EL PAN EN INFLEXIÓN: ¿QUÉ VIENE TRAS LA DERROTA?

15/03/2013 - 12:00 am

El PAN llega este 16 de marzo a su Asamblea Nacional Extraordinaria con grandes retos: plantearse una nueva etapa, sacudirse la defensa de Felipe Calderón, quitarle el poder a oportunistas y devolverlo a verdaderos militantes.


Ciudad de México, 15 de marzo (SinEmbargo).– Un gran ejercicio de introspección, incluso de “estrujamiento interno”, es el que debe encarar el Partido Acción Nacional (PAN) si pretende levantarse a partir de las conclusiones de su Asamblea Nacional Extraordinaria, a celebrarse entre el 16 y el 17 de marzo.

Una de las principales preguntas que los consejeros deben responder es: ¿para qué quiere ser gobierno? También, de acuerdo con el Senador Javier Corral Jurado, el PAN debe decir no al “inmediatismo electoral”; es decir, evitar el regreso a una dinámica de ganar elecciones a “como dé lugar, a costa de lo que sea y por encima de cualquier valor”.

Para Mauricio Merino Huerta, profesor e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), queda claro que el PAN renunció a su proyecto democrático durante estos años. No tiene dudas sobre que mientras el PAN “no salga de esta nuez, del punto de inflexión entre defender al ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa o plantearse una nueva etapa como partido político, va a seguir siendo derrotado una y otra vez”.

“Si somos muy fieles a las propuestas, historia y política de un partido, resulta que este no crece y, si lo hace, tiende a debilitarse ideológicamente. Hay ciclos donde los miembros de una organización política se sienten muy fuertes, quieren ganar una elección. Pero cuando se dan cuenta de que esto significó negociar los principios, se recluyen y se genera  un ciclo entre público y privado que es muy difícil de resolver”, dice por su parte Javier Arzuaga Magnoni, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

¿Qué hacer con el PAN después de la debacle? Es la pregunta que se planteó a los tres expertos en la materia.

Este sábado 16 de marzo se llevará a cabo la Asamblea Nacional Extraordinaria, que muchos ven como una oportunidad para la renovación y relanzamiento del partido, pues, entre otras cosas, se busca una reforma a los estatutos, “pero vamos a ver si es cierto que la vamos a tener. A la mejor terminamos como el parto de los montes y desaprovechamos la enorme oportunidad que tendríamos para recuperarnos”, comenta Corral Jurado.


El presidente nacional del PAN, Gustavo Madero Muñoz, pretende una reforma estatutaria que busca, entre otros aspectos, eliminar la figura de militante adherente, con lo que el otros grupo de los calderonistas perdería casi toda su fuerza en la organización política.

Cuando nos comunicamos con el senador Corral y le comentamos que el tema de la entrevista era qué hacer con el partido después de la debacle, nos dijo: “Está bien, eso lo arreglamos en 30 minutos”. Así de claro tiene el legislador panista lo qué hay que hacer con. Sin embargo, la organización política atraviesa por una situación por lo menos difícil. Con la estrepitosa caída en las pasadas elecciones federales de 2012 se ahondaron las diferencias al interior del partido, sobre todo entre calderonistas y maderistas.

Incluso se han lanzado teorías en el sentido de que el presidente panista, Madero Muñoz, firmó el Pacto por México, propuesto por el gobierno del priista Enrique Peña Nieto, para evitar que el partido cayera en manos de los calderonistas.

Pero esa es una “interpretación muy ramplona”, considera el Senador por Chihuahua:

“Madero cree en el Pacto por México como un mecanismo de negociación de reformas (sustanciales), que saca a ciertos actores políticos de la negociación del pago por evento (es decir) de reformas menores. Los coordinadores parlamentarios no quieren el Pacto porque ellos están encantados negociando cosa por cosa. Y prefieren negociar pequeñas reformitas, por un cónsul, por un subsecretario, por un funcionario de Hacienda, por un embajador, por un magistrado, por un ministro.

“De alguna manera el Pacto tiene muchos objetivos antipoderes fácticos y la apuesta del Pacto reubicar esos poderes. El Pacto trae un objetivo de rendición de cuentas para los gobernadores. Creo que la apuesta es correcta, el problema es que a ese esfuerzo de negociación política no se le complemente con una acción opositora de frente al gobierno de (Enrique) Peña Nieto”.

–¿Es posible seguir siendo oposición tras la firma del Pacto por México?

–Estamos en una encrucijada, siendo oposición tenemos que retomar nuestras banderas más caras, pero tampoco podemos dejar de impulsar las reformas que creemos necesarias para hacer avanzar el país, porque en la miseria, en la ignorancia, en el subdesarrollo político, nadie crece. El reto va a ser combinar este  acuerdo, sin que ello signifique un adocenamiento del PAN o una pérdida de su visión crítica, de su capacidad de denuncia, de su deber de contrapeso al gobierno de Peña, de equilibrio, porque es ahí también donde la gente va a voltear a ver si así como cooperamos, somos capaces de oponernos a excesos y abusos.

Hace unos días, el presidente del PAN aceptó ante el Consejo Nacional de su partido, que la organización política se “desdibujó”, al convertirse en satélite de sus gobiernos, lo que lo llevó a contaminarse de todo lo que durante muchos años (desde 1939) había criticado.


–Doce años en la Presidencia y cayeron las banderas del PAN… ¿cuáles hay que alzar ahora?

–Debieran ser (las de antes) contra la corrupción, el combate a los monopolios, el fortalecimiento de la democracia, el impulso a la auténtica división de poderes, la lucha por la transparencia, el auténtico federalismo. Pero, ¿en qué se tradujo el federalismo? En darle más dinero a los gobernadores, sin reglas de transparencia, ni rendición de cuentas.

–Pareciera que en términos positivos, el PAN pasará a la historia como uno que llegó a la Presidencia después de 70 años de la hegemonía del PRI, pero no mucho más…

–Creo que tenemos que hacer una reivindicación y crítica de los gobiernos del PAN. Yo no tengo la menor duda de que la democratización del país y, de alguna manera, el país de derechos, llegó de la mano del PAN en términos del tema que usted me quiera poner en esa materia.

Lo que faltó fue la visión para concretar un cambio de régimen. El PAN no quiso hacer la transición democrática de fondo porque tanto Vicente Fox como Felipe Calderón se acomodaron a los intereses de todo mundo, al status quo. Fox no quiso batallar y Calderón llegó en condiciones tan complicadas y en medio de tal polarización, que se tuvo que echar en brazos del PRI y entonces se nos aguadó la transición democrática para efectuar un verdadero cambio de régimen que tocara las estructuras corporativas, clientelares.

Las instituciones del autoritarismo priista están vivas. Por eso pudo regresar el PRI y luego, para acabarla, se nos aflojaron los resortes éticos en el combate a la corrupción.

EL RETO: TERMINAR CON DISPUTAS


Corral Jurado milita en el PAN desde 1982. Ha sido líder estatal en su natal Chihuahua, diputado local y federal. Es directo y vehemente, crudo en ocasiones,  se escucha sincero, comprometido. Lo entrevistamos en el edificio del Senado de la República, en la Ciudad de México, después de que platicara con varios medios sobre el tema de las telecomunicaciones, que es su especialidad.

En diciembre de este año, si no sucede algo extraordinario, se elegirá un nuevo presidente del PAN. Preguntamos a Corral Jurado a quién le gustaría ver en la Presidencia del partido:

“Realmente no tengo aún una decisión de a quién voy a apoyar. Ni tampoco sé si Madero quiere reelegirse o no.

“Creo que hay que sacar al PAN de esta disputa entre maderistas y calderonistas.  Tenemos que buscar un referente ético, un líder que pueda hablar con propiedad, con fuerza moral, que no tenga cola que le pisen, para enfrentar lo que viene y llamar a la transformación del partido, fuera de los acuerdos de grupo.

“Lo que sí considero es que ya resulta insostenible el método de elección de presidente del PAN a nivel nacional. Me parece que esa elección debería realizarse con militantes del partido, miembros activos del PAN, directamente en sus municipios, en sus comunidades, en sus distritos, y salirnos de este esquema, en donde 380 consejeros se agrupan en sus corrientes, en sus grupos, y empiezan a hacer convenios de repartición de carteras, cargos y posiciones, y eligen al presidente del partido.

“Lo mismo debería suceder a nivel de entidad y acabar con esos consejos estatales que están dominados por cacicazgos locales, en donde hay todo tipo de cambalaches, arreglos y componendas, donde se eligen, en realidad, presidentes de grupo, no de partido. Esa sí, sería una reforma que revolucionaría al PAN.  Que vayan los candidatos y busquen el voto de la militancia y se comprometan con ella  y  escuchen lo que realmente piensan de la recuperación o no del PAN. Eso sí sería un quiebre”.

Para Corral Jurado, el inmediatismo electoral fue lo que terminó “desdibujándonos ante los electorados, porque empezó a consentir desde procedimientos tramposos, asambleas a modo, candidaturas éticamente muy cuestionables. Incluso legalmente muy a fuerza.

“Tiene que volver a tener cimientos democráticos, tiene que hacer una reforma estatutaria casi casi de cirugía mayor, hay que modificar incluso la forma de integrar los órganos directivos del partido. Se tiene que estrujar internamente y no importa. Si estamos en ese proceso de recuperación interna, de recuperación de nuestra identidad, de nuestra tradición democrática, no importa que perdamos elecciones. El problema es seguir en una dinámica electorera en donde solo nos planteemos ganar elecciones y se siga echando a perder el partido en sus fundamentos y en su estilo de vida y de convivir. Muchas conductas de corrupción están impunes en el PAN, se dejaron de aplicar los estatutos.

–En los últimos 12 años, tampoco surgieron nuevos liderazgos…

–El PAN abandonó la capacitación ideológica y doctrinaria desde que le creímos a (Carlos) Castillo Peraza que habíamos logrado una victoria cultural y qué lejos estamos de haberla logrado. En realidad, la única cultura que ha imperado es la  priista y la lógica arribista, y ya nos dimos cuenta que esa lógica no sirve a la ética del PAN, a quien refuerza es al PRI. El PAN tiene que volver a hacer una apuesta por la formación de ciudadanía, por la formación ideológica y doctrinal, a través de capacitación permanente. A mucha gente del partido usted le pregunta, ¿quién fue Manuel Gómez Morín? (el fundador del partido, nacido en Batopilas, Chihuahua)  y no sabe.

Bueno, en el mismo Chihuahua, donde es un deber patriótico y partidario saber quién es Gómez Morín, hay compañeros que no lo saben.

Debería haber una inyección de capacitación y formación, que nos recuerde los motivos que nos convocaron hace muchos años, los valores que nos nutren como partido. Ese es el otro gran descuido. Creo que el PAN no destina ni 5% de recursos a la capacitación.

Si usted no abreva de forma permanente, de conceptos, ideas, pues termina perdido, termina sin rumbo. Si, por ejemplo, el partido no delibera, no discute adentro, ¿con qué fuerza lo hace afuera? Se pierde hasta condición.

Tiene unos 14 años que no escucho en los consejos a todos los niveles, deliberaciones que aborden problemas sociales, asuntos de interés público, o discusiones ideológicas y programáticas. (Ahora se habla de) puros chismes, puros pleitos, puros recursos, que la regiduría, que los dineros… deliberaciones totalmente burocráticas, cuando los consejos del PAN eran los principales órganos de orientación política e ideológica del partido.

(Antes) eran unos consejos de deliberación muy importantes. Eso ya no existe, mucho de ello se ha perdido porque se perdió la capacitación, la formación de cuadros.

Es que el PAN sucumbió a la tentación de ser una partido de masas, de repente, como nos llegó el poder y nos vimos sin estructuras y sin cuadros suficientes nos tentó la idea masiva. ¡Hay que abrir el PAN!, pensamos, y nos pasó un poco lo que advertía Castillo Peraza: cuando un partido deja de alimentarse de nuevos miembros puede morir de inanición, pero cuando un partido come de todo puede morir de inanición y se recibió de todo.

LA RENUNCIA A LA DEMOCRACIA


Mauricio Merino Huerta, doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, acaba de presentar su libro El futuro que no tuvimos, en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.

Se trata de una “crónica del desencanto democrático”. Para él es claro que el PAN renunció al proyecto democrático durante estos años; no se lo planteó como el principal de su partido, de su gobierno, dice.

“Se planteó otras cosas: combatir al crimen organizado, ser eficiente, actuar como lo hace la iniciativa privada en algunos puntos. Se planteó cosas que no coincidían con el proyecto democrático y contribuyó con creces a que este proyecto se abandonara”, dice.

–¿Debería el partido mirar al pasado?

–No sé si tienen que retomar el pasado más remoto, confieso que no me atrevo a contestar si eso es lo que habría que hacer.

El PAN está pagando el costo del ejercicio del poder y  su indecisión respecto al programa que había defendido durante toda su historia. Sus principios ideológicos, no sé si éticos, pero ideológicos sí, su programa original, lo ha abandonado en el trayecto, a cambio del ejercicio del poder tradicional.

Y lo que sucedió (es que tuvo que) pagar un costo monumental. Yo creo que el caso de Felipe Calderón es emblemático. Felipe Calderón es un ex Presidente muy poco querido, por decir lo menos, y ha transferido ese costo a su partido.

Lo que está viviendo hoy el PAN es un debate de enorme intensidad entre seguir defendiendo el pasado inmediato, que a mí me parece francamente inútil, o pensar en lo que sigue en el futuro inmediato y, sin embargo, quienes están del lado del futuro inmediato, aparentemente, no cuentan con la fuerza política suficiente.

Mientras el PAN no salga de esta nuez, de este punto de inflexión entre defender a Calderón o plantearse una nueva etapa como partido político, pues va a seguir siendo derrotado una y otra vez, no tengo duda al respecto.

Yo creo que el punto es: o defienden el pasado inmediato de Calderón o se plantean un futuro totalmente diferente. No les queda otra, los resultados electorales los han puesto contra la pared.

PERDER ELECCIONES O NEGOCIAR IDEOLOGÍA

Javier Arzuaga Magnoni, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, también acaba de publicar el libro Consideraciones sobre la Democracia Interna en los Partidos Políticos.

De acuerdo con el investigador “en términos generales, los afiliados históricos de un partido político lo que quieren es pureza ideológica y prefieren perder una elección, a cambiar el programa o desvirtuarlo.

“Pero, ¿para qué sirve tener una ideología muy fuerte si no la puedes llevar a cabo, porque no ganas puestos de elección? Es una ecuación difícil de resolver: Si somos muy fieles a la historia, política y propuestas del partido, resulta que éste no crece y si crece, tiende a debilitarse ideológicamente”.

Para Arzuaga Magoni ésta es una decisión que normalmente genera ciclos, a veces descendentes, otros ascendentes donde, cuando los militantes se sienten muy fuertes, quieren ganar una elección, pero cuando se dan cuenta de que esto significó negociar los principios, se recluyen.

Ahora el reto es comenzar de abajo hacia arriba con menos poder en los procesos electorales, comenta, aunque la posición de sólo defender la ideología conlleva el riesgo de asumir un proceso de derrotas.

“Madero dice, en 2000 ganamos la elección con 100 mil afiliados y en 2012 la perdimos con 2 millones. Entonces, de alguna manera lo que está mostrando es que él está por un partido más chico, ideológicamente mucho más firme, programáticamente mucho más coherente, pero lo cierto es que así no se ganan las elecciones”, concluye.

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