Cada año artistas, poetas, músicos, actores de teatro y bailarines tijuanenses buscaban vivir su “sueño americano” en el festival San Diego Art Walk. A quince minutos de distancia de la frontera entre México y Estados Unidos exponían sus obras, sus sueños e ilusiones.
En 2003, Julio Rodríguez buscaba la oportunidad de exhibir sus fotografías en este festival con más de dos décadas de tradición, sin embargo, su sorpresa fue mayor al ver que la mayoría de la lista de artistas la integraban sus “paisanos”, quienes al igual que él buscaban un espacio cultural para manifestarse.
“¿Por qué San Diego sí y Tijuana no?”, fue la primer pregunta que le hizo Julio a su compañera de escuela Cecilia Ochoa. Ambos sabían que su ciudad tenía una metrópoli cultural muy extensa, pero nadie sabía dónde estaban, quiénes eran, cómo eran. Era lógico, porque tampoco existían lugares donde pudieran reunirse. Así nació Entijuanarte, Frontera Creativa en 2005, un espacio creado para sobrevivir al clima de violencia a través del arte.
El escenario principal sería la explanada de tres mil metros cuadrados del Centro Cultural Tijuana (CECUT), el más importante de México en la frontera y la región noroeste, que fue fundado el 20 de noviembre de 1982 con el compromiso de satisfacer las necesidades culturales de su población.
“Muchos artistas soñaban con exponer ahí, pero por trámites burocráticos era casi imposible. Se nos ocurrió que ahí podría ser el semillero de nuestros artistas. Tocamos muchas puertas hasta que Tere Trujillo –en ese entonces era subdirectora de operaciones- nos dio la oportunidad”, recuerda en entrevista Julio Rodríguez, director general de Entijuanarte 2012.
“Necesitábamos hacer conciencia social. Puedes ser artista o creador, y no sólo narco porque vives o eres de Tijuana”, explica Cecilia Ochoa, directora artística del evento.
Pero en una ciudad donde el 70 por ciento de la población lo conforman migrantes de diferentes estados de la República Mexicana y Centroamérica, se necesitaba diseñar un canal de comunicación para captar nuevos públicos.
“Buscábamos entrevistas con programas de radio y televisión que no tenían nada que ver con la cultural. Tratamos de llegar a gente que no iban a galerías, a museos. La fórmula funcionó de ocho mil asistentes que tuvimos en la primera edición; hoy esperamos poco más de 60 mil”, señala.
OCHO AÑOS DE VIDA
Sus organizadores admiten que mantener vigente al Entijuanarte no ha sido fácil, sin embargo, durante la primera semana de octubre (1 al 7) cumple su octava edición, donde tendrá como invitado de honor a Nuevo León, que a pesar del clima de violencia a causa del narcotráfico, existen muchas personas con talento artístico dispuestas a mostrar una cara más positiva y menos hostil.
Entre este abanico de opciones aparece Celso Piña, que junto con Nortec Collective, será el encargado del concierto de clausura del Entijuanarte.
“Ambos exponentes tienen el ritmo y el sabor norteño que nos caracteriza del otro lado de la frontera y en cualquier parte del mundo”, afirma Julio Rodríguez.
Pero las sorpresas no paran. En este fin de semana se contará con una nutrida muestra artística y cultural que cuenta con el respaldo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de Nuevo León (CONARTE) y el Consejo para la Cultura y las Artes (CONACULTA), que incluirá dos obras de teatro, cuatro conciertos masivos, tres exposiciones, dos espectáculos de danza contemporánea y una muestra de cine con lo más destacado de la producción fílmica del estado invitado.
“Cada año en Entijuanarte tenemos un estado invitado diferente. En esta ocasión nos enfocamos en Nuevo León porque de cierto modo nos sentimos identificados con ellos. Nosotros (en Tijuana) también vivimos el mismo clima de violencia y logramos salir adelante, así que ellos también lo harán porque tienen mucho talento”, sostuvo Cecilia Ochoa.
LAS GANANCIAS DE LA CULTURA
Actualmente Entijuanarte se realiza con una inversión de casi tres millones de pesos otorgados en su mayoría por la iniciativa privada, además de generar más de cien empleos antes, durante y después y una activación del turismo cultural.
Sin embargo, Cecilia recuerda que los primeros años fueron muy complicados en la búsqueda de presupuesto, pero conforme los años han pasado el festival se ha consolidado.
“Es un festival totalmente gratuito. Las primeras cuatro ediciones sí sufrimos. Ahora tenemos más patrocinadores, el gobierno nos apoya con el 20 por ciento. Ha caminado solito a pesar de las políticas de las instituciones”, sostiene.
Julio Rodríguez resaltó la capacidad de los empresarios de Baja California para comprender que deben apoyar proyectos culturales, pues en la medida que así sea se tendrá una mejor sociedad.
“Siempre hay que tocar cien puertas, pero de esas tres se nos abren”, dice en entrevista para SIN EMBARGO MX
ARTISTAS, LA MATERIA PRIMA
A pesar de lo complicado que es llegar al sector cultural, este año más de 360 solicitudes de artistas fueron recibidas para participar en Entijuanarte, sin embargo, sólo fueron elegidos 160. Algo inimaginable durante los primeros años de vida del festival que ha logrado cambiarle la cara de violencia a Tijuana.
“En la cultura hay más política que en la política”, recuerda entre risas Julio Rodríguez, quien junto con Cecilia Ochoa se dieron a la tarea de buscar a toda la comunidad artística tijuanense en la cual destaca Nortec Collective.
“El gremio artístico se mueve por grupos. Nunca están solos son muy unidos. Cuando descubrimos eso intentamos aliarnos con algunos, que de inmediato comprendieron de qué se trataba el asunto”, enfatiza Rodríguez.
Si bien, muchos dudaron en la capacidad de encontrar a más de 30 o 40 artistas para participar en Entijuanarte, la sorpresa fue muy grata al descubrir camadas de exponentes jóvenes dispuestos a participar en el proyecto.
“Nortec es el sonido de Tijuana, Julieta Venegas es otro referente, así como la orquesta de Baja California. En la parte artística Marco R. Ramírez arte contemporánea de nuestra ciudad, en Danza tenemos a Minerva Tapia o Lux Boreal”.
Después de ocho años de nacimiento del Entijuanarte, la comunidad artística ya no tiene que cruzar la línea para exponer sus trabajos, pues tienen un espacio para expresarse, proponer, y sobre todo, inspirar a las nuevas generaciones a ser algo positivo.
