En 2011, el entonces Presidente Felipe Calderón recibió al líder moral del Tíbet en privado. La representación cultural de ese territorio acusó presiones de China, que desde 1949 lo mantiene ocupado, ¿qué hará Enrique Peña Nieto?
El Dalai Lama vendrá nuevamente a México; lo hará en octubre próximo. Apóstol de la paz, compartirá las enseñanzas de la tradición budista tibetana, ofrecerá un mensaje sobre los valores humanos fundamentales y hablará de la importancia del cultivo de un buen corazón.
Casa Tíbet México, primera representación cultural oficial del pueblo tibetano en Latinoamérica, afina por ahora los detalles de la estancia de Tenzin Gyatso, el principal representante del budismo en el mundo, pero cuya popularidad ha sobrepasado las diferencias religiosas tradicionales, hasta haberlo convertido en uno de los líderes espirituales más relevantes de nuestra época.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), establece que en México 18 mil 185 personas profesan alguna religión de origen oriental, entre las que se cuentan el hinduismo, el sintoísmo y el budismo. El censo mexicano no especifica el número de practicantes de cada una de estas religiones en particular.
El documento Panorama de las Religiones en México 2010, del INEGI, ubica al Distrito Federal con el mayor número de seguidores de alguna religión de origen oriental, con cinco mil 633 personas. Le siguen el Estado de México, con mil 900; Baja California, con mil 722, y Jalisco, con mil 479. En el resto de los estados de la República, la cifra de adeptos no alcanza los mil.
Según datos del mismo INEGI, en el año 2000 había en México cinco mil 346 practicantes del budismo.
Muy lentamente, la comunidad budista crece en nuestro país. “Este es por razones históricas, por naturaleza, un país de orientación cristiana, de orientación teísta. La tradición budista no es una tradición teísta, no cree en la figura del Dios creador y administrador del mundo. No es una religión de fe, sino de experiencia. Se trata de una propuesta en buena medida muy distinta y ajena a aquella con la que el mexicano tiene familiaridad”, explica Antonio Karam, presidente y fundador de Casa Tíbet.
Dice la tradición budista que Siddhartha Gautama, su fundador, no era un dios, ni un profeta, ni un mesías. Era un ser humano normal, que con esfuerzo encontró el camino para la superación definitiva del sufrimiento. El epíteto de Siddhartha Gautama, es Buda, que quiere decir “El Despierto”.
“Logra el despertar, la actualización de una dimensión genuina y trascendente del bienestar y felicidad, en oposición al bienestar hedónico que es por naturaleza temporal y relativo; felicidad, que no depende del entorno al que nos vemos expuestos ni de los estímulos con los que nos contactamos a través de nuestras bases sensoriales, sino más bien que emana de un estado de pleno equilibrio entre la mente y el cuerpo en general”, explica Karam.
Siddhartha Gautama logra la “iluminación”, en buena medida, gracias al samadhi, herencia de la civilización espiritual contemplativa brahmánica, que incluye el cultivo de estados alterados de conciencia, caracterizados por el refinamiento de la atención sostenida, primariamente empleados para suspender temporalmente la experiencia del sufrimiento y al mismo tiempo navegar y explorar las diferentes dimensiones que comprenden a la realidad en general.
Siddhartha Gautama pasa el resto de su vida, cuarenta y cinco años, compartiendo su experiencia y sus enseñanzas en buena parte del norte de La India. Con base en su prédica, se constituyó una enorme variedad de diferentes enseñanzas que, poco a poco, se conformaron en diferentes movimientos espirituales que hoy comprenden lo que llamamos budismo en general, explica el presidente de Casa TÍbet.
De hecho, al buscar un directorio de grupos budistas en México, nos encontramos con diferentes “tradiciones”: shin, zen, ecuménico, no sectario, tibetano y theravada, entre otras.
“Dos grandes categorías conforman el budismo: la tradición budista fundacional que conocemos en términos generales como la tradición theravada, de los viejos o ancianos, que se practica en países del sudeste asiático como Mahayana, Tailandia, Camboya y Sri Lanka, y la tradición malhayan también conocida como la tradición del bodhisattva o triángulo espiritual, que se practica en Tíbet , China , Japón, Corea , etcétera. Estas tradiciones, a su vez, van desdoblándose en diferentes escuelas que si bien comparten en buena medida los principios fundamentales del budismo, difieren en las metodologías y en el énfasis que dan a diferentes puntos doctrinales de la tradición. La diferencia entre estas escuelas es un poco similar a las que encontramos entre las órdenes del cristianismo, como dominicos y jesuitas, en oposición a las diferencias que encontramos entre católicos y protestantes”, abunda Karam.
Son diferencias mucho menos acentuadas. Algunas tradiciones son más devocionales, algunas ponen énfasis en el ejercicio contemplativo, algunas otras son más morales y así, subsecuentemente”.
Lo que todas las tradiciones comparten son las Cuatro Verdades Nobles: La verdad del sufrimiento, la verdad de las causas que lo producen (básicamente el deseo neurótico, el apego), el potencial de lograr su cesación y el camino que conduce a ello. También comparten la idea de que la conciencia que anima a los seres sensibles es un flujo de eterna continuidad y experiencia, no una mera propiedad emergente del organismo físico; que el cuerpo no la produce, sino que la modula y la expresa temporalmente, que depende de las leyes de la causalidad (el karma), y que renace en diferentes plataformas de experiencia hasta lograr su perfeccionamiento, el despertar o la budiedad.
MÉXICO Y EL BUDISMO
“Somos flujos eternos de conciencia”, dice Sergio Bracamontes, un mexicano que abrazó el budismo hace diez años. Productor de televisión, una intoxicación por medicamentos le provocó caer en estado de coma por varios días. “Vi cosas que me llevaron a cuestionar mi existencia…Llegué a la conclusión de que tenía que meditar. Pregunté por un lugar serio y me recomendaron Casa Tíbet. Dije, ¡no! Son los que tienen a Buda como su Dios…
“Fui a regañadientes. Me inscribí en un curso introductorio. Caí en la cuenta de que estaba mal informado y empecé a encontrar algunas respuestas”, cuenta.
Por medio de la meditación, “entiendes que no tienes ningún tipo de control sobre tu ego (causante del sufrimiento), fortaleces la atención y tranquilizas tu mente. La meditación es como una jarra de agua turbia que dejas reposar: después de un tiempo la tierra se asienta en el fondo y el agua se aclara. Ves mejor cómo es la realidad y tu relación con ella”.
Sergio dice que con el budismo “aprendes a ver el mundo de una forma distinta. Te concentras en lo verdaderamente importante. Por ejemplo, si sabes que vas a morir, deberías perder el interés en criticar a los demás, en pelearte con el vecino ¿no?”.
Seguir las enseñanzas de Siddhartha Gautama es complejo. Requiere de mucha práctica y disciplina.
- ¿Cómo son los mexicanos que han acogido el Budismo en México?
- Para empezar, la tradición budista es demandante intelectualmente y siendo así, implica que se debe contar con una cierta educación para poderle comprender y practicar en general. En ese sentido, podríamos decir que es elitista, no económica, sino intelectualmente. Entonces es una tradición que ha interesado en nuestro país primariamente a las clases medias - responde Marco Antonio Karam.
El budismo tibetano es el que goza de mayor popularidad en nuestro país. De acuerdo con Karam, el budismo arribó a México desde la década de los 50 del siglo pasado, específicamente el zen japonés.
Sin embargo, “éste nunca pudo realmente enraizarse en la cultura mexicana, quizá porque se trata de una tradición que está más orientada a la estructura cognitiva y emocional, muy disciplinada, casi militarista, del pueblo japonés y chino, en oposición a lo que es el espíritu tan alegre y tan indisciplinado del pueblo latino en general”.
Quizás el budismo zen sea la tradición que más pone énfasis en la meditación. Sentados en un almohadón redondo, en posición de loto o medio loto, sus practicantes pueden pasar muchas horas sin moverse.
Esa forma de meditación “tiene sus recompensas”, nos confió una practicante. “Me ha permitido tener claro hasta qué punto el ego me ha hecho apegarme a las personas”, dice.
Uno de los textos tradicionales del zen dice: “No obtienen nada tomando por la luna el dedo que la señala”. Jorge Luis Borges, en la cuarta conferencia de Siete Noches, la que se refiere al budismo, confiesa: “Yo tengo para mí que, si hay dos budismos que se parecen, que son casi idénticos, son el que predicó el Buddha y lo que se enseña ahora en la China y el Japón, el budismo zen”.
De acuerdo con Karam, “la tradición budista tibetana o los tibetanos en general, se asemejan en muchos diferentes sentidos, culturalmente hablando, a los latinos y a los mexicanos. Por lo tanto, el budismo tibetano es uno que eventualmente encuentra mucha más afinidad con México y florece con mayor facilidad”.
La casa Tíbet de México es la institución budista más grande de Latinoamérica. De acuerdo con su presidente y fundador, con 18 centros en la República Mexicana, cuenta con alrededor de dos mil miembros activos y una comunidad de más de 50 mil personas.
Ha sido la encargada de, en buena medida, servir como punta de lanza para la introducción del budismo tibetano y del budismo en general en México y ha organizado las visitas del Dalai Lama a nuestro país.
La última vez que el Premio Nobel de la Paz 1989 vino a México, fue en septiembre de 2011. En esa ocasión, el líder tibetano visitó el Distrito Federal y Monterrey. Sostuvo un encuentro masivo en el Estadio Azul de la Ciudad de México y se reunió con integrantes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, entre otras actividades. Su estancia estuvo precedida por una polémica sobre si el entonces Presidente Felipe Calderón, lo recibiría o no, ante las presiones de la República Popular China, que mantiene ocupado El Tíbet desde 1949.
Calderón sí recibió al Dalai Lama, pero en privado. Preguntamos a Marco Antonio Karam, si en esta próxima visita el líder espiritual tiene programado un encuentro con el Presidente Enrique Peña Nieto.
“Ello dependerá de las autoridades que expresen su deseo de reunirse con él. Dialogar con el Dalai Lama es un beneficio, pero dependerá de ellos”, reiteró.
A su llegada a México, el Dalai Lama habrá cumplido 78 años de edad. Nació el seis de julio de 1935 en Taktser, aldea situada en el noreste del Tíbet. Nacido en una familia campesina, fue reconocido a los dos años de edad, de acuerdo con la tradición tibetana, como la reencarnación de su predecesor, el treceavo Dalai Lama. Es considerado una encarnación de Avalokitesvara, el Buda de la Compasión.
-¿Acompañará otra vez al líder tibetano, el actor estadounidense Richard Gere?
- Lo único que puedo decir es que estamos organizando una exposición de algunos artistas prominentes.