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Las mexicanas Reyna y Maribel son despedidas en EU por enfermar de COVID-19 e ir al hospital

23/06/2020 - 9:25 pm

Ahora han demandado ante el Departamento de Trabajo a la empresa del estado de Louisiana que las contrató y echó. Su objetivo es que las autoridades les concedan una medida de emergencia que les permita seguir trabajando y evitar que otros inmigrantes con visas H-2B de empleo temporario enfrenten despidos como los de ellas.

Por Gisela Salomon

MIAMI, 23 junio (AP) — Reyna Álvarez Navarro y Maribel Hernández Villadares viajaron desde México a Estados Unidos con una visa de trabajo temporal para pelar cangrejos durante seis meses. Su ilusión era ahorrar dinero y a la vez mantener a sus familias, pero no pudieron: se enfermaron de coronavirus y las despidieron por haber ido al hospital.

Ahora han demandado ante el Departamento de Trabajo a la empresa del estado de Louisiana que las contrató y echó. Su objetivo es que las autoridades les concedan una medida de emergencia que les permita seguir trabajando y evitar que otros inmigrantes con visas H-2B de empleo temporario enfrenten despidos como los de ellas.

“Realmente estábamos enfermas y lo único que buscábamos era atención médica porque la empresa no la daba”, explicó Maribel sobre su decisión de acudir a un hospital en una reciente entrevista telefónica con The Associated Press. “Es injusto porque perdimos el trabajo, perdimos la visa”, dijo la mujer de 29 años que trabajaba por tercer año consecutivo en la industria del cangrejo.

El Gobierno estadounidense concede cada año cientos de miles de visas temporales de trabajo a extranjeros para que se desempeñen en la agricultura, la hotelería, la jardinería y otros sectores.

En el caso de los trabajadores no agrícolas se aprobaron unas 66 mil visas H-2B. Asimismo, más de 200 mil trabajadores agrícolas llegan cada año con visas H-2A.

Pero esta semana la administración de Donald Trump anunció que está congelando por lo menos hasta fin de año la emisión de algunas visas de trabajo temporal, entre ellas las H-2B. Dijo, no obstante, que habría excepciones para quienes realicen tareas esenciales para la cadena de suministros alimenticios.

No existen estadísticas sobre la cantidad de empleados temporales que se han enfermado de coronavirus, pero activistas y gremios han denunciado públicamente que en algunas empresas donde laboran no se cumplen las condiciones de distanciamiento social y muchos se han infectado.

El Departamento del Trabajo no respondió a la AP si ha recibido otras demandas similares a las de Reyna y Maribel.

Un portavoz de OSHA, como es conocida por su nombre en inglés la agencia de seguridad ocupacional del Departamento de Trabajo, confirmó que investiga una demanda contra Acadia Processors LLC, pero dijo que no podía revelar los nombres de los demandantes. La compañía no respondió los llamados de AP en busca de comentarios.

Para la gran mayoría de los mexicanos y centroamericanos que obtienen estas visas, los trabajos temporales representan una oportunidad para mantener a sus familias y ahorrar en momentos en que sus países enfrentan problemas económicos.

Maribel y Reyna arribaron a fines de enero, antes del inicio del brote en Estados Unidos, y tenían contrato hasta el 25 de julio. Cada día, de lunes a sábado, limpiaban y pelaban cangrejos durante unas 12 horas. Por semana ganaban unos 500 dólares, hasta que en mayo se enfermaron.

Ambas relataron que a principios de mayo se registró el primer caso de coronavirus entre sus compañeras. Era una mujer que trabajaba persona de por medio con Reyna y que vivía en su misma casa. La enferma quedó sola en su cuarto y las que dormían con ella fueron distribuidas en otros dormitorios donde había trabajadoras sin síntomas, pero todas en la misma casa. En total eran 50 mujeres que compartían la cocina y un baño. En otra casa había otras 50, todas con visas H-2B, dijeron las entrevistadas.

A los pocos días Reyna, de 36 años, empezó a sentir dolores en las piernas, cabeza y espalda. Tenía fiebre y tos y no podía respirar. Lo mismo le sucedió a Maribel.

“Los patrones no hacían nada y las mujeres estábamos todas mal”, dijo Reyna explicando la razón por la que decidieron ir al hospital para que les hicieran la prueba de COVID-19. “Me sentía como muerta en vida”.

Fue entonces que junto con Maribel llamaron a un conocido y le explicaron lo que les pasaba. El hombre se ofreció a llevarlas al hospital.

De acuerdo con la demanda administrativa presentada el 11 de junio ante OSHA, Reyna y Maribel fueron “despedidas ilegalmente” el 15 de mayo por haberse negado a cumplir una orden “que ponía en riesgo grave sus vidas”. Esa orden las obligaba a quedarse en el predio de la empresa en la que trabajaban aunque estuvieran enfermas.

La demanda, que puede tomar meses en resolverse, indica que las mujeres fueron al hospital porque no recibían cuidado médico adecuado a pesar de estar infectadas de coronavirus.

Cuando el amigo que las acompañó al hospital llamó a la empresa para avisar dónde estaban, le notificaron que habían sido despedidas y reportadas ante las autoridades de inmigración, dijeron ambas mujeres. Al día siguiente ellas mismas se comunicaron con la compañía y el dueño les confirmó que habían sido reportadas ante las autoridades migratorias.

Por ese motivo resolvieron hacer una cuarentena para recuperarse en la casa de su amigo y no regresar a la vivienda que les proveía el empleador.

Amy Novak, una abogada de inmigración especializada en visas de trabajo temporales, dijo a AP que los empleadores pueden despedir a los inmigrantes con visas H-2B por las mismas razones que a un ciudadano estadounidense o a cualquier persona con permiso de trabajo, entre ellas, no presentarse al trabajo ni notificar su ausencia.

A su vez, la ley no obliga a las empresas a que concedan seguro médico a los empleados temporales.

Para Julie Pittman, abogada del Centro de los Derechos del Migrante -que representa a las dos mexicanas-, “no es legal despedir a alguien por proteger su verdadero derecho legal de estar seguro y saludable en el lugar de trabajo”.

“Es muy injusto que nos hayan reportado a las autoridades de inmigración por un error de ellos”, dijo Maribel, quien narró que aunque le habían dicho a una supervisora que se sentían mal no quisieron llevarlas al médico.

A Reyna, que dejó a sus tres hijos con sus padres en Sinaloa para trabajar por cuarto año consecutivo en la misma empresa, le duele también no haber podido cumplir su ilusión.

“Este es el único medio para sacar adelante a mi familia”, se lamentó. “Era mi sueño para darle estudio a mis hijos”.

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