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Gustavo De la Rosa

21/12/2024 - 12:04 am

Con la impunidad cero trato

Para lograr eso es fundamental que el Gobierno de la transformación empiece por establecer como consigna intransigente terminar con la impunidad que produce el ejercicio del poder público.

Ricardo Monreal, Rosa Icela Rodríguez y Adán Augusto López.
"Todo esto y mucho más se me vino a la memoria cuando vi la confrontación de los dirigentes de los senadores y de los diputados, y la consiguiente negociación dejando en el tintero lo grave de las acusaciones intercambiadas". Foto: X @RicardoMonrealA

Estoy cerca de los 80 años de edad y más de 50 de activismo político, y me consta que el ácido que destruye las fuerzas políticas que nacen saludables es la impunidad, porque es la raíz de la cual nacen múltiples delitos con graves perjuicios para la ciudadanía, para los proyectos políticos, para las utopías.

Me consta que la disyuntiva de los políticos, que según su reacción, destruye sus ideales y proyectos de vida para transformar el país, es el momento que descubre que son impunes, tal vez el primer dinero que les cae en la mano por motivos del puesto que desempeñan y no por su trabajo, les genere dudas o incluso les sude la mano para quedarse con aquel dinero. 

Cuando deciden guardarlo para sí y encuentran que no les pasa nada, que las víctimas, sean ciudadanos o funcionarios responsables de los recursos públicos, temen denunciarlos, o negocian silencio por silencio, el político descubre las grandes ventajas de la impunidad. Impunidad que tiene su origen en el puesto público y no en su calidad ciudadana.

Pronto descubre que la impunidad es una especie de malla protectora del funcionariado público, demasiado enredada y demasiado extendida, y desde luego muy ventajosa. Argumentos para justificarla hay muchos, siempre la política está vinculada a la fama pública de algún organismo político, partido, sindicato, y cuando se descubren actos de corrupción de los políticos, el primer argumento es ¡debemos cuidar el prestigio del partido! ¡La unidad ante todo!

“Evidenciar la corrupción de los nuestros desgasta nuestro proyecto político”.

Y finalmente usan pretextos más cínicos como aquel de “no escupas para arriba”.

O “si empiezas a meter a la cárcel a todos los corruptos, a ver quién cierra la reja”.

Todo eso me ha acompañado en el ejercicio de mi ciudadanía, he desempeñado puestos públicos y he comprobado que es mucho más difícil ser honesto y ser intransigente, con la corrupción interna de los partidos o la corrupción pública, que hacerse tonto y permitir que actúen protegidos por la impunidad. Todos los corruptos se convierten en enemigos, y son muchos. 

Me inicié en la izquierda marxista, pensábamos que era posible tomar el poder para llevar el país por la ruta del socialismo, en 1988 convencido del valor de los votos, y la limitación de los alcances del impacto de los mismos en la sociedad, me incorporé al movimiento de la transformación nacional por la vía electoral. Abandonando muchas utopías, pero concentrándome en la lucha por una sociedad más justa equitativa dentro de la economía de mercado. 

Para lograr eso es fundamental que el Gobierno de la transformación empiece por establecer como consigna intransigente terminar con la impunidad que produce el ejercicio del poder público.

Renuncié al Partido de la Revolución Democrática, del cual fui fundador y promotor, dedicándole mi tiempo y patrimonio hasta 2008 en Ciudad Juárez, porque lo que veía al principio como signos ominosos de impunidad y corrupción, finalmente confirmé que eran las prácticas cotidianas de las direcciones del partido que estaban contaminadas totalmente por la justificación de la impunidad para protegerse y proteger a lo que entonces se llamaban tribus.

Todo esto y mucho más se me vino a la memoria cuando vi la confrontación de los dirigentes de los senadores y de los diputados, y la consiguiente negociación dejando en el tintero lo grave de las acusaciones intercambiadas. 

Espero que el año nuevo nos nos reciban con las denuncias penales correspondientes entendiendo que abrir una investigación no significa encontrar al culpable del delito del cual se le investiga. 

No dejo de ser abogado. 

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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