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Adela Navarro Bello

20/06/2018 - 12:00 am

Meade, a la fuerza, quiere el segundo lugar

Ninguna encuesta seria, de prestigio, o con antecedentes de certeza científica, cuantitativa, ha posicionado al candidato del PRI a la Presidencia de la República, José Antonio Meade Kuribreña, en el segundo lugar de las intenciones electorales de los mexicanos para la elección del 1 de julio de 2018. Ninguna.

Eso a Meade, es evidente, no lo tiene satisfecho. Foto: Cuartoscuro.

Ninguna encuesta seria, de prestigio, o con antecedentes de certeza científica, cuantitativa, ha posicionado al candidato del PRI a la Presidencia de la República, José Antonio Meade Kuribreña, en el segundo lugar de las intenciones electorales de los mexicanos para la elección del 1 de julio de 2018. Ninguna.

De las recientes, la del diario de la Ciudad de México, Reforma, que reflejaba la intención del voto de los electores en los últimos días de mayo, lo sumía en el tercer lugar con 19 por ciento, frente al segundo lugar del candidato del PAN/PRD Ricardo Anaya Cortez con el 26 por ciento de las preferencias, y el arrastre de Andrés Manuel López Obrador de Morena, con un 52 por ciento.

Días después la Confederación Patronal Mexicana (Coparmex), dio a conocer una encuesta donde los cuestionarios superaron las 13 mil unidades y el estudio cuantitativo fue realizado por dos de las más serias casas encuestadoras de México, Berúmen e Ipsos, donde una vez más el candidato Meade cayó en la tercera posición con 13.6 por ciento de las preferencias, contra el 21 por ciento que registró Anaya, y el 41.7 por ciento obtenido por López Obrador.

Tanto en el candidato oficial como en su círculo principal se notó el enojo. Lo de menos fue desprestigiar las encuestas, decir que no creían en los números, que la gran encuesta es el 1 de julio, y que no se confían de los estudios de opinión. Pero de repente empezaron a dar visos de que sí creían en las encuestas y comenzaron a ¡Pelear por el segundo lugar!

En efecto, en una de esas el candidato Meade escribió en una de sus redes sociales:

“Aquí tienen la señal que muchos esperaban. Con base en esta encuesta seria y robusta que difundió hoy @dparamooficial estamos en un claro y ascendente segundo lugar y vamos recio hacia la victoria. Les pido su voto libre, consiente, útil y razonado. No les voy a fallar”.

Y la “encuesta” que difundió no era tal. De hecho era solo la imagen de una gráfica, sin el nombre de la casa encuestadora, sin el número de cuestionarios realizados, sin metodología explicativa sobre el levantamiento del cuestionario, sin las preguntas realizadas, ni las respuestas ni los cruces de las mismas. Solo una gráfica con rayitas de colores asignados a cada uno de los aspirantes a la Presidencia de la República (incluida Margarita) en dirección ascendente y descendente.

En la ni “seria” ni “robusta” “encuesta” que presentó Meade, se daba cuenta de una medición desde noviembre de 2017, mes a mes, hasta junio de 2018. En el primer mes, o sea en noviembre, los números eran así: AMLO 30 por ciento, Anaya 24 por ciento, Meade 20 por ciento. Ocho meses después, en junio de 2018, la misma gráfica daba cuenta de los siguientes números: AMLO 44 por ciento, Meade 24 por ciento, Anaya 20 por ciento.

Tal “encuesta” no sólo fue la primera en colocar al panista en la tercera posición, sino en reflejar el lentísimo (en dado caso que hubiese contado con una metodología científica) crecimiento de quien pelea el segundo lugar, pues de noviembre de 2017 a junio de 2018, José Antonio Meade Kuribreña “subió” ¡4 puntos! Aun así, él dice a sus seguidores que va derechito a la victoria, con todo y que le faltarían de acuerdo a esa “encuesta” 20 puntos que tendría que subir en dos semanas, hazaña que no pudo lograr en ocho meses.

Hace unos días La Razón, un periódico de la Ciudad de México muy cargado al oficialismo, divulgó en interiores de su edición otra encuesta que, vaya, no solo ponía a Meade en segundo lugar con 28 puntos, por encima de Anaya a quien le pusieron 24 por ciento, sino que lo posicionaba a 8 puntos del puntero, Andrés Manuel López Obrador, al cual le colgaron el 36 por ciento de las preferencias electorales. La encuestadora la identificaron como Conteo SC, sin más ni más.

Después de esas dos, ningún estudio serio le otorga al candidato del PRI el segundo lugar en las preferencias electorales. La última encuesta seria en darse a conocer fue la de Consulta Mitofsky de Roy Campos, y que refleja la intención del voto de los electores mexicanos durante la primera quincena de junio, y que para mayor consulta está en su página electrónica, pero que se resume así: AMLO 37.2 por ciento, Anaya 20.3 por ciento, Meade 17.1 por ciento. Como ha sido común, el priísta independiente en la tercera posición a 20 puntos porcentuales de quien lleva la delantera.

Eso a Meade, es evidente, no lo tiene satisfecho. Y antes pelear que aceptar la derrota. Por eso se enfrascó en redes sociales para defender su segundo lugar, el cual le daban únicamente aquellos que se definen abiertamente con el candidato. De hecho, en la primera “encuesta” la que divulgó David Páramo, el embrollo fue que la dio a conocer como el resultado de las que habían ordenado desde el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, cuando estos no se la adjudicaron y de hecho dijeron más adelante, que ellos habían pedido un tracking para consumo interno y no para divulgarlas.

A Meade le ha dado por pelear el segundo lugar con la lógica de una campaña del voto útil, en la que participan por supuesto los priístas y sus aliados, los panistas, y algunos empresarios de gran calado que incluso han hecho videos para pedir un “voto razonado” o “de conciencia” como dice el propio Meade, esperando que los indecisos no voten por el candidato de su preferencia el día de la elección, sino por quien va en segundo lugar, y así no dispersar el voto con miras a ganarle al puntero.

La teoría, no muy aceptada en el ámbito político, tanto como en el mundo utópico de ciertos actores de la política, es apostarle a la no dispersión del voto para concentrarla en una opción dentro de una campaña de miedo sobre las acciones que puede desencadenar el triunfo de quien lleva el primer lugar.

Los priístas le apuestan a eso, a ser a la fuerza de su candidato la segunda opción -más incluso que los panistas con Anaya- sin saber que los puntos que no les han favorecido en las encuestas, son precisamente guiados por el hastío, el cansancio, el hartazgo de los mexicanos que han observado seis años de corrupción, inseguridad y mal gobierno.

Pero en el mundo ideal de Meade, su pelea a doce días de la elección, es por el segundo lugar. Así.

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