Alejandro De la Garza
08/10/2022 - 12:03 am
Visibilización del trabajo (tran)sexual
"Las acciones y declaraciones de María Clemente pusieron en el centro de la discusión el trabajo sexual (y transexual) y la necesidad de su regularización".
Esta semana, el sino del escorpión lo lleva a enfundar el aguijón y amarrarse el cinturón de seguridad para abordar un tema crítico, complejo y con variados enfoques contradictorios y encontrados: el de la visibilización rotunda de la transexualidad, sus prácticas, derechos y libertades, un tema arrojado a la discusión pública de manera (porno) gráfica por la diputada federal trans María Clemente García Moreno, quien subió a su cuenta oficial de Twitter dos videos porno protagonizados por ella misma para luego defender con valentía y enjundia su derecho a hacerlo y a ejercer el trabajo sexual como una profesión digna, además de reclamar su urgente regulación por el bien de las mujeres, hombres y transexuales dedicados a ella.
La diputada federal plurinominal por cuota de diversidad sexual llegó con la bancada de Morena (aunque luego se declaró independiente) y forma parte de las comisiones de Igualdad de Género, Atención a Grupos Vulnerables y Juventud. Sus acciones recientes provocaron hirientes críticas desde los sectores conservadores, la estigmatización por parte de grupos panistas e incluso la caricaturización en algunos sectores de la propia diversidad sexual, más las burlas y el desprecio manifestados en redes sociales y la sorna expresada por conductores de noticiarios de medios de comunicación. Cabe destacar que en reiteradas ocasiones la diputada María Clemente y su compañera Salma Luévano, también trans, han recibido hostigamientos transfóbicos en el Congreso, como fue el caso del panista Gabriel Quadri, quien con mala leche llamó a Luévano “señor” durante una sesión parlamentaria.
El alacrán escuchó y leyó también diversas manifestaciones de apoyo a la diputada por haber enfrentado con valentía y dignidad las críticas y por la claridad con la cual expuso punto por punto su situación: “Yo hago pornografía y me pagan por hacerla. Es que siempre me he dedicado a esto. Los demás diputados son administradores, tienen empresas (…). ¿Cuántos abogados hay?, y siguen despachando en su despacho. ¿Cuántos campesinos que son diputados siguen yendo a sus ranchos a trabajar? ¿Yo por qué no voy a seguir trabajando?”
No obstante, el escorpión lee en el capítulo II del Código de Ética de la Administración Pública Federal de la SFP, que todo servidor público debe abstenerse de: “Exhibir o enviar a través de algún medio de comunicación, carteles, calendarios, mensajes, fotografías, audios, videos, ilustraciones u objetos con imágenes o estructuras de naturaleza sexual, no deseadas ni solicitadas por la persona receptora”. Esto explica la reacción de Ignacio Mier Velazco, coordinador de la bancada de Morena, quien anunció que el tema sería investigado por la Comisión de Ética de la Cámara de Diputados. Sanción inevitable.
Con todo, las acciones y declaraciones de María Clemente pusieron en el centro de la discusión el trabajo sexual (y transexual) y la necesidad de su regularización; aunque, como es sabido, hay diferentes posturas al respecto, que van desde las abolicionistas, quienes denuncian la corrupción y la trata de personas detrás el ejercicio del trabajo sexual, hasta quienes se definen como trabajadoras sexuales (que no prostitutas ni sexoservidoras) porque realizan un trabajo y exigen sus derechos. El tema es álgido y harto complejo, por lo que el venenoso recomienda el muy documentado texto de la periodista trans Irene Valdivia, “Caso María Clemente: El verdadero problema” (https://www.homosensual.com), así como la lectura gratuita del libro Putas, activistas y periodistas, publicado por Desinformémonos y la Brigada Callejera (https://bit.ly/3MmTwYY), para documentar nuestro conocimiento del ejercicio del trabajo sexual y la transexualidad, en un país donde van en aumento los feminicidios, los asesinatos de transexuales y los crímenes de odio (Fundación Arcoíris).
Como lo había advertido tras la escaramuza, el 6 de octubre la diputada García Moreno presentó una iniciativa de reforma para considerar lícito el trabajo sexual y así garantizar la seguridad y bienestar social de quienes ejercen este oficio. Propuso reformar la Ley Federal de Trabajo para incluir esta labor en el catálogo de trabajos especiales, pero inmediatamente recibió críticas por no realizar una consulta amplia antes de proponer la iniciativa.
Además del complicado tema del “derecho a la pornografía”, hay también otro tema en el aire, complejísimo, profundo e irresuelto, el cual el escorpión apenas se atreve a enunciar con cuidado (sin “manexplicar” nada) y sabiendo de la posible reacción por parte de grupos radicales que lo descalificarán por ofrecer una visión masculina incapaz de comprender el tema de fondo, y acaso tengan razón. Pero el asunto es sobre el rechazo de amplios grupos feministas a aceptar a los hombres transexuales como parte de las luchas de las mujeres, e incluso el señalarlas por “invadir y ocupar” espacios políticos netamente femeninos. Las trans las llaman a estas feministas “terfas” (del inglés Trans-Exclusionary Radical Feminist), y les responden con su rechazo a la discriminación y la exigencia de su inclusión en todos los espacios y luchas de mujeres porque “se sienten mujeres”. Vaya tema complicado (no linchen al escorpión, por favor).
Quienes leen al alacrán (si alguien), saben de su coincidencia con todas las causas por la ampliación de derechos, así como su inclinación por el movimiento y la inestabilidad como fuentes más productivas de los saberes transgresores, en contraste con la fijeza y la inmovilidad propias de los conocimientos normativos. En el centro de esa discusión, persisten el tema de la libertad para consumir pornografía, el desestabilizador debate entre la reivindicación del trabajo sexual en condiciones dignas y legales versus las y los abolicionistas exigiendo su desaparición desde algunas izquierdas y otros feminismos, y, también, la discusión sobre el del papel de las trans, uno de los grupos más discriminados y hostilizados.
Twitter @Aladelagarza
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