésta índole, no todo fue miel sobre hojuelas en la organización de la Décima Universiada. En primer lugar, en el afán por colmar de atenciones al dirigente Nebiolo, se le otorgó la condecoración del “Águila Azteca”. Dicho galardón es el más importante entregado por el Gobierno a un extranjero destacado, pero los méritos del rector de la FISU fueron sobrevalorados. De forma paralela, se organizó en el país el Consejo de Estudiantes Deportivos Universitarios (CESU), que tuvo como objetivo, priorizar el cuidado de la salud a través del deporte y el fomento del mismo, a partir de edades tempranas. Los organizadores de la Universiada ignoraron dicho evento. Otra de las circunstancias, fue que irónicamente, Guillermo López Portillo, director del INDE, y Alejandro Cadaval, director de Actividades Deportivas de la UNAM, no llevaban la mejor de las relaciones, ya que éste último, no quiso participar en la organización del evento, al considerar que el Comité hizo gastos innecesarios y absurdos en logística e infraestructura, a pesar de que aparentaba ser un evento austero.  Tales gastos se dieron, específicamente, en el alquiler de costosos equipos de sonido de mala calidad para la inauguración.

Además, las diferencias de nivel en el aspecto deportivo, hicieron que el evento dejara de adquirir el interés previsto, ya que la competencia entre los atletas no sería para nada pareja. Las competencias fueron de mala calidad y carecieron de espectacularidad, en la mayoría de las disciplinas. A pesar de la publicidad que se hizo al evento, este pasó inadvertido, no obstante que los medios de comunicación interrumpieron las señales de los deportes más vistos en aquellos tiempos: futbol y beisbol.

Foto: Especial
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