Fabrizio Mejía Madrid
15/01/2025 - 12:05 am
Hablemos del Fobaproa, doctor Zedillo
No sé si se acuerda, doctor Zedillo, pero los panistas también metieron sus deudas en el Fobaproa. Lo que son las cosas, ¿verdad?
El pasado 10 de enero en uno de los seminarios del ITAM habló Ernesto Zedillo. Antes habían hablado Guillermo Ortíz, el que fuera su Secretario de Hacienda, Valeria Moy y Suárez Velez del diario Reforma. Zedillo se atrevió a hablar para decir esto: “No necesitamos un país que sea una autocracia de partido hegemónico, donde el poder real e inmenso lo ejerza un caudillo instalado oculto a la oficina anexa de la Presidencia de la República, queremos una Presidenta de verdad que mande a las facultades constitucionales”. Según Zedillo, Andrés Manuel es un caudillo, no un dirigente social, el expresidente mexicano más querido y con el Gobierno mejor aprobado de la historia, sino, además, vive todavía en Palacio Nacional. La misoginia de todas las comentaristas que sostienen esa vulgaridad es retomada por Zedillo para herir a la Presidenta, a sus 36 millones de votos y a los 8 de cada diez mexicanos que aprueban sus primeros cien días. Hasta aquí no hay nada que no esperaríamos de un priista que condujo al país a un desastre económico que desapareció a la clase media mexicana, mientras beneficiaba a un puñado de empresarios que habían contribuído a las campañas electorales del PRI. Que el Presidente de la fallida intervención militar en Chiapas para detener a su vocero, el que tuvo bajo su mando las matanzas de Acteal, Aguas Blancas, El Charco y El Bosque, el que vendió los ferrocarriles nacionales, los satélites mexicanos, puertos y aeropuertos, y la distribución del gas natural, que ese mismo hable mal del cambio de régimen en México no sería más que un honor.
Pero se permitió hablar de autocracia un autócrata que gobernó desde la ilegalidad durante seis años. Por ejemplo, su célebre “rescate de los banqueros”, el Fobaproa, se hizo fuera de la ley: el dinero tendría que haber sido aportado por los mismos bancos para proteger a sus ahorradores, no por el Banco de México ni por los excedentes petroleros. Eso fue ilegal. Luego, mediante un cochupo con el PAN, lo seguimos pagando todos, nuestros nietos incluidos, hasta el 2042. Ese rescate fue inconstitucional porque no cumplió con ninguno de los requisitos que vienen en el artículo 73 fracción VIII. Lo ordenó desde su carácter de Jefe de Jefes, de algo que suponemos no es un “caudillo”, sino un gris tecnócrata con poderes más allá de la Constitución. No lo aprobó el Congreso en ese 1995. Fue hasta 1998. Fue una decisión autocrática del Presidente en funciones, o sea, usted, doctor. Se atreve el doctor Zedillo a hablar de autocracia un expresidente que cambió a su gusto toda la Suprema Corte de Justicia a unos días de haber tomado el cargo en sustitución del candidato asesinado, Colosio. Y hasta redujo el número de ministros. Se atreve a hablar de autocracia quien ordenó desmantelar la CONASUPO por el escándalo de corrupción en 1989 con la harina de maiz de Maseca. Se atreve, en fin, de hablar de autocracia quien prefirió romper el diálogo con la oposición a reconocer que el PRI había perdido las elecciones tanto de Tabasco como de Yucatán.
Pero hablemos del Fobaproa, doctor Zedillo. Usted sostuvo hasta la penita ajena que había salvado a los ahorradores de los bancos por la quiebra de éstos. Eso es completamente falso y usted lo sabe. Ahí están las cifras: el 56 por ciento de lo gastado rescató a tan sólo el 0.25 por ciento de afectados, es decir, a los que eran los dueños de los bancos y de las empresas a las que les habían prestado dinero, sin que su Secretario de Hacienda se diera cuenta de que eran autopréstamos de los mismos dueños de los bancos. A ese rescate del 0.25 por ciento al que le transferimos recursos todos, por decisión de su partido “hegemónico”, el PRI, y el PAN, se benefició, de entrada, con 600 mil millones de pesos, cuando el capital de todos los bancos juntos no llegaba a los 80 millones. Es decir, les regalamos, o usted les regaló, 520 mil millones que ni siquiera habían perdido por su corrupción financiera. Acabaron ganando 520 mil millones por la decisión de la autocracia de su Presidente en turno. Así, doctor Zedillo, mientras usted dijo en su segundo informe presidencial de 1996, que el rescate sería de 180 mil millones de pesos, luego resultó de un billón 800 mil pesos, y ahora ya va en que uno de cada tres pesos que se deben provienen todavía del supuesto rescate bancario que usted ordenó aunque fuera ilegal, sin cumplir con la Constitución, sin pasar por el Congreso, sin siquiera pasar por la transparencia. Porque, usted lo sabe, doctor Zedillo: la información de a quiénes se rescató sigue estando resguardada por el supuesto secreto bancario y el afortunadamente extinto Instituto de la Transparencia.
Hablemos, doctor Zedillo, de la crisis que se gestó cuando los economistas neoliberales como usted, Carlos Salinas, y sus secretarios de Hacienda y del Banco de México, quisieron hacer política. Usted y Salinas decidieron pagar la diferencia entre lo que debían al extranjero y lo que ingresábamos como país con unos capitales que venían a especular y con deudas y más deudas externas de empresarios y bancos. Eran 100 mil millones de dólares lo que estaban tratando de tapar para la elección de 1994, no fuera a perder el PRI. Luego, soltaron a sus amigos con días de anticipación la idea de devaluar el peso con lo que se fue al 100 por ciento y no al 30 como habían calculado. Eso disparó las tasas de interés y millones de personas ahorradoras no pudieron pagar sus créditos, hipotecas, y tarjetas de crédito. Usted desapareció a la clase media diciendo que “no vamos a fomentar la cultura del no-pago”, cuando a sus amigos, esos del 0.25 por ciento que se comieron más de la mitad de los recursos públicos, simplemente no pagaron su corrupción. Ese 0.25 por ciento era el que había usado a los bancos recién privatizados para autoprestarle dinero a sus propias empresas, para sacar ese dinero del país, y hasta para el dispendio en yates, aviones, y hasta una isla en el Cariobe a la que usted iba a bucear cuando estaba muy presionado. La isla de Roberto Hernández, de Banamex. Hasta una foto de primera plana de La Jornada obtuvo esa esnorqueleada suya. Mientras, el resto, se quedó sin casa, sin pequeñas empresas, sin aparatos domésticos, embargados por los mismos bancos que no pagaron nada, en espera del 12 de diciembre de 1998 cuando, con Acción Nacional, ustedes aprobaron que todos íbamos a pagar el monstruoso robo a la Nación. Ahora, doctor Zedillo, usted viene a hablar de “nubarrones” para la 4T en materia económica, cuando usted y su antecesor, Salinas de Gortari, decían que creceríamos al cuatro por ciento y decrecimos al siete por ciento, que tendríamos una inflación de un dígito cuando llegó al 505 por ciento, que teníamos un peso fuerte cuando se devaluó 100 por ciento y las tasas de interés se multiplicaron por siete. Nos viene ahora a alertar que seremos “un paria” ---así dice--- en la comunidad internacional, cuando a usted le cerraron las puertas de Downing Street y tuvo que conseguir un préstamo de emergencia de los Estados Unidos hipotecando a Petróleos Mexicanos. De verdad, ¿ahora sí puede ver los nubarrones que en su sexenio fueron una tempestad sin fin que borró familias, propiedades, empresas completas, mientras se les borraban las deudas al 0.25 por ciento de sus amigos empresarios? Es indignante lo que ahora se atreve a decir, doctor Zedillo.
Con qué autoridad moral y política, doctor Zedillo, nos habla alguien que sostuvo que vender los bancos y liberar el sistema financiero iba a aumentar el ahorro y asignarlo de manera eficiente, como hacen siempre los mercados, al menos los que tienen en la cabeza los neoliberales. La realidad, y usted lo sabe, es que el ahorro disminuyó del 21 por ciento del PIB en 1988 a 14 por ciento en 1994. Se quebraron siete puntos del PIB con sus privatizaciones. Y la dependencia de México de los péstamos externos y de los capitales especulativos se multiplicó por siete.
Ahora, usted sostuvo hasta el descrédito personal que no había de otra, pero jamás pensó en programas sociales, en condonar las deudas a los más pobres, a que el paquete lo pagaran quienes habían incurrido en una borrachera de dispendios y autopréstamos. No, usted aprobó que se presionara con amenazas y acciones legales a los pequeños y medianos deudores para que "pagaran" lo que, sin las tasas de interés subidas, ya habían pagado varias veces. Usted, en cambio, protegió a los grandes deudores de la banca que eran, no me lo crea, los banqueros mismos. Y lo acabó haciendo con dinero público, de todos, de nuestro esfuerzo y nuestro trabajo. Porque, usted también sabe, que el Fobaproa, como decía la ley que le dio vida en 1990, no debería tener dinero público porque los garantes eran los bancos mismos. Usted sabía que al Fobaproa no se le podían asignar gastos presupuestales, porque no era una paraestatal, no era parte de la administración federal, sino un fideicomiso, donde el que tenía que poner recursos era el capital financiero. Pero usted no pensó que eso fuera autocracia, disponer de 25 mil millones, del remanente de operaciones del Banco de México en 1996 por 24 mil 383 millones de pesos; de 18 mil 700 millones de pesos obtenidos de créditos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo; y otros 3 mil 67 millones de pesos más. En total, a diciembre de 1997, su Gobierno habla erogado recursos frescos por 72 mil 270 millones de pesos, o el equivalente al 2.2 por ciento del PIB. Y todavía nos faltaban de su sexenio tres años de tasas de interés impagables.
Lo que usted seguramente no olvida es que, en noviembre de 1998, Andrés Manuel López Obrador, denunció al Fobaproa e hizo una lista, la única que conocemos al día de hoy, de sus principales beneficiarios, sus amigos que aportaban dinero a las campañas del PRI. Ahí le van otra vez, por si no se acuerda: Grupo Mexicano de Desarrollo, propiedad de la Familia Ballesteros; la firma de bienes raíces Grupo Lomelí, las Zapaterías Calzado Canadá y Emyko; las Cooperativas Cemento Cruz Azul y el periódico Excélsior y las compañías como Latinea y Salinas y Rocha, si el antecedente de Elektra de Ricardo Salinas Pliego. Seguro no perdona lo que dijo en esa conferencia de prensa Andrés Manuel, entonces lider del PRD: “Lo más significativo de esta lista es que empiezan a aparecer los empresarios y banqueros que formaron parte del Comité de Financiamiento del PRI para la campaña presidencial de l994, así como cuatro beneficiarios del Fobaproa que aparecen en la revista “Forbes”. entre los más ricos del mundo que obviamente tienen medios de sobra para pagar.
Y enlistó López Obrador a Jorge Martínez Guitrón, del grupo Sidek; Jorge Eugenio Ortiz Salinas, de Salinas y Rocha; la familia Alcántara y Raymundo Gómez Flores, de Estrella Blanca; José, Gustavo y Enrique Mazón López, del grupo empresarial de Sonora Mazón; Arturo Lomelí Villalobos; Juan Diego Gutiérrez Cortina, de Gutsa y propietario del World Trade Center; Nicolás Xacur; los hermanos Antonio y Juan José Leaño Alvarez del Castillo; Isaac Saba; Jorge Ballesteros Franco; Manuel del Valle Talavera, de la familia del Valle Ruiz. de la que era miembro Antonio, expresidente de la Asociación Mexicana de Bancos; Enrique Molina Sobrino, del grupo Escorpión y Justo Fernández. También, Julio y Eduardo Mariscal, del grupo Havre; Alejandro Morales Maga, de Transportes Aéreos Ejecutivos; Angel Isidoro Rodríguez, “El Divino”; Fernando Lankenau Rocha de la banca de Monterrey; Carlos Cabal Peniche, de la de Tabasco; Pablo Funtanet Mange; Mario Rodríguez Saez; Carlos Noriega Arias; Gilberto Borja, de ICA; David Peñaloza. de Tribasa y los hermanos Jorge, José Luis y Carlos Ballesteros, del “rescate carretero”.
No sé si se acuerda, doctor Zedillo, pero los panistas también metieron sus deudas en el Fobaproa. Lo que son las cosas, ¿verdad? El que lo sucedió a usted en el poder presidencial tan democrático en otros tiempos: Vicente Fox. Según Enrique Vilatela, director general de Bancomext, de los 3.1 millones de dólares prestados a los Fox, sólo se pudieron recuperar 440 mil, es decir, el 14 por ciento. La parte no pagada por la familia Fox, y que fue cargada a la población, ascendió a casi 2.7 millones de dólares. Ese dinero, obtenido abusivamente por los Fox, representó el salario mínimo de 2 266 trabajadores durante todo ese año, el de 1998. Así que votaron a un personaje como Vicente Fox que ya hasta habíamos rescatado. A usted a quien tanto le importa la democracia, debería tener un comentario para ello.
Pero hablemos de cómo usted quiso esconder la información, no sólo de los beneficiarios, sino hasta de los montos pagados. ¿Se acuerda de cuando ordenó no ingresar a la Tesorería de la Federación 35 mil millones de pesos porque ya habían sido pagados al Fobaproa, sin pasar por el Congreso? ¿Se acuerda de cómo los diputados de oposición se dieron cuenta del huecote que dejaron en las finanzas públicas? Usted mandó registar los 12 mil millones de pesos del remanente generado en 1998, como si se hubieran obtenido en 1999, con el fin de hacer aparecer el déficit fiscal de 4 mil millones registrado en la primera mitad del año, como un superávit por 7 mil millones; y utilizar el total de ingresos petroleros excedentes para compensar la pérdida de los 35 mil millones del remanente de la operación del Banco de México. ¿Se acuerda cómo saqueron a Pemex para pagarle a los banqueros?
¿O ya no se acuerda que ustedes, Salinas y usted, doctor Zedillo, difundieron la falsa idea de que los fundamentos de la economía estaban bien, lo que llevó a muchos a pensar que la devaluación sólo era una crisis de confianza de corto plazo y que, incluso, algunos creyeron que el problema se superaría tomando militarmente la zona zapatista en Chiapas y que, luego de la operación militar de febrero de 1995, se dieron cuenta de que la crisis económica y la política no eran culpa de los indígenas, sino de las ecuaciones neoliberales? ¿Si, se acuerda, verdad? ¿Se acuerda de cómo la clase media desapareció en México por su decisión? Porque, si no se acuerda, usted no sólo no sabe en qué país está parado cuando habla en sus teleconferencias del ITAM, sino que todavía no se ha enterado en qué país anduvo quesque gobernando.
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