Author image

Antonio María Calera-Grobet

19/01/2025 - 12:05 am

Una sangre, don Julio regalado

No se suponía que nos bajaran a ninguno de nuestros Zaratustras, humildes Moiseses que pudiéramos haber logrado, tan pocos Sidhartanos, Hermanes Hesses o Asises que somos.

La gendarmería de Cornwall en Inglaterra confirma la muerte del humano, pensador, escritor, traficante de ideas, Julio Trujillo.
Dos fotografías del poeta Julio Trujillo, las cuales fueron difundidas por la Policía de Devon & Cornwall. Foto: X @DC_Police

La gendarmería de Cornwall en Inglaterra confirma la muerte del humano, pensador, escritor, traficante de ideas, Julio Trujillo.

No se suponía, una sangre, que se saliera alguien, se fuera nadie de la infantería. “No pasarán”, dijeron nuestros viejos, se ha dicho por los nuestros por tanto y tanto tiempo y por eso nos lo decíamos nosotros, vamos, que se ha dicho entre los pares en cualquier punto del planeta para darse fuerza y punto pelota. Pero paso y pasa, seguirá pasando, la cosa que sí pasaron, pasaron y pasaron, y por lo que vemos seguirán haciéndolo por sobre nosotros, y de tantas maneras como ni imaginamos.
Nos dejaron, además de todos nuestros muertos, muertos por dentro. Fueron tan finos, tan exquisitos sus mecanismos, reconozcámoslo, que habría, no cabe duda (veamos las millones de “bajas” de cuerpos o almas que hay por todas partes), que no hay de otra que reconocérselos o mínimamente nos matan. Si no nos secuestraron, torturaron, violaron, quemaron luego de machetearnos en cachitos, nos dejaron con esta asquerosa nata, esta miasma intoxicante de tanta referencialidad sangrante. Segismundos ahí en en nuestras dizque torres, de Satélites, techado nuestro ”topus uranus” por purísma y duradera fibra de vidrio, agolpados ahí en en zotehuelas, ateridos en tejabanes, buhardillas, atapancados de por vida en el cadalso eterno de todos los zaquizamís, nos dejaron poco a poco, ni nos dimos cuenta, nunca lo vimos venir, poco a poco a desangrarnos, ahí calladitos, a morir.

No se suponía que nos bajaran a ninguno de nuestros Zaratustras, humildes Moiseses que pudiéramos haber logrado, tan pocos Sidhartanos, Hermanes Hesses o Asises que somos. Y así fue, a plomazos de cualquier pinche cerro que hicimos para descansar, jugarán nuestros hijos a contar estrellas, piedras, ovejas, se pudieran quedar a dormir tranquilos, de cada guarida que hayamos maomenos hecho, llámese "Abarrotes Lupita", libros de milagro, estudios de medio pelo, artesanías de machote, oficios de caballeros dignos, vamos, hasta algún cutre bar que hayamos concebido nuestro Carmelo Monte: de todos los nidos reales o simbólicos nos han bajado a putazos.
Y claro que no estaba en los planes, nunca se dio “por sobre entendido” que ni una sola gota roja diera al suelo, jamás, por lo menos no de nuestra infantería. “No pasarán”, nos decíamos y seguro hasta ya los otros, los que desecan toda cuenca, se han cagado de la risa. Una sangre, ¿qué te digo yo tan serrano, tan becerro, tan un guiño? Nos bajaron Zaratustras, nos bajaron Siddhartas, nos bajaron, qué necesidad, hasta los Lucateros Lucas, los Milusos, los Caltzonzines apenas tiernos, los Anacletos Morones. Nos bajaron a plomazos de las nubes, nos dejaron sin volcanes y punto, se acabó.

¿Qué te digo, mi querido amigo? Pues que nos quedamos, como ya calaste bien hondo, por acá los que quedamos (y ojalá sin quedarnos callados, cruzados de brazos), nos quedamos muriendo. Mira, sangre, si te quitaste la vida es cosa de un poema, y lo que quisiera decirte es que acá estamos la inmensa minoría de siempre para lo que necesites. Y le daremos. Le seguiremos dando. Ya sabes que sabemos que es Abril es el mes más cruel, y luego esto de Enero y Febrero bien locos, que Marzo otro poco, y a Julio ya nos lo quitaron, regalamos, ofrendamos como se quiera ver, y que prácticamente de ahí nos vamos a quedar con hambre de vida hasta el 2 de muertos que se celebra cada 15, 12, 13 o casi siempre. Ya sabemos que sabemos eso desde que nacimos, y eso es lo que toca, lo que siempre ha habido, hay y habrá. Que no hay ya cómo ni por dónde, ni saber ser o no ser, ni siquiera saber estar. Lo que necesites, me mandan decirte, te decía, nos decíamos siempre, y decirte que quedamos en lo dicho, desde ya y hasta siempre.

Antonio María Calera-Grobet
(México, 1973). Escritor, editor y promotor cultural. Colaborador de diversos diarios y revistas de circulación nacional. Editor de Mantarraya Ediciones. Autor de Gula. De sesos y Lengua (2011). Propietario de “Hostería La Bota”.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

Opinión en video