PARTERAS: RESPUESTA ANTE LA MUERTE MATERNA

22/11/2012 - 12:00 am

La partería tradicional, la de las rancherías y zonas marginadas, ha sido incorporada al sistema de salud pública para contrarrestar la mortalidad materna del país, que no da tregua: por cada 790 nacimientos, una mujer fallece

Foto: http://deboraarco.blogspot.mx/2012_08_12_archive.html

En 2002, cuando arrancó el Programa de Partería Tradicional, Felicitas fue reclutada por la Jurisdicción Sanitara Xochimilco de la Secretaría de Salud (SSA), para participar en diferentes cursos de capacitación y recibir su diploma como partera profesional.

El objetivo era crear una sinergia de su conocimiento empírico con el conocimiento médico. A su maletín le agregó instrumental y equipo que antes no utilizaba como la cinta umbilical, una inyección de ergotrate –para evitar la hemorragia-, baumanómetro, tijeras, báscula, termómetros, guantes y cubre-bocas –que nunca ocupa-, “porque no le permite agarrar o sentir al bebé, y también tiene que animar a la mujer a que puje y no lo puede hacer con la boca tapada”.

Esas son las herramientas que prepara cada vez que tocan la puerta de su casa. “Si es un golpe no pasa nada, si dan más de dos quiere decir que necesitan de mi ayuda”, dice con una sonrisa traviesa.

El primer parto que atendió Felicitas fue a los 23 años. Su paciente fue la esposa de su primo hermano. A partir de ahí “se fue corriendo la voz”, hasta convertirse en la comadrona del barrio de La Asunción, ubicado en la delegación Xochimilco. Ahí ha tenido la oportunidad de ver nacer, crecer y reproducirse a varios de los niños que ha “cachado”.

“Ya de grandes me encuentran en el mercado y me dicen: ¿Puede atender a mi niño como lo hizo conmigo?”, presume con una mirada brillosa.

Algunos niños con cordón umbilical enredado, con posición de “nalguitas” o mujeres de vagina estrecha son algunas de las complicaciones que ha enfrentado durante estas cinco décadas de oficio. “Gracias a Dios jamás se me murió un bebé o una mamita”, dice entre suspiros.

Pero gracias a los cursos que ha recibido a través de la Jurisdicción Sanitara Xochimilco, aprendió a detectar la hipertensión, pre eclampsia, las hemorragias, así como las infecciones vaginales, causantes del principal Talón de Aquiles del sistema nacional de salud: la muerte materna.

Las creencias, los mitos y los tabús dejaron de ser sombras para el modelo de partería tradicional, el cual fue incorporado al sistema de salud público con el objetivo de disminuir la mortalidad materna en México.

Además del reconocimiento científico que respalda a estas técnicas ancestrales, los especialistas en medicina reconocen la importancia de las comadronas al ser un vínculo entre la comunidad y el sistema de salud, sobre todo en zonas rurales o de pobreza extrema en pleno Distrito Federal.

MUERTE MATERNA: CRISIS DE SALUD

De 1990 a 2010, en México fallecieron 27 mil 71 mujeres por complicaciones durante el embarazo, aborto, parto o puerperio -cuarentena-, de acuerdo con cifras del informe del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) en el documento La situación de los derechos reproductivos de niñas, adolescentes y mujeres.

Aunque según Fundar, la tasa se ha reducido en 21.1 por ciento en una década (ver cuadro), el drama de la muerte materna es todavía muy acentuado en México. Estados Unidos, la primer economía del mundo, puede ser el parámetro del panorama. La diferencia con México es un abismo. En el vecino del norte, fallecen 20 por cada 100 mil, mientras que en México son 126 por el mismo número de partos, según el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés).

De acuerdo con el documento de CEDAW, publicado en julio de 2012, en la última década, uno de cada ocho casos de muertes maternas en México se presentó en menores de 20 años, y del total de fallecimientos registrado en 2010, el diez por ciento correspondió a menores de 19 años.

En este sentido, Félix Castro, coordinador de Salud Materna y Perinatal de la Jurisdicción Sanitaria Xochimilco, reconoce que la muerte materna es un reflejo de los problemas estructurales que exhiben las carencias de los servicios médicos.

¿Pero cómo lograr una disminución? Una posible respuesta la encontraron en las parteras, quienes cumplen tres funciones básicas: la relación afectiva con la mujer embarazada; el conocimiento de las carencias económicas y el apoyo que ofrecen después del parto. “Son un recurso humano altamente demandado, sobre todo en comunidades rurales”, explica el especialista.

“Fue así como los hospitales de segundo nivel se abrieron. Aceptaron y reconocieron la presencia de las parteras. Esa fue la expresión máxima de la capacitación”, comenta Félix Castro en entrevista para SIN EMBARGO MX.

Cada delegación del Distrito Federal localizó comadronas tradicionales para ofrecerles capacitación profesional. Una década después, los resultados son palpables: “Si la madre lo quiere, puede solicitar este tipo de acompañamiento durante el parto”.

Si se comparara un grupo de mujeres atendidas por médicos especialistas y otro por parteras, el número de complicaciones en la atención de los doctores sería mayor, tanto en la madre como en el niño, debido al exceso de cesáreas, operación quirúrgica en la que México rebasa el promedio mundial de 15 por ciento establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS); 38 por ciento de mexicanos nacen por esta vía.

En 2010, más del 91 por ciento de las mujeres que falleció por una causa materna llegó a un establecimiento hospitalario y recibió algún tipo de atención antes de morir, una estadística que de acuerdo con el informe del CEDAW “habla de una deficiente calidad en la atención de emergencias obstétricas en los servicios de salud”.

“Nosotros (los médicos) a veces tenemos la idea de que el parto no es un evento normal, a diferencia de una comadrona que tiene esa misión de acompañamiento, y cuando la mujer empieza a pujar le ayuda a tomar la posición que desee: en cuclillas, hincada, o algo diferente”, afirma el médico Félix Castro.

En 2003, la Organización Internacional Colaboración Cochrane, elaboró un análisis sobre los efectos de diferentes posiciones de la mujer durante el alumbramiento.

Tras documentar cinco mil 764 testimonios se comprobó que parir en posturas verticales –arrodilladas, paradas o sentadas- es más cómodo y menos doloroso que estar acostada con las piernas levantadas. En esa posición se generan problemas de frecuencia cardiaca fetal, sino también el uso de fórceps para sacar al recién nacido.

Fue así, como el sistema médico reconoció las aportaciones de la partería tradicional.

“No podíamos eliminarlas (a las parteras). Mucha gente les tiene confianza, sin embargo, hay que estar conscientes de que cualquier embarazo se puede complicar”, sostiene Félix Castro.

La partera Felicitas, de 73 años de edad, indica: “Es nuestra obligación revisar que (las mujeres) no estén hinchadas, mareadas o que vean lucecitas. Si eso ocurre hay que enviarlas directamente al hospital”.

Otra de las recomendaciones que ha recibido por parte de los doctores es no atender en casa a mujeres mayores de 40 años y adolescentes. A ambas, deben canalizarlas al hospital de la zona porque el embarazo se puede complicar.

Para Alejandro Almaguer González, director de Medicina Tradicional y Desarrollo Intelectual de la Secretaría de Salud (SSA), trasladar el modelo de partería tradicional a hospitales públicos no sólo ayuda a disminuir el número de cesáreas y muertes maternas, sino también representa un ahorro del 70 por ciento al sistema de salud.

“Una partera siempre será mucho más económica que la instalación del tanque de oxígeno, el quirófano y el anestesiólogo”, sostiene.

Mientras que la cesárea en hospitales privados es un negocio redituable, pues cobran entre 35 y 50 por ciento e intervienen cinco veces menos de tiempo, a diferencia de un parto vaginal.

¿POR QUÉ ESTA MUERTE?

Felicitas, esa mujer menuda de pelo cano confiesa que hasta ella misma comprobó su talento para traer bebés al mundo. Fue con su segunda hija, a quien expulsó y recibió sola.

“Cuando mi esposo llegó con la partera, la niña ya estaba dormidita”, dice ahogada en risas.

Esa anécdota con final feliz, ha sido quizá, su mayor carta de presentación ante los ojos de las mujeres que contratan sus servicios, pues una comadrona que haya experimentado los dolores de parto le da mayor sensibilidad al momento de tranquilizar a la madre.

“Si tienes relajada a la mujer, su cuerpo produce oxitocina, una sustancia que se encarga de provocar las contracciones vaginales de manera natural”.

Admite que uno de los factores que ha influido en el aumento de cesáreas y enfermedades maternas es la mala nutrición y los problemas emocionales. “Se consume mucha comida empaquetada y no frutas ni verduras. Muchas mujeres no toman suficiente agua y eso les provoca infecciones urinarias”.

El Observatorio de Mortalidad Materna en México, revela que una de las principales causas de muerte materna es la pre eclampsia con el 24.3 por ciento, en segundo lugar se encuentra la hemorragia postparto con el 21.7 por ciento, mientras que el aborto, la embolia pulmonar y la neoplasias tienen el 6.6, 4.4 y 3.9 por ciento, respectivamente.

Cifras que a decir de Dunia Campos, comunicóloga de Información en Reproducción Elegida (GIRE), reflejan que los servicios de salud materna no cumplen con los estándares internacionales del derecho a la salud, en específico el de calidad.

“Las parteras son un elemento fundamental para abatir la discriminación obstétrica hacia mujeres indígenas y pobres que viven en zonas rurales”, señala.

La violación de los derechos a la vida, a decidir, a la integridad personal, al acceso al sistema de salud de calidad también se traduce en muerte materna. “Necesitamos un parto más humanizado que respete los derechos y decisiones de la mujer antes, durante y después de parir”, sostiene.

Por su parte, el gremio médico lleva más de una década intentando reconocer que el modelo de partería tradicional posee fundamentos científicos avalados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), admite Hernán García Ramírez, subdirector de Sistemas Complementarios de Atención de la Secretaría de Salud (SSA).

“Muchas madres indígenas me decían que acostadas se ahogaban, se quejaban de la luz y el frío del quirófano, de las órdenes del personal de salud. Pensábamos que era algo cultural, pero las mujeres de la ciudad nos decían lo mismo. Todas exigían una atención más humanizada donde pudieran ser protagonistas de su parto”, recuerda.

DÉFICIT DE PARTERAS

Aunque el UNFPA destaca que el papel de las parteras es “crucial” en la prevención de la mortalidad materno-infantil, a nivel mundial hay un déficit de 350 mil profesionales.

En México, la Secretaría de Salud (SSA), tiene registradas a seis mil 990 comadronas capacitadas, mientras que en la Ciudad de México sólo hay siete. Una de ellas es Felicitas.

“Es necesario elevar la inversión para capacitar a más parteras para proporcionar servicios de salud que salven vidas”, reconoce Dunia Campos, comunicóloga de GIRE.

Otro de los factores que ha disminuido la demanda de parteras en zonas rurales o marginales es la aplicación de la gratuidad en el sistema médico.

“Ya hay más hospitales públicos que no cobran ni un centavo, así que muchas parejas acuden con las parteras sólo para consultas y para el parto no las toman en cuenta”, afirma Félix Castro.

“Cachar” bebés no es un oficio redituable, admite Felicitas, quien en algunos casos “hasta le daba pena” cobrar porque sabía que la gente no tenía dinero. Desde hace seis años, su tarifa es de mil 200 pesos.

Una cantidad simbólica si se toma en cuenta que el trabajo de partera no concluye con el nacimiento del bebé, sino que continúa hasta los 40 días posteriores, cuando el ombligo ya está curado y la madre puede bañar al niño.

“Antes no había tanto hospital cerca, y ahora con la gratuidad muchas personas prefieren ir con el doctor”, dice con un ligero movimiento de hombros.

Sin embargo, tenga o no partos, está comprometida a entregar a su unidad medica un informe mensual en el que detalla la cantidad de pacientes atendidas, a quiénes canalizó al hospital o si detectó algún embarazo de alto riesgo.

Actualmente en la delegación Xochimilco sólo hay tres parteras tradicionales, sin embargo, una siempre está de viaje y la otra es una persona mayor que casi no puede caminar.

“En varios hospitales nos dejan entrar a la sala de revisión, labor y expulsión de parto”, dice Felicitas quien jamás hubiera imaginado que eso ocurriría, veinte años atrás.

La Encuesta Nacional de Salud 2000, señala que en México entre el ocho y 25 por ciento de los nacimientos registrados pudieron haber sido atendidos por parteras.

En este sentido, el doctor Castro afirma que en nuestro país  los recursos destinados a la atención materna están mal utilizados, pues la mayor parte de embarazadas son pacientes de riesgo normal, que pueden recibir atención de enfermeras o parteras en casa.

“Tradicionalmente es mil veces mejor parir en casa. Es calientito, tienen privacidad, y son acompañadas por la familia y su partera tradicional”, admite.

MÁS PROGRAMAS, MENOS LOGROS

A pesar de la variedad de programas de atención materno-infantil que han implementado los tres niveles de gobierno no se cumplirán los compromisos asumidos en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, con los cuales, se busca disminuir la mortalidad materna a 22.3 por cada 100 mil nacimientos en 2015, comenta Dunia Campos comunicóloga de GIRE.

“Es una gran deuda la que deja el gobierno de Felipe Calderón. Se le debe exigir que cumpla con su obligación de garantizar el acceso efectivo a los servicios obstétricos”, indica.

Dunia Campos agrega que la mortalidad materna no puede atribuirse a la ausencia de políticas y programas, sino a la implementación adecuada de éstos. Debe existir una asignación progresiva de recursos y un monitoreo “transparente y efectivo”.

Cada año el Poder Ejecutivo disminuye el presupuesto al rubro de Salud Materna. De acuerdo con datos del Centro de Análisis e Investigación (FUNDAR), en 2010 se ejercieron 193.43 millones de pesos (mdp) de los 259.49 que se aprobaron.

Mientras que en 2011 se gastaron 274.89 mdp de los 298.49 que se le asignaron, y en el presente año, se tiene un presupuesto de 255.34 mdp. Es decir, 19.55 mdp menos que el año anterior, lo que significa un siete por ciento menos que en el 2011.

Aunque en el gobierno de Felipe Calderón sobresalen tres estrategias de política pública en salud enfocadas a que la atención materno-infantil -Programa de Acción Específico Arranque Parejo en la Vida (APV),  Estrategia Integral para Acelerar la Reducción de la Mortalidad Materna en México y Embarazo Saludable-, de los 922 fallecimientos que se registraron en 2010, la tercera parte de las mujeres no tenía ningún tipo de seguridad social y el 32 por ciento tenía Seguro Popular.

En ese mismo año, en cinco entidades federativas se concentró el mayor nivel de muertes maternas entre mujeres indígenas: Oaxaca, 55.9 por ciento; Guerrero, 47.2, Chihuahua, 35.9; Yucatán, 25 y Chiapas con el 24.6 por ciento. Una de cada tres no tenía seguridad social, y casi el 40 por ciento estaba afiliada al Sistema Nacional de Protección Social en Salud. “Estas cifras demuestran que el Seguro Popular ha quedado a deber, en específico en zonas rurales”, enfatiza  Campos.

La muerte materna en México seguirá siendo un foco rojo mientras el Estado no implemente todas las medidas necesarias con el fin de proteger la salud de las madres, ese es uno de los pendientes que heredará la administración del presidente electo Enrique Peña Nieto.

 

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