Una vida repleta de altibajos y forjada sobre la tarima brava. Drogas, sexo desenfrenado y prisión, la cronología de una película de serie B sobre una estrella del "Rock and Roll" estrellada. Él al final siempre fue eso, además de un chico de 20 años al que tacharon, justificadamente, como el "El hombre más malvado sobre la tierra".
Por Sancho Lladós Sanginés
Madrid, 27 nov (EFE).- El boxeador estadounidense Mike Tyson volverá a los cuadriláteros este sábado 28 de noviembre en un combate de exhibición contra su compatriota Roy Jones Jr. en el Staples Center de Los Ángeles (EU).
"Iron Mike" es el campeón del mundo de los pesos pesados más joven de la historia. A sus 54 años, parece seguir teniendo dinamita en sus puños. La preparación de Tyson los últimos meses ha causado verdadero furor entre los aficionados.
“Si él se concentra en ello, puede pelear por el cinturón un día, ¿por qué no? ¿Quién dice que es imposible hacerlo?";, advirtió Rafael Cordero, su actual entrenador, en una entrevista a TMZ.
Sembrada queda la semilla de una vuelta que oscila para muchos entre un ejercicio de nostalgia y de ansiedad por volver a la farándula mediática. Todo un icono del deporte.
Los amantes del boxeo le subieron a un pedestal a finales de los años 80, él se tiró de cabeza.
Una vida repleta de altibajos y forjada sobre la tarima brava. Drogas, sexo desenfrenado y prisión, la cronología de una película de serie B sobre una estrella del "Rock and Roll" estrellada. Él al final siempre fue eso, además de un chico de 20 años al que tacharon, justificadamente, como el "El hombre más malvado sobre la tierra".
Nacido en el conflictivo barrio de Brownsville, Brooklyn (Estados Unidos), el 30 de junio de 1966, Mike creció rodeado de delincuencia, crímenes y asesinatos. Nunca conoció a su padre biológico y "maduró"- entre muchas comillas - yendo de casa en casa desahuciado junto a su madre y hermanos.
A los 7 años dejó el colegio por el acoso que sufría fruto de su tartamudez y la especial atención y trato que brindaba a su hermana pequeña, Denise Tyson. Desde ahí fue cuesta abajo y sin frenos. Con 10 años fue detenido por primera vez y poco más de tres después consiguió la primera de sus grandes marcas. Fue puesto bajo custodia policial 38 veces.
A raíz de su turbulenta y violenta actitud fue enviado al reformatorio de la Tyron School for Boys y, tras una trifulca con otro interno, fue trasladado nuevamente al centro de Elmwood. Allí se comenzó a cincelar la figura de "Iron Mike".
El exboxeador Bobby Stewart le puso en contacto con la que sería una de las personas más influyentes de la vida de Tyson. El célebre entrenador Cus D’Amato lo puso bajo su tutela y se convirtió en el timón de un barco de guerra a la deriva completamente repleto de inseguridades, complejos y una total carencia de autoestima y madurez.
El técnico estadounidense lo acogió y disciplinó enderezando el rumbo de un delincuente que probablemente acabaría muerto en cualquier riña absurda, como muchos de sus coetáneos del barrio.
Tras años de entrenamiento, lucha y sacrificio llegó a la élite del boxeo mundial. Con 20 años, 4 meses y 22 días venció a Trevor Berbick en una contienda para la historia.
Pese a acabar unificando todas las fajas mundiales, a la postre, la ausencia de D’Amato, quién falleció poco antes de su primer mundial, le dejó una huella imborrable.
Tyson talaba oponentes por doquier. Con ese aura de asesino que emanaba, incluso antes de subir al cuadrilátero. Parecía que por donde fuera que pisara no volvía a crecer la hierba. Pero su ego desmedido y su tóxico entorno precipitaron su declive.
El 11 de febrero de 1990, la leyenda se quebró y apareció el hombre. Un desconocido Buster Douglas noqueó en Japón a un Tyson que ya había perdido la pelea antes de ponerse el bucal.
El respetable del país del sol naciente presenció el inicio del ocaso, o al menos se comenzó a exteriorizar un derrumbe que llevaba tiempo fraguándose. Besó la lona "el hombre más malvado sobre la tierra" y quizás el campeón más intimidante que ha tenido el noble arte de las dieciséis cuerdas.
Los pésimos hábitos que adquirió y las malas compañías de las que se fue rodeando le empujaron al abismo, deportiva y personalmente hablando. Fue a la cárcel acusado de violación y nunca volvió a ser el mismo pese a sus intentos por demostrarlo en el ring.
Fruto de los parásitos y malos consejeros que le rondaban, además de por el pésimo sentido de la responsabilidad que tenía, dilapidó en poco tiempo los más de 300 millones de dólares que ganó sobre el cuadrilátero. Prácticamente la ruina económica.
Ha vuelto a reflotar en los últimos años gracias a un boyante negocio millonario. "Kid Dynamite" ha creado un imperio de venta de cannabis legal y productos derivados de éste en Estados Unidos. El "Rancho Tyson" lleva en funcionamiento desde 2016, aunque aún no está completo. El plan del peleador neoyorkino es construir un complejo de 170 hectáreas con un hotel de lujo incluido.
Solo el devenir de los acontecimientos determinará el futuro del excéntrico Mike Tyson. Tal y como promulgaba en su apogeo el peleador: “Todo el mundo tiene un plan hasta que le golpean en la cara”.