The Trials of Gabriel Fernández maneja fuentes de todo tipo: periodistas de Los Angeles Times que investigaron esta historia, empleados del Departamento de Servicios a Menores y Familias del condado de Los Ángeles (DCFS, en inglés), fiscales, miembros del jurado e incluso uno de los trabajadores sociales acusados por su negligencia en este expediente y que finalmente fueron exonerados.
Los Ángeles (EU), 25 feb (EFE).- El espeluznante asesinato de Gabriel Fernández, un niño latino de solo ocho años, da pie a The Trials of Gabriel Fernández, la nueva serie documental de Netflix que, más allá de este horrendo crimen, explora los fallos y errores del sistema de protección a menores en Estados Unidos.
Con la dirección de Brian Knappenberger, los seis episodios de The Trials of Gabriel Fernández, que se podrán ver desde mañana en Netflix, ofrecen un exhaustivo y meticuloso retrato de los hechos desde la noche del 22 de mayo de 2013, cuando murió el pequeño, hasta el juicio en el que se conocieron los múltiples abusos y palizas cometidos por parte de su madre y su padrastro.
"Tenía una fractura craneal deprimida (...), su garganta parecía como si alguien la hubiera quemado, moretones en toda la cara, ojos morados, cortes por doquier, un corte raro sobre su pene, abrasiones en el pie como si le hubieran arrastrado, marcas de ligaduras como si le hubieran atado. En cada parte de su cuerpo había algo", dijo Christene Estes, una de las primeras enfermeras que trató al niño.
"Tenía balines en el pulmón, balines en la ingle, quemaduras de cigarrillos, apagaban cigarrillos en él (...). Recuerdo que esa noche pensaba que no podía entender esto, cómo llegó hasta esto (...). Hay tanto trauma, tanto daño y tantas preguntas", agregó.
The Trials of Gabriel Fernández comienza con la llamada de emergencia en una casa de Palmdale, una ciudad del condado de Los Ángeles situada unos cien kilómetros al norte de la capital.
Ahí una familia aseguraba que había un niño inconsciente, pero lo que parecía una llamada de auxilio por un accidente acabó en un caso muy mediático de abusos y asesinato de un menor.
Gabriel Fernández había tenido una infancia complicada: vivió con sus tíos y abuelos ya que su madre, Pearl Fernández, no quería hacerse cargo de él.
Más adelante, su madre, ya separada del padre biológico de Gabriel, asumió la tutela del pequeño con su novio Isauro Aguirre.
Pearl e Isauro serían el centro de la acusación por el asesinato del pequeño y el juicio desvelaría un espantoso patrón de abusos, que incluían desde encerrar a Gabriel en un cubículo durante horas y horas a obligarle a comer arena higiénica para gatos.
La pregunta que articula todo el documental es por qué una madre y su pareja sometieron a un niño a semejantes abusos.
The Trials of Gabriel Fernández maneja fuentes de todo tipo: periodistas de Los Angeles Times que investigaron esta historia, empleados del Departamento de Servicios a Menores y Familias del condado de Los Ángeles (DCFS, en inglés), fiscales, miembros del jurado e incluso uno de los trabajadores sociales acusados por su negligencia en este expediente y que finalmente fueron exonerados.
Lo más interesante no es solo lo que la serie documental ofrece sobre el caso de Gabriel Fernández en particular sino las sospechas que lanza sobre el sistema de protección de menores, que no reaccionó como debía a las numerosas advertencias sobre ese hogar que habían lanzado desde la maestra del pequeño a un empleado de un centro de menores.
En este sentido, The Trials of Gabriel Fernández expone la opacidad y secretismo del DCFS y de la oficina del Sheriff del condado de Los Ángeles, critica la saturación de casos que padecen los trabajadores sociales, y también reprueba las subcontratas privadas en servicios a menores.
Un ejemplo de lo especialmente inhumano que resultó el caso de Gabriel Fernández lo dio el Juez encargado del mismo, George G. Lomeli, poco antes de condenar a Pearl Fernández e Isauro Aguirre.
"He impuesto muchas sentencias en mis veinte años como Juez y generalmente es mi costumbre no comentar muchos casos", dijo.
"Pero es inimaginable el dolor que este niño probablemente sufrió. Gabriel era una persona amable y amorosa que solo quería ser amada. Se dice que la conducta (de lo acusados) fue animal pero es erróneo: hasta los animales saben cuidar a sus crías. Solo deseo que, en mitad de la noche, se despierten y piensen en las heridas que provocaron a este pobre joven, y que eso los torture", añadió.