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Extremista, autoritario, racista, elitista: Trump no defraudó al mundo con un año en el Gobierno

15/01/2018 - 10:14 am

Desde que llegó a la Casa Blanca, el Presidente Donald Trump ha profundizado las divisiones internas del país y acelerado la crisis de legitimidad de Estados Unidos en el mundo.

Por Mariano Aguirre

Washington/Ciudad de México, 15 de enero (ElDiario.es/SinEmbargo).-En su primer año de Gobierno, el Presidente de EU, Donald Trump, ha agravado las brechas internas del país y puesto en evidencia su crisis de legitimidad y hegemonía. Las dos cuestiones estaban presentes antes que Donald Trump llegase a la Casa Blanca, pero el populismo ultranacionalista y la agenda conservadora las han acelerado.

El Presidente ha promovido los choques sociales, sea igualando a los antirracistas con los neonazis que en agosto mataron a una mujer en Charlottesville, criticando a los jugadores negros (y blancos) de fútbol americano que protestan por la represión policial, o insultando a la población negra y latina al llamar “países de mierda” a El Salvador, Haití y África.

Tampoco ha perdido la ocasión de promover la violencia nacional e internacional. Ha elogiado a los dictadores de Filipinas, Egipto y Arabia Saudí; amenazó con invadir Venezuela y arrasar Corea del Norte de una forma nunca vista, con resonancias sobre el uso de armas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki.

Trump ha mostrado una total falta de empatía con el sufrimiento de los ciudadanos. Foto: AP

Su gobierno y el Partido Republicano han asumido la explicación falsa que las matanzas que ocurrieron en Las Vegas (59 muertos y 527 heridos) y en Sutherland Springs, Texas, (20 muertos y decenas de heridos) fueron obra de perturbados mentales en vez de tomar medidas de control contra la proliferación de armas en la sociedad. Se estima que hay 265 millones de armas en manos de ciudadanos en EU, más de una por adulto. Cada día se registra un incidente en el que mueren cuatro o más personas debido a su uso.

El Presidente ha creado una inédita situación. Se comunica agresivamente con su base social a través de tuits mientras el Ejecutivo funciona sin liderazgo en manos de operadores ultraconservadores (y un reducido grupo de militares) que están desmantelando parte del Gobierno (como el Departamento de Estado y la Agencia de Protección del Medio Ambiente). Paralelamente, el Partido Republicano utiliza su mayoría en el Congreso para imponer la reforma ultraconservadora. Este caos tiene, sin embargo, una fuerte coherencia ideológica: todos responden a un nacionalismo extremo, racista, elitista, autoritario y neoliberal antiestatal. El Senador republicano Jeff Flake indicó en octubre que Trump es “un peligro para la democracia”.

Trump ha mostrado una total falta de empatía con el sufrimiento de los ciudadanos. Por ejemplo, cuando tardó en visitar al Estado asociado de Puerto Rico, tras ser devastado por el huracán “María” en septiembre. Criticó a la gobernadora cuando pidió más ayuda, e implícitamente a los ciudadanos que lo perdieron todo acusándolos de quejarse demasiado. (Medio año después de la catástrofe, Puerto Rico se encuentra en una crisis humanitaria, con amplios sectores de su población sin casa, agua potable y servicios mínimos).

El Partido Demócrata, organizaciones de la sociedad civil, parte del sistema judicial y autoridades locales, junto con los medios de prensa tradicionales llevan adelante una importante oposición. Pero la base social de Trump se mantiene firme. Según una encuesta de la revista Politico, el 46 por ciento de los consultados consideran que los medios tradicionales “inventan las noticias sobre Trump” para desprestigiarlo. El Presidente promueve “la verdad alternativa” para construir su discurso, generando una cacofonía y un clima de confusión, lanzando acusaciones falsas, mintiendo y desmintiendo, y acusado al periodismo tradicional de invenciones. En un año el Presidente difundió 150 tuits acusando a la prensa de mentir y atacarlo.

REFORMA FISCAL, DEPORTACIONES Y EXTRACTIVAS

Trump no ha logrado acabar con la reforma del sistema de salud aprobada durante el gobierno de Barack Obama ni construir “el muro” entre México y EU. Pero al designar a un juez ultraconservador modificó la composición de la Corte Suprema. Esta falló en diciembre en favor de la Casa Blanca en su intento de cerrar las fronteras a los inmigrantes y refugiados de una serie de países musulmanes. La Corte podría aprobar la reforma de las leyes del aborto en diversos Estados de la Unión.

El mayor éxito ha sido lograr a principios de diciembre la aprobación en el Senado, con la mayoría de su partido y la oposición de todos los senadores demócratas, una reforma fiscal que reducirá la carga impositiva de los sectores ricos del país. El diario New York Times la calificó como un “saqueo del erario por parte de las empresas y los ricos “, añadiendo: “Con apenas un voto de margen (…) el Senado aprobó un proyecto de ley fiscal que confirma que el objetivo principal de los líderes republicanos es enriquecer a la élite del país a expensas de todos los demás, incluidas las generaciones futuras que terminarán asumiendo el costo. Se espera que el proyecto de ley agregue más de mil 400 millones de millones de dólares al déficit federal (…), una deuda que pagarán los pobres y la clase media en futuros aumentos de impuestos y recortes de gastos al Medicare (servicio de salud federal), la Seguridad Social y otros programas gubernamentales. (…) Hasta 13 millones de personas podrían perder su seguro de salud porque la ley realiza un gran cambio en la Ley de Asistencia Asequible (u Obamacare)”.

Esta reforma tributaria es parte de la agenda conservadora. Sus promotores (ricos grupos empresariales) consideran que el Estado no debe gastar dinero en el sistema de salud, mejorar la vida de los sectores más pobres, como tampoco invertir en educación y promoción del empleo. Cuarenta y un millón de personas viven debajo del umbral de la pobreza en EU. El país se encuentra al final en la lista de los 10 países ricos más desiguales del mundo.

Una serie de jueces impidieron durante 11 meses que se pusiera en marcha la Orden Ejecutiva Presidencial para cerrar las fronteras a ciudadanos de seis países musulmanes, pero el Gobierno ha incrementado las deportaciones de población latina a través de diferentes mecanismos y mantiene en el limbo a miles de personas que fueron acogidas debido a la violencia o catástrofes naturales en sus países de origen, especialmente jóvenes que nacieron y se criaron en Estados Unidos y que podrían ser expulsados.

Igualmente, ha autorizado que gran parte de los parques nacionales del estado de Utah sean abiertos a la exploración petrolífera, de minería extractiva y cría de ganado. También ha autorizado que en la costa del Océano Pacífico se puedan realizar prospecciones petrolíferas. Por otro lado, ha promocionado el poder de los evangélicos ultraconservadores.

EL RACISMO PROFUNDO

El incidente de Charlottesville y sus comentarios sobre los “países de mierda” evidencian el racismo del Presidente y parte de la sociedad de Estados Unidos. El ensayista Ta-Nehisi Coates afirma que la presidencia de Trump encarna y da continuidad a la “predominancia blanca” (White supremacy). Su gobierno representa, por un lado, una oportunidad para los blancos, que generación tras generación desde la Guerra Civil en el siglo XIX y la lucha por los derechos civiles en la década de 1960, consideran que perdieron poder frente a la población negra. Por otro, se erige como el líder de la batalla simbólica contra Obama, primer presidente negro que, desde la perspectiva racista, “usurpó” la Casa Blanca. La campaña de Trump denunciando que Obama no era ciudadano estadounidense y que había obtenido su título de abogado de forma fraudulenta tienen como subtexto que un negro no podía ser el presidente de Estados Unidos y carecería de inteligencia para ser académico.

Según Coates, desde la perspectiva de Trump y sus seguidores, es necesario revertir y acabar con lo que consideran fue una “presidencia negrata (nigger), una reforma de la salud negrata, acuerdos sobre el cambio climático negratas, y una reforma de la justicia negrata”. Su victoria se asentó sobre una base racista blanca transversal, desde trabajadores hasta parte de la élite. El racismo, dice, está “en el corazón de la vida política de este país” y Trump no triunfó pese a ser racista sino precisamente por ello. “Trasladó, afirma, el racismo de lo eufemístico y posible de negar a algo abierto y libremente proclamado”. Y practica la misma estrategia explícita en sus posiciones contra los refugiados, los inmigrantes, los musulmanes, y las mujeres.

En noviembre, Trump difundió tres tuits de un casi desconocido grupo extremista de ultraderecha denominado Britain First, que presentaba, mediante montajes falsos, una imagen destructiva y negativa de la comunidad musulmana en Gran Bretaña. Trump fue criticado por diputados de todos los partidos británicos, llamándole, entre otras cosas “estúpido”, “fascista” e “incompetente” y “un peligro para la sociedad”, algo que nunca se había oído en el parlamento del país que se precia de tener una “relación especial” con Estados Unidos. La primera ministra británica, Theresa May, le criticó por difundir mensajes de un grupo que alienta el odio y las divisiones sociales. El Presidente de Estados Unidos contestó que se dedique a sus asuntos y a combatir el terrorismo.

A principios de diciembre, Trump solicitó el voto para Roy Moore, el candidato republicano al senado por el estado de Alabama, un racista confeso y acusado por ocho mujeres de acoso sexual, incluyendo a una de ellas cuando era menor de edad. Moore perdió las elecciones, una indicación que los Republicanos podrían sufrir serias derrotas en los comicios para el Congreso en 2018.

DESLEGITIMACIÓN INTERNACIONAL

El régimen de Kim Jong-un, en Corea del Norte, ha continuado con sus pruebas de armas nucleares y misiles de largo alcance, amenazando con impactar sobre Estados Unidos. Las respuestas desde Washington han sido contradictorias. Mientras que el secretario de Estado, Rex Tillerson, ha promovido el diálogo, el asesor de seguridad nacional H.R. McMaster amenaza con represalias, y Trump se ha dedicado a intercambiar insultos con el líder coreano y deslegitimar a Tillerson. A un ataque de EU como el que realizó en 2001 en Afganistán o en 2003 en Irak, Kim Jong-un podría responder con su arsenal nuclear sobre Corea del Sur. La guerra entre las dos Coreas podría llevar a un enfrentamiento que implicase a China.

Tillerson, ex presidente de la gigantesca empresa petrolera Exxon Mobile, ha promovido la casi desaparición del Departamento de Estado. Alrededor de 2.000 diplomáticos de carrera han abandonado el servicio exterior desde su llegada. El posible sucesor sería David Pompeo, un miembro del ultraconservador movimiento Tea Party y un halcón en sus posiciones hacia Irán, Corea del Norte, Cuba y otras cuestiones.

La falta de una política exterior coherente muestra la crisis de liderazgo y hegemonía y es la confirmación de que el país ha perdido la capacidad de liderar un mundo complejo. Foto: AP

En diciembre, la Casa Blanca reconoció a Jerusalén como capital del Estado de Israel. Múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas consideran a esta ciudad ocupada por Israel, al igual que parte de Cisjordania desde la guerra de 1967. Todos los miembros del Consejo de Seguridad y prácticamente toda la Asamblea General condenaron el reconocimiento. La airada respuesta de Washington disminuyendo su contribución económica a la ONU subrayó su tendencia antimultilateralista.

A la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático le siguió la reconfirmación del abandono del Tratado de Comercio Transpacífico. Trump planifica cancelar la participación estadounidense en el acuerdo internacional que limita a Irán fabricar armas nucleares. Esto supondría romper un acuerdo firmado con aliados europeos, Rusia, China y la ONU y daría una excusa a los sectores más duros en Irán para retomar el programa nuclear militar.

La falta de una política exterior coherente muestra la crisis de liderazgo y hegemonía y es la confirmación de que el país ha perdido la capacidad de liderar un mundo complejo, multipolar, y de establecer alianzas flexibles entre actores con intereses múltiples. Washington deja el campo libre a China en Asia-Pacífico, África y América Latina. Pekín desarrolla una red económica comercial que le une a Europa, Rusia, Asia Central y Oriente Medio. Igualmente, Rusia se afirma en Oriente Medio y Asia Central. Y continentes como América Latina, que eran dependientes de Washington, reorientan sus alianzas internacionales.

¿IMPROVISACIÓN O CONEXIÓN RUSA?

La esperanza de muchos críticos de Trump es que la investigación sobre la supuesta conspiración entre miembros de su equipo electoral y el Gobierno ruso logre mostrar que el Presidente estadounidense estuvo implicado o que hubo órdenes suyas o de personas de su entorno.

Pero la supuesta interferencia de Rusia en el proceso electoral de 2016, tratando de desprestigiar a Hillary Clinton y favorecer a Trump, está llena de interrogantes. Las acusaciones están elaboradas sobre fuentes dudosas del mundo de la alta tecnología digital no totalmente comprobadas.

Posiblemente, Trump y su equipo buscaron durante la campaña electoral y en la fase de transición la oportunidad de reestablecer una relación estable con Rusia, y presentarlo como un éxito, a la vez que hacer negocios con los jerarcas rusos, e invitar a que oficial y extra oficialmente Rusia interfiriese en la campaña electoral. Teniendo en cuenta la falta de experiencia y de respeto a los usos de la diplomacia, Trump habría intentado establecer contactos y vínculos que fueron aprovechados por intermediarios y oportunistas rusos, británicos y estadounidenses.

La investigación del fiscal Robert Müller le podría inculpar por obstrucción a la justica, figura jurídica que abriría la puerta a que el Congreso lo juzgara y eventualmente lo destituyese. Este escenario es todavía muy improbable debido a la mayoría republicana en el Congreso.

UN TRIUNVIRATO MILITAR

Ante la situación de descontrol en la Casa Blanca un grupo de oficiales y ex oficiales de las Fuerzas Armadas, liderados por el Jefe de Gabinete, John Kelly, el ex general de los Marines, el general retirado y secretario de Defensa Jim Matthis, y el asesor de seguridad nacional ex teniente general H.R. McMaster han tomado el control de cuestiones de seguridad internacional, como Corea del Norte, Afganistán y Siria. Se ha establecido una división de funciones. El Presidente controla la agenda interna: migraciones, refugiados, expulsiones, otorgar espacios naturales protegidos a las industrias mineras y energéticas, reformar la Corte Suprema, derogar el Obamacare, e impulsar la reforma fiscal.

Los militares han matizado las impulsivas declaraciones del jefe del Estado sobre usar la fuerza en Venezuela o contra Corea del Norte, mientras han cedido a Rusia el liderazgo en la guerra en Siria. Pero tienen su agenda e intereses. Por ejemplo, han aumentado el número de efectivos estadounidenses en Afganistán, una vuelta atrás a una política que durante una década ha costado millones de dólares, centenares de vidas y no ha consolidado un Estado viable.

Entre tanto, ha aumentado el debate sobre la posible incapacidad mental de Trump. El Senador Edward Markey y el congresista Ted Lieu propusieron en noviembre que se limite la capacidad del Presidente de declarar la guerra. El Senador republicano Bob Corke declaró que se veía obligado a denunciar la incompetencia de Trump, por ser “profundamente nada fiable” y alertó que podría llevar al mundo a “una tercera guerra mundial”.

Si Trump fuese juzgado o dimitiese, asumiría Mike Pence, el vicepresidente, un ultraconservador menos histriónico que el Presidente, pero con mejores conexiones con las grandes empresas que promueven la agenda antiestatal. La revolución cultural conservadora del denominado “trumpismo” sobrevivirá más allá de su figura central.

 

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