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Alejandro Páez Varela

16/12/2024 - 12:08 am

Anotaciones sobre ambiciosos vulgares

La Presidenta debe medir sus batallas y no todas las batallas de un Presidente/Presidenta las libra él/ella en persona. Puedo poner varios ejemplos con López Obrador. Mejor pongo uno de ahora mismo: su declaración tibia sobre Lavalle y después, su foto con Layda, fue la señal para que Luisa María Alcalde saliera en defensa de Lavalle. Me parece triste. Qué tiene que hacer esa joven defendiendo corruptos. Lo que Luisa debió hacer es al menos pedir una explicación a la Gobernadora. Pero las señales que recibió fueron esas.

Primera nota para abrir: Estos textos no son para “atacar al movimiento”, o porque soy un “chayotero”, o porque quiero “dividir”. Un amigo me dice que esos argumentos se volvieron una herramienta muy útil dentro de la izquierda institucional (Morena más lopezobradorismos más Cuatroté) para descalificar la crítica, sea o no bien intencionada. Me lo contó como una observación sana. Personajes públicos, dijo, que ayudaron a construir el movimiento, han optado por guardarse cualquier observación sobre la descomposición interna para no padecer la descalificación. “Quiere dividir”, les dicen. Y con eso garantizan su silencio.

Segunda nota para abrir: no soy miembro del movimiento, ni chayotero, ni quiero dividir a nadie ni nada. Lo digo porque creo en la libertad de expresión y porque lo que veo no me gusta y porque normalmente digo y escribo lo que se me pega la gana.

Y sí, lo digo: me sorprendió muchísimo la respuesta tibia de Claudia Sheinbaum sobre Layda Sansores. No me hace feliz. Y me sorprendió todavía más que no había acabado el día cuando ya se había tomado la foto con la Gobernadora, abrazadas y sonrientes. Como si no hubiera pasado nada; como si no pasara nada. Que Layda incorpore a la 4T a Jorge Luis Lavalle Maury es de plano una bofetada a los votantes de buena fe. Lavalle hace grupo con otros calderonistas como Francisco García Cabeza de Vaca, Roberto Gil Zuarth y Javier Lozano. Hace grupo y hace millones de pesos con ellos. El tipo trae un brazalete electrónico que le impuso un Juez. Es el único mexicano preso por la trama de corrupción internacional de Odebrecht.

Es más: Lavalle le sirvió de ejemplo al expresidente Andrés Manuel López Obrador para hablar de la podredumbre, la hipocresía y la impunidad “del PRIAN”. Ahora esa podredumbre, hipocresía e impunidad ha sido sumada a la 4T. Pues vaya 4T.

He repetido innumerables veces lo que decía López Obrador, eso de que la nueva Presidenta tiene la mano pesada. Lo he usado para responder a los constantes ataques de misoginia de los que ella, siendo la mujer en el puesto más alto de la República, es víctima. Y yo mismo podría decir que sí, que tiene mano pesada y que lo sé porque esa mano pesada la conoce bien su primer y segundo círculos.

Pero su laxitud con el caso Lavalle obliga a preguntarse si su determinación para alcanzar objetivos no debería pasar por la aduana de la mínima ética; si la lección es que, en el afán de cumplir metas, queda autorizado atropellar al perro, a una madre y a su hijo. Cualquiera tiene derecho a preguntarse cuál es el fin, entonces: ¿incorporar a lo más podrido de la política para conservar el poder? Si es así, entonces que alguien explique qué diferencia hay entre esto y lo que hacían PRI o PAN.

Luego vinieron, en la misma semana, las acusaciones de corrupción contra Ricardo Monreal, un político a quien este Gobierno ha dado un inusitado peso. Claudia Sheinbaum ha dado un peso inusitado a alguien que es como la gangrena. Al menos López Obrador lo contenía. Ahora ya no hay contención. El Diputado y su familia son, oficialmente, el Quasimodo de la torre que constituye la 4T.

Adán Augusto López Hernández abrió una caja con gusanos el viernes, cuando aún estaba abierta la de Campeche. La primera declaración de Claudia Sheinbaum fue, otra vez, tibia. Apenas se le entendió cuando dijo que hay que “investigar”.

Pues qué sigue, ¿la foto con Monreal? Claro que eso sigue. Sin investigación ni nada. Y saben que no miento si digo que viene la foto con Lavalle, porque antes vino la de Yunes.

Está empezando el sexenio, y Layda y ella aparecieron en una foto llena de filtros. ¿Cuántos filtros necesitarán las fotos de Claudia en un par de años?

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El Presidente López Obrador se refirió a Monreal como “traidor” después del desastre de la elección de 2021, donde el entonces Senador provocó un descalabro en la izquierda de la Ciudad de México para descarrilar a Claudia Sheinbaum. Siempre lo recordaré.

Y lo voy a recordar, entre otras cosas, porque vivo en donde operó Sandra Cuevas, su protegida. Todavía están abiertas las calles de la Cuauhtémoc, llenas de baches. Todavía está la Alcaldía en manos de la oposición, consecuencia del paso de Monreal.

¿Y quién le ayudó a descalabrar a Claudia Sheinbaum en 2021? Ni más ni menos que Pedro Haces y Adrián Rubalcava. No creo que sorprenda a nadie: es sabido que eso es Monreal. No creo que alguien se asuste: Gibrán Ramírez, Alejandro Rojas, la misma Sandra Cuevas y muchos otros que han traicionado (esos sí) el movimiento lopezobradorista son parte del equipo del zacatecano, como es público y conocido.

Adán Augusto López acusa a Monreal de malversación de fondos en el Senado pero lamento decir que, aunque tenga la razón, hasta allí va a quedar: en una simple acusación. Lo de que “nada ha hecho más daño a México como la corrupción”, grito de López Obrador, quedó en slogan de campaña, material para un discurso, frase para arengar a las masas. Y ya.

El Senador López Hernández presentó una denuncia en la Auditoría Superior de la Federación, que dirige uno de los pupilos de Monreal: David Colmenares.

Y todo lo que he dicho hasta aquí es verdad y estos textos no son para “atacar al movimiento”, o porque soy un “chayotero”, o porque quiero “dividir”, argumentos se volvieron una herramienta muy útil para descalificar la crítica, sea o no bien intencionada.

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El abuso doble de Monreal: llevar a Sandra Cuevas a la Alcaldía, y luego dejársela a los ciudadanos. No la describo porque ella se describe todos los días. Es la antítesis del pensamiento progresista, de izquierda. “¡Ella sólo quería ser Diputada local!”, me dijo Monreal para defenderla, durante una entrevista.

Sandra Cuevas se cultiva a sí misma como un objeto sexual, sin mayor gracia que eso. No abundo. ¿Por qué habría que hacerla Diputada local? ¿Sólo porque el señor de Zacatecas lo exige? Pues él y Pedro Haces operaron para dejarla no como Diputada: como Alcaldesa de la demarcación símbolo de la capital, donde se asientan los Tres Poderes de la Unión.

¿Y el primer objetivo de Sandra Cuevas al llegar a la Alcaldía? “Partirle la madre a Sheinbaum”. Así lo dijo. Ni siquiera por un tema de género, de sororidad: partirle la madre a otra mujer para agradar al macho que la impuso.

Más tarde, en 2024, cuando era la novia de Adrián Rubalcava y Alejandro Rojas abrazaba a Xóchitl Gálvez, Sandra Cuevas se distanció. Prometió exhibir los acuerdos corruptos –así lo dijo– con Monreal.

Y Gibrán Ramírez de inmediato fue a negociar con ella. La silenció. Gibrán, del partido buenaondita y pesca-cascajo conocido Movimiento Ciudadano. El jefe de Sandra Cuevas y de Gibrán era, en ese momento, nada menos que el Fidel Velázquez de MC: Dante Delgado. Otro íntimo amigo de Monreal. De hecho, todo ese espectáculo lo dieron puros amigos de Monreal. Claudia Sheinbaum lo recordará bien porque fueron operaciones para ir contra ella.

Los ciudadanos de esta demarcación entendieron que no tenían que soportar a Sandra Cuevas. No la soportaron: se fue mal. Y cuando los Monreales intentaron dejar a Catalina Monreal en su lugar, la gente dijo NO. Simple y llanamente NO, NONES, CERO. Perdió la elección local… y Claudia la rescató. Increíble. Edna Catalina Monreal Pérez es la titular del Instituto Nacional de la Economía Social, cualquier cosa que sea eso. La metió a la nómina, pues. Como si eso, nómina, no le sobrara a los Monreales. Cobran en todas partes. Son, quizás, la familia parasitaria más larga y extendida de México aunque dicen, no me costa, que algunas familias en el Poder Judicial le ganan.

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Lo peor (un abuso doble) que podría hacer la Presidenta, con la oportunidad servida para realmente hacer algo, es darle a Ricardo Monreal lo que exige siempre (más poder, estar cerca del dinero) y dejárselo a la ciudadanía cuando ya no esté. A pesar de todas las evidencias que existen de quién es.

Sería un mismo abuso doble que Monreal dejó a los ciudadanos con Sandra Cuevas. Y vean en lo que pasó en la Alcaldía Cuauhtémoc: adiós izquierda; hoy gobierna el PRIAN.

Pero vayamos más allá de este momento. Trascendamos incluso a Monreal. Me parece que Claudia Sheinbaum lleva ya bastante tiempo sacando la cara por gente de alto riesgo y en algún punto tendrá que parar. Le sugiero respetuosamente que sea ahora. Ricardo Monreal es una bomba de tiempo. Arrastra muchos señalamientos de corrupción y, con ayuda de mucha gente, siempre los esquiva. Cuando le llega el agua al cuello se victimiza: dice que “la adversidad” y que “siempre ha sido un hombre honesto” y demás; un lloriqueo francamente anodino, porque está demasiado desgastado.

Pero no sólo es Ricardo Monreal. ¿Cuántos Adrián Rubalcava, Eruviel Ávila, Miguel Ángel Yunes, Jorge Luis Lavalle Maury o Alejandra del Moral se necesitan para echar a perder un proyecto de Nación? En realidad sólo esos. Aunque recurran al Parásito Verde para que les lave la cara y no los incorporen directamente.

La Presidenta debe medir sus batallas y no todas las batallas de un Presidente/Presidenta las libra él/ella en persona. Puedo poner varios ejemplos con López Obrador. Mejor pongo uno de ahora mismo: su declaración tibia sobre Lavalle y después, su foto con Layda, fue la señal para que Luisa María Alcalde saliera en defensa de Lavalle. Me parece triste. Qué tiene que hacer esa joven defendiendo corruptos. Lo que Luisa debió hacer es al menos pedir una explicación a la Gobernadora. Pero las señales que recibió fueron esas.

Quiera o no, Claudia Sheinbaum será responsable del resultado del Gobierno y de Morena. No sólo de resultados electorales: también de la batalla cultural. Si el movimiento cae en corruptelas, si se pudre, ella es incluso más responsable que si no se gana algún distrito o se pierde una gubernatura, que tampoco es que vaya a suceder mañana.

La Presidenta debería entender lo poderosas que son las señales que manda. Si son claras o si son tibias. Si manda una sola señal de que no se tolerará la corrupción, abajo generará una oleada tremenda, para bien. Claro, también puede mandar otras señales. Las señales que mandaban Peña, Calderón, Fox, Zedillo, Salinas. Y ya ven lo que pasó tanto con ellos como con sus gobiernos y sus partidos…

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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