En el sepulcro fueron identificados los restos de dos hombres, uno de entre 16 y 21 años, y otro de entre 20 y 25; fue encontrado en las playas de Conchalito, sitio arqueológico en donde se han descubierto al menos otros 60 entierros.
México, 16 de abril (Xinhua) -- Un investigador mexicano descubrió un entierro con restos óseos humanos del año mil 100 después de Cristo en las playas del Conchalito, estado de Baja California Sur, informó hoy el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
"El hallazgo ocurrió cuando el experto del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del IPN, Ignacio Leyva Valencia, realizaba estudios de marea roja, y al atravesar por la zona intermareal (frente a las instalaciones del Centro) se descubrió un cráneo humano", detalló la casa de estudios en un comunicado.
Leyva Valencia notificó el hallazgo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México.
Las playas del Conchalito son un sitio arqueológico en donde se han encontrado 60 huellas de entierros humanos pertenecientes a los habitantes de la Antigua California, en México.
El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Alfonso Rosales López, y Quintín Muñoz Garayzar, del Museo Regional de Antropología e Historia de la entidad, hicieron excavaciones para la recuperación de las osamentas de dos individuos masculinos de la época prehispánica.
Los estudios determinaron que uno de los hombres tenía de 16 a 21 años y el otro de 20 a 25, ambos fueron sepultados uno encima del otro, puestos boca abajo, pero con la cara viendo hacia el frente y las piernas dobladas hacia atrás.
De acuerdo con estudios de la región, se sabe que los habitantes de Baja California Sur acostumbraban sepultar dos veces a sus muertos.
Luego de enterrarlos por primera vez, dejaban pasar entre seis y ocho meses, tiempo en que los músculos y vísceras se degradan casi por completo.
Tras lo anterior, los familiares de los fallecidos regresaban a la tumba, los destapaban y los modificaban para volver a enterrarlos.
"Un hombre tenía los brazos cruzados a la altura del abdomen; el otro, doblados hacia arriba para que las manos quedaran arriba de sus hombros; los envolvieron en la manta, los ataron fuertemente y colocaron en la fosa; después fueron cubiertos con arena de playa", según los especialistas.
Las osamentas se enviaron al Laboratorio Antropofísico del INAH, del Museo Regional de Antropología en La Paz, Baja California Sur, en donde se limpiaron, restauraron y catalogaron para su resguardo y conservación.