Las razones detrás del discurso de odio hacia México no son claras, sin embargo, la historia sugiere que quizá podría estar relacionado con los fracasos que ha tenido en sus intentos de inversión en el país, pues Trump, quien ha realizado negocios en diversas partes del mundo, enfrentó dos proyectos fallidos en México, ambos en zonas turísticas clave: Baja California y Quintana Roo.
Ciudad de México, 19 de enero (SinEmbargo).– Donald Trump, quien volverá a desempeñarse como Presidente de Estados Unidos desde el próximo lunes, es conocido por su retórica antimexicana, caracterizada por discursos de odio y descalificaciones hacia México. No obstante, su pasado como empresario revela que, lejos de mantener una postura negativa constante, alguna vez vio en el país una oportunidad de negocio que no logró concretar y que, por el contrario, terminó en un fraude.
Las descalificaciones a migrantes mexicanos – a quienes ha tildado de criminales, violadores, entre otras cosas– han sido constantes en el discurso de Trump desde el 2016, cuando compitió por primera vez en las elecciones presidenciales de Estados Unidos; también otro aspecto de su narrativa antimexicana ha sido el reproche a las empresas estadounidenses por invertir en México, aunado al querer catalogar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas.
No obstante, antes de eso Trump protagonizó una historia de fracaso cuando buscó invertir en el país, particularmente en dos proyectos fallidos en México, ambos en zonas turísticas clave: Baja California y Quintana Roo.
Los negocios fallidos
En 2006, Donald Trump intentó construir un desarrollo inmobiliario de departamentos de lujo en Baja California, denominado Trump Ocean Resort, Baja; inmuebles con un valor de venta que oscilaba entre los 350 mil y los 900 mil. Sin embargo, el proyecto nunca se concretó, convirtiéndose en un fracaso para el magnate.
El caso en Baja California no fue el único intento fallido de Donald Trump en México. En 2007, un año después de lo ocurrido en Baja California, Trump intentó establecer otro desarrollo turístico en Cozumel, Quintana Roo. El proyecto, denominado Punta Arrecifes Resort, contemplaba una pista aérea, un campo de golf y otros lujos.
De acuerdo con diversos reportajes, en el primer caso Trump promocionó este desarrollo inmobiliario bajo el nombre de Trump Ocean Resort, con un intenso despliegue de mercadotecnia: presentándolo como un hotel de lujo con una zona de condominios, fue promocionado en Baja California con gran dinamismo.
Un reportaje publicado por el San Diego Tribune en septiembre de 2016, que detalla esta fallida inversión de Donald Trump, describe que el complejo debía ocupar 17 acres frente al mar y constar de 525 condominios. Los precios de las unidades oscilaban entre 275 mil y 3 millones de dólares.
El texto del Tribune también señala que Trump, acompañado por sus hijos Ivanka y Donald Jr., utilizó su nombre y reputación para atraer a compradores confiados, participando en múltiples eventos promocionales.
La empresa de Trump se asoció con Irongate Capital Partners LLC, la misma firma que construyó el Trump International Hotel & Tower Waikiki en Honolulu y los condominios salieron a la venta en un momento en el que las propiedades en el sur de California alcanzaban su pico histórico.
Los compradores debían realizar un depósito de al menos el 30 por ciento del valor total de los inmuebles, según documentaron diversos reportajes, como el del San Diego Tribune, una investigación de Univisión Noticias, y la agencia AP. De acuerdo con estas notas periodísticas, en diciembre de 2006 se habrían vendido casi 200 unidades.
El proyecto era promocionado como encabezado por Donald Trump en sociedad con Irongate.
El reportaje especial de Univisión junto con Columbia Journalism School, firmado por la reportera Inti Pacheco en febrero de 2018, detalla que en el primer evento de venta, realizado en San Diego en diciembre de 2006, Irongate declaró que se había vendido al menos el 80 por ciento de los apartamentos en un solo día.
No obstante, la investigación reveló que en realidad solo se vendió el 60 por ciento, ya que más de 30 unidades estaban a nombre de ejecutivos de Irongate.
A pesar de los depósitos iniciales entregados por los interesados, el proyecto nunca se construyó y quedó como un fraude inmobiliario. Y es que, en 2009, se informó que el proyecto colapsó luego de que la promotora P.B. Impulsores, filial de Irongate en México, anunció la cancelación debido a la falta de financiamiento tras la crisis económica global. Más de 32.5 millones de dólares en depósitos desaparecieron, y los afectados jamás recuperaron su dinero.
Una nota de la agencia AP señala que en febrero de ese año los compradores recibieron un correo electrónico de Irongate en el que se les notificaba que, “dada la extrema situación de los mercados financieros y luego de explorar múltiples opciones de deuda y posibles inversiones, desafortunadamente el proyecto en Baja no podrá continuar”.
La carta, fechada el 16 de febrero de 2009, también aclaraba que Trump no había invertido en el proyecto, aunque los compradores afirmaron que fue su participación la que los motivó a confiar y depositar su dinero.
Varios afectados denunciaron a la empresa Trump Ocean Resort, propiedad de Donald Trump. El análisis de Univisión y Columbia Journalism School también revelaba que Irongate, junto con S&P Real Estate, encargada de las ventas y publicidad, engañaron a los compradores durante casi dos años.
En México, en octubre de 2016, varios afectados presentaron una denuncia ante la entonces Procuraduría General de la República (PGR) por defraudación fiscal, tras haber entregado pagos por inmuebles que nunca se construyeron. En ese momento, Jaime Martínez Veloz, comisionado para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de la Segob, explicó que la denuncia contra Trump se presentó por incumplir con la entrega de propiedades y violar obligaciones fiscales en Baja California.
Martínez Veloz también afirmó que la empresa responsable del proyecto nunca tramitó los permisos necesarios para la construcción de las dos torres de departamentos previstas.
Sin embargo, la investigación de Inti Pacheco señala que P.B. Impulsores sí habría solicitado permisos de construcción, pero solo obtuvo autorización para una torre, un año y medio después de vender los departamentos. No obstante, según la misma investigación, no se obtuvo autorización para la segunda torre, aunque se vendió más de la mitad de sus unidades. Además, documentos internos revelaron que Irongate habría recibido 10 millones de dólares en depósitos por esa segunda torre, pese a no contar con los permisos requeridos.
Ante este escenario, los afectados demandaron a la empresa y a Trump por fraude, aunque la familia Trump negó las acusaciones. Finalmente, en 2013, tras años de batalla legal, Donald Trump firmó un acuerdo extrajudicial. Según reportajes de AP y Univisión, al menos 200 compradores llegaron a un acuerdo confidencial, mediante el cual habrían recibido un pago total de 7.2 millones de dólares repartidos entre todos los afectados.
El caso en Baja California no fue el único intento fallido de Donald Trump en México. En 2007, un año después de lo ocurrido en Baja California, Trump intentó establecer otro desarrollo turístico en Cozumel, Quintana Roo. El proyecto, denominado Punta Arrecifes Resort, contemplaba una pista aérea, un campo de golf y otros lujos.
De acuerdo con un reportaje publicado en 2016 por el periodista Jenaro Villamil en la revista Proceso, narra que Donald Trump pudo haber desarrollado animadversión hacia México debido a problemas en negocios fallidos en Quintana Roo. Y es que, de acuerdo con el texto, en 2008, sus hijos Donald Jr. e Ivanka se reunieron con representantes locales para negociar un cambio de uso de suelo en Cozumel, necesario para construir el lujoso complejo Punta Arrecifes Resort.
Sin embargo, el entonces alcalde panista, Gustavo Ortega Joaquín, les pidió un "moche" de 20 millones de dólares para facilitar los trámites. Ante esta solicitud, según narró Villamil, los Trump cancelaron el proyecto. Aunque Trump nunca mencionó este incidente públicamente, su experiencia con la corrupción local pudo haber influido en su discurso xenófobo hacia México.