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Alejandro Páez Varela

06/11/2017 - 12:05 am

60 mil millones de razones

Mientras existan políticos inmorales o corruptos, esos medios sobrevivirán; a ellos les gusta la publicidad con dinero de los mexicanos y a la prensa tradicional le encanta vivir del dinero de los mexicanos. Son unos para los otros.

Tres generaciones Azcárraga sin mejorar la fórmula. Foto: Cuartoscuro

Si alguien en México quiere que su video sobre temas políticos y/o de gobierno gane vistas en YouTube, tiene varias opciones y entre ellas, dos (más o menos) seguras: una es titularlo: “Lo que no verás en Televisa” o “Lo que Televisa no quiere que veas”. Y dos, decir que debes ver el video “antes de que el Gobierno lo borre”.

Muchas ideas se desgastan, por supuesto; sobre todo en la red. Hay que buscar fórmulas, pero una buena idea es una idea ganadora por mucho tiempo si se le va acomodando. Vean justamente a Televisa, para más referencias: décadas y décadas explotando la misma fórmula: dar basura a los mexicanos desde el monopolio (duopolio) y dar todo a los gobiernos en turno. Dicho de otra manera: décadas y décadas embobando a millones como vocación y, como negocio, sirviendo a los políticos, los partidos y los gobiernos que le permiten seguir exprimiendo a los embobados.

Televisa es el caso más obvio, pero no el único. Solo hay que seguir la ruta del dinero: ¿en quién se ha gastado el Presidente Enrique Peña Nieto esos 38 mil millones de pesos de publicidad oficial que lleva gasta ahora? ¿En quién se gastará esos 60 mil millones que, se calcula, destinará esta administración federal en seis años?

Si la idea exitosa para un video de YouTube se explota durante años, obviamente se va a desgastar. Le está pasando a los videos de “Anonymous” que ya no son de Anonymous. Le pasa justamente a Televisa, para más referencias: tres generaciones Azcárraga han explotado y/o extorsionado a gobiernos federales y estatales, pero se les olvidó algo: mejorar la fórmula.

Ahora experimenta el cansancio de los usuarios. Sus noticieros son una vergüenza y viven en el desprestigio permanente; sus telenovelas son ideas viejas y vacías y refritos mal hechos; sus programas son puras nalgas y chichis y obscenidades. Conozco gente en mi medio que no sintoniza desde hace años sus noticieros; conozco al menos a cinco individuos de mi generación que están escribiendo historias para Netflix. Así, hay ejemplos y ejemplos al infinito para ilustrar que Televisa se ve como un gigante... lejano; ejemplos y ejemplos que evidencian que Televisa apesta y no porque lo diga yo, o alguien más: apesta porque se pudre: hay que ver los últimos números reportados al mercado bursátil por ese grupo de medios y verán que el negocio dejó de ser chistoso y el logotipo huele a carne de panteón.

***

Alguien se preguntaba qué haría con 300 millones de pesos, con mil millones o con 5 mil millones, libres de polvo y paja, para gastarlos en un medio. Difícil saberlo. Sobre todo por lo que decía mi papá: lo que no sudas, no sabe; lo que no cuesta, se va por el caño.

Los medios pro-gubernamentales tiran y tiran recursos para posicionarse; tiran y tiran (es casi dinero regalado) por cientos, miles de millones, pero ni sus reporteros son los mejores pagados, ni tienen ideas ganadoras, ni el Presidente Peña Nieto –que es quien extiende los cheques– está bien posicionado. ¿Entonces? ¿A dónde se va todo ese dineral?

Ciertamente de esos 38 mil millones de pesos ejercidos deben pagarse yates y lujos de los dueños de los grandes medios. Hace tiempo que se dice que hay un hueco grande en Comunicación Social de Presidencia (quizás lo sabremos más adelante), sobre todo en el gasto vía agencias, aunque eso es sólo una especulación que circula y nada más. Pero creo que una buena parte del dinero se va a un intangible: frenar a los medios críticos.

Las fórmulas están tan desgastadas que parte de ese dinero se debe usar para contener, y de esa manera mantener a flote el sistema desgastado.

¿Qué pasaría con los principales impresos nacionales sin dinero del Gobierno federal? ¿Podrían imprimir un ejemplar más? ¿Qué pasaría con sus paginas web, con sus decenas de editores y de reporteros?

Entonces esto evidencia ese otro efecto indirecto: el dinero por miles de millones que reparte la administración Peña es también para que a la prensa libre e independiente se le dificulte crecer. Para intentar mantenerla sofocada. Para generarle competencia desleal.

(Y aún así, por cierto, la prensa independiente en México sigue creciendo).

¿Cuáles serían los números reales de la prensa en México si mañana (ojalá suceda algún día) se cancela esa derrama inmoral de miles de millones de pesos?

¿Cuáles medios se mantendrían abiertos, como negocios legítimos, al día siguiente? ¿Cuáles sobrevivirían?

***

Es cierto que Televisa ha acumulado en este sexenio todo lo que una firma requiere para hundirse: mala fama, olor a corrupción y la sensación de que desperdició tiempo vital para modernizar su negocio y no depender tanto de los gobiernos. Pero Televisa no se ha hundido ni mucho menos.

Mientras existan políticos inmorales o corruptos, esos medios sobrevivirán; a ellos les gusta la publicidad con dinero de los mexicanos y a la prensa tradicional le encanta vivir del dinero de los mexicanos. Son unos para los otros.

La opción para detenerlos es regular la publicidad oficial. La Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene una ponencia del Ministro Zaldívar que podría poner un freno al gasto inmoral. Esperemos que ese cuerpo actúe a la altura de las circunstancias.

México no puede darse ya el lujo de mantenerse bobeando mientras los grupos de medios como Televisa manipulan masas, imponen inútiles o vividores en el poder y engordan del dinero de un país con 53 millones de pobres.

México debe entender que para cambiar, cambiar de verdad cambiar, debe poner un alto a décadas de abuso de políticos y medios con dinero público.

Hay 60 mil millones de razones para decir BASTA. Sesenta mil millones: una por cada peso que se gastará la administración Peña –según los cálculos de Fundar y Artículo 19– en publicidad oficial.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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