“La separación predestinada promete un nuevo encuentro”, escribió el poeta Serguéi Yesenin. Después se colgó de una tubería.
Ciudad de México, 12 de abril (SinEmbargo).– Serguéi Yesenin escribió un último poema y se colgó en el Angleterre Hotel, en San Petersburgo, Rusia.
Era 28 de diciembre de 1925. Yesenin, de 30 años de edad, dedicó el escrito final a su amigo Volf Ehrlich. Luego optó por el suicidio. O tal vez antes.
Aquellas líneas decían:
“HASTA PROTO, AMIGO MÍO…
Hasta pronto, amigo mío, hasta pronto,
querido mío, te llevo en el corazón.
La separación predestinada
promete un nuevo encuentro.
Hasta pronto, amigo mío, sin gestos ni palabras,
no te entristezcas ni frunzas el ceño.
En esta vida el morir no es nuevo
y el vivir, por supuesto, no lo es”.
“Este poema debe leerse en rojo”, dice Eduardo Vassallo en Gabriela Mistral: la sangre como lengua que contesta.
“No hay poema que como este sea el último, no hay obra como ésta que deje dos cadáveres, poeta y poema ensangrentados a los pies de la poesía, violencia necesaria que los reúne y confunde”, indica Vassallo.
Medios consignaron que Serguéi Yesenin escribió el poema con su propia sangre.
El joven poeta estaba interesado en temas sociales. Entre sus obras están El país de los canallas, Pugachev, Inonia y El regreso al país natal.