El historiador Ricardo Pérez Montfort expuso en entrevista cómo los contextos, las circunstancias, la historia local y también la historia nacional y mundial tienen una voz, una forma de influir, en las diferentes expresiones culturales de este siglo.
Ciudad de México, 22 de julio (SinEmbargo).– El historiador e investigador Ricardo Pérez Montfort expuso cómo “la expresión cultural está sujeta a los vaivenes y los devenires políticos, económicos y sociales de cada región y de cada momento histórico” en una plática con motivo de la publicación de Intervalos en los Breviarios del Fondo de Cultura Económica.
El libro reúne una serie de textos sobre los Ambientes y música popular durante el inquieto siglo XX mexicano, tal cual se subtitula este trabajo. En ellos, Pérez Montfort expone cómo en esa centuria el país experimentó una gran cantidad de transformaciones que implicaron la organización y la construcción de movimientos, proyectos e intercambios, tanto sociales como ideológicos.
Si bien, expone, algunos aspectos culturales tienen una larga presencia en la historia de una determinada región, hay otros que responden a las necesidades del momento y que implican una decisión tomada por un grupo específico, un grupo que tiene intereses comerciales concretos o que está interesado en difundir algún tipo de producto regional.
“Hoy en día me atrevería a decir que pocos oaxaqueños no se identifican con la Guelaguetza, pero la inventaron. Las siete regiones de Oaxaca pues también son una invención que ahora resulta que no son ni siete, sino que son como 15, o 20, o 30. Entonces, responde en buena medida a las circunstancias históricas, a los intereses de grupo y aquí en México particularmente es muy determinante el medio de difusión o las formas de comunicar, de difundir, de promover determinadas expresiones culturales y concretamente la música popular”, expuso, por ejemplo, en uno de los distintos temas que abordó.
El profesor de la UNAM e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) refirió que el tema que desarrolla a lo largo del libro es que los contextos, las circunstancias, la historia local y también la historia nacional y mundial van a tener una voz, una forma de influir, en las diferentes expresiones culturales de este siglo.
“En el caso, por ejemplo de la música juvenil de los años 60, pues es muy importante la presencia del rock norteamericano, pero también la década de los años 70 con el latinoamericanismo, pues es muy importante la presencia del desarrollo musical en algunos países latinoamericanos como Argentina, Chile, Perú, Colombia y que influyen en México desde luego también”.
Pérez Montfort indicó que, en ese sentido, se puede hablar de choques, de asimilaciones, de traslapes, de influencias mutuas, “esto es lo que le da una enorme riqueza al objeto de estudio, concretamente la expresión musical”.
“No podemos pensar en una expresión musical pura, está sujeta desde el tipo de instrumento, de influencia que está recibiendo externa de la región, qué tanto intercambio, si es que tiene intercambio, si tiene una de larga historia de como expresión musical local. Esto es en buena medida muy maleable, pero digamos, yo me atrevería también a comentar que es difícil establecer normas, por eso es tan importante, desde mi punto de vista conocer los contextos”, compartió.
En ese sentido ejemplificó que aunque se puede pensar que el corrido de antes de la Revolución es el mismo del de la Revolución, no es así porque este acontecimiento transforma las expresiones culturales y también la post revolución lo hace. “El corrido que se hace después de la Revolución es distinto al que se hace durante la Revolución y lo mismo sucede con los sones, con los bailes o con la propia música popular surgida como parte del impulso de ciertos medios de comunicación”.
“O sea una cosa es la música en vivo, la música que se hace en la fiesta, en el fandango, en el acontecer festivo y otra es la que se reproduce a partir de estas tecnologías fonomecánicas, que están en discos, que se incorporan a la radio, que se incorporan tal vez también al cine y se producen por circunstancias diferentes. Por eso creo que es importante no solamente hablar de las expresiones musicales como tal sino también de los contextos de los ambientes, en los que se dan”.
—Pone el ejemplo de Agustín Lara como un personaje que supo entender su contexto y en la manera en que lo entendió pudo asimilarse incluso con la industria, ¿es así? —se le preguntó al doctor en Historia.
—Agustín Lara es un personaje que interpreta, que recibe influencias tanto de lo que sería la trova yucateca, pero también del bolero caribeño, de la canción romántica mexicana, de las modas internacionales del swing, del jazz, eventualmente incluso hasta del propio rock and roll. Me atrevería a decir que es un personaje muy abierto a las influencias externas, aunque él tiene una propuesta propia; él transforma, por ejemplo la lírica, cierta temática de la música mexicana, empieza a hablar de fenómenos que no se hablaban tan abiertamente como el caso del amor prostibulario y él habla abiertamente, pero también incluye ciertas modalidades de romanticismo modernista, de pronto utiliza unas metáforas un tanto complejas y difíciles de entender, pero él tiene toda su connotación creativa y también las circunstancias lo llevan a asociarse muy estrechamente con los medios de comunicación particularmente de la radio y la televisión y ahí está no solamente el interés artístico de Lara sino también la promoción de Azcárraga, que está detrás de Agustín Lara no es nada más sus discos y ya, sino que Azcárraga lo promueve porque desde luego también le da una utilidad enorme.
En cuanto al reciente debate que ha surgido en relación a los corridos tumbados y la apología que hacen de la violencia y si corresponde a la penetración de la narrativa del narcotráfico en las nuevas generaciones, indicó que una explicación muy elemental es que “el fenómeno de la violencia está tan presente en la vida cotidiana mexicana, que desde luego se incorpora a las expresiones culturales, que aparecen tanto en los medios de comunicación, pero también en los ámbitos privados más cotidianos, más apartados”.
“Yo no me atrevería a plantear una especie de apología de este tipo de expresiones que también son muy promotoras de la violencia y promotoras de la intolerancia, pero también lo que hay que tratar de hacer es entender ese tipo de fenómeno, es un fenómeno muy de la época, muy de lo que pasa hoy en día como pasó igual en en la revolución, en la que pues lo que cantaban los corridos eran lo de las batallas de los caballos de las pistolas, de la soldaderas, o sea es es muy de su momento”.
Y puntualizó: “Lo que lamento hoy en día es precisamente la pobreza musical, la pobreza de la expresión artística, como tal. Es muy limitado su lenguaje, muy limitado los aspectos musicales de esos fenómenos, sus armonías son de quinta, son pésimas. Incluso, no me atrevería a decir que es cacofónico del todo, pero la verdad es que no veo una propuesta artística relevante detrás de ella, más bien veo una propuesta comercial, una mercantilización de un fenómeno que se tiñe de artístico y que es la expresión de un deterioro tanto en la educación como en el ámbito cultural de este país”.