En estos estudios participan millones de personas, lo que permite que los investigadores puedan ver efectos cada vez más pequeños que aumentan el número de genes que pueden vincular a una enfermedad o rasgo, pero estos grandes números también significan que los sesgos pueden afectar los resultados.
Madrid, 8 de junio (Europa Press).- Un grupo internacional de investigadores ha encontrado diferencias en las características que impulsan a hombres y mujeres a participar en estudios genéticos, y esas diferencias de sexo en la participación en estudios a gran escala pueden afectar los resultados.
Los estudios de asociación de todo el genoma (GWAS) analizan variantes genéticas en diferentes individuos para ver si alguno está asociado con un rasgo o enfermedad. Participan millones de personas lo que permite que los investigadores puedan ver efectos cada vez más pequeños que aumentan el número de genes que pueden vincular a una enfermedad o rasgo, pero estos grandes números también significan que los sesgos pueden afectar los resultados.
"Es bueno para nosotros, porque nos permite comprender mucho más sobre las influencias genéticas en nuestra composición, comportamiento y estado de la enfermedad", explica el doctor Andrea Ganna, del Instituto de Medicina Molecular de Finlandia, quien presenta esta investigación de su equipo en la 53ª conferencia anual de la Sociedad Europea de Genética Humana, que se celebró completamente en línea debido a la pandemia de COVID-19.
"Pero esta buena noticia viene con un inconveniente. Estos grandes números significan que los sesgos pueden colarse y afectar nuestros resultados --advierte--. El más difícil de controlar es el sesgo de participación: cuando las personas que participan en un estudio no pertenecen a un grupo aleatorio, sino que tienen algo en común que está relacionado con su participación".
"Para dar un ejemplo extremo, si tuviéramos que utilizar a los participantes en un equipo profesional de baloncesto para comprender lo altas o en forma que están las personas, los resultados no serían representativos de la población en general. Pero incluso el sesgo de participación de bajo nivel puede sesgar los resultados", explica.
Estudios recientes que analizan a personas que han participado más de una vez en un estudio genético han mostrado una correlación con su nivel de logro educativo, por ejemplo. Los investigadores se propusieron caracterizar mejor cuáles eran las consecuencias de este tipo de sesgo.
Para hacerlo, necesitaban un rasgo que estaban seguros de que no estaba determinado genéticamente en los cromosomas no sexuales y de lo que podían estar seguros de antemano de que no existía asociación con esos genes.
"La única área en la que estábamos seguros de que la genética fuera de los cromosomas sexuales no estaba involucrada eran las diferencias genéticas entre hombres y mujeres --comenta el coautor, el doctor Nicola Pirastu, de la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido--. Por lo tanto, nuestros análisis debería haber salido completamente negativo".
El equipo llevó a cabo un estudio de asociación de datos de más de tres millones de individuos para observar qué variantes genéticas mostraron diferencias en las frecuencias de participación en el estudio entre hombres y mujeres.
"Para nuestra sorpresa, encontramos más de 150 loci con tales diferencias. Por ejemplo --explica, vimos más alelos que aumentan el índice de masa corporal entre los hombres que entre las mujeres, lo que sugiere que las mujeres genéticamente de mayor peso tenían menos probabilidades de participar en estudios de población que los hombres".
"Esto sólo puede haberse relacionado con diferencias en las características que impulsan a los hombres y mujeres a participar. Y vimos un efecto similar en diferentes cohortes, lo que confirmó nuestra hipótesis", añade el doctor Pirastu.
Estos hallazgos enfatizan la importancia de la conciencia de los científicos sobre la necesidad de un diseño de estudio cuidadoso y las elecciones meticulosas de casos y controles al realizar estudios genéticos.
Para sacar conclusiones útiles, se debe minimizar el riesgo de sesgo de participación. Si este tipo de sesgo existe en un estudio en el que participan hombres y mujeres, será mucho más difícil distinguir entre los resultados verdaderos y los que surgen de los sesgos al observar la enfermedad.
"Por ejemplo, en la reciente pandemia, sabemos que las personas que se han sometido a la prueba de COVID-19 no fueron elegidas al azar y comparten características comunes, por lo que tomar la decisión correcta de los controles que se utilizarán para comprender si hay algún determinante genético involucrado es muy importante. Creo que nuestro estudio muestra cuáles son los riesgos si esto no se hace", añade el doctor Ganna.
Por el momento, toda la evidencia es que los sesgos de participación son lo suficientemente leves como para no ser un problema importante. Pero es importante tenerlos en cuenta al planificar la recopilación de datos de grandes cohortes y cuando los datos de los participantes se recopilan en múltiples puntos de tiempo.
Genotipar un conjunto aleatorio de la población, por ejemplo, a partir de las manchas de sangre recolectadas al nacer, sería una buena forma de verificar aún más si existen estos sesgos. "Hemos demostrado que nos permitiría corregir los análisis estadísticos. Además, costaría muy poco en comparación con lo que ha costado hasta la fecha crear estos estudios. Realmente tenemos que hacer esto si queremos sacar las conclusiones correctas de nuestros análisis", concluye Ganna.