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Martín Moreno-Durán

28/06/2017 - 12:00 am

Aureoles y Mancera: represión y autoritarismo

Primero, Aureoles festinando, de manera estúpida, el ataque a normalistas por parte de policías municipales de Aguascalientes. “A ver si aprenden…”, dijo el gobernador perredista. Y más: para que quedara bien entendida su alma represora, consintió que estudiantes en la comunidad de Tiripetío fueran baleados, resultando dos heridos. A quemarropa.

Aureoles es a Michoacán lo que Mancera es a la ciudad de México: una desgracia. Foto: Cuartoscuro.

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Dos gobernantes que de izquierda tienen lo que el columnista tiene de americanista, mostraron, en días pasados, las fauces de la represión y del autoritarismo. Sí, el Gobernador de Michoacán – al que le gusta aparecer en fotos con buchonas al estilo narco-, y el jefe de Gobierno de la CDMX – el que prefiere la amenaza por encima del sentir ciudadano-, ofrecieron un espectáculo de ruindad política ante la cual no podemos cerrar los ojos. Dos postales que los pintan de cuerpo completo.

Primero, Aureoles festinando, de manera estúpida, el ataque a normalistas por parte de policías municipales de Aguascalientes. “A ver si aprenden…”, dijo el gobernador perredista. Y más: para que quedara bien entendida su alma represora, consintió que estudiantes en la comunidad de Tiripetío fueran baleados, resultando dos heridos. A quemarropa.

Segundo, Mancera vociferando y arremetiendo contra los ciudadanos que se oponen a la construcción de la Línea 7 del Metrobús que correrá sobre Paseo de la Reforma - arruinando la belleza visual, perjudicando monumentos históricos y, sobre todo, convirtiendo a la zona más emblemática de la capital en un infierno para el tráfico vehicular-, con una frase que lo muestra desquiciado e intolerante: “Si es necesario quitar o mover algo, lo voy a hacer”. (Esta intimidación incluye, por supuesto, a obras arqueológicas, jueces, ciudadanos, etc.) El capricho de Mancera va sin importar consecuencias.

“El ser humano es mitad indiferencia, mitad ruindad…”, es una de las frases del admirado José Saramago, a quien, dudamos mucho, Aureoles o Mancera hayan leído alguna vez en su vida.

Y esa frase – absoluta, profunda-, les calza perfecto a estos dos políticos tan similares: de pocas luces, de escasa intelectualidad y, en consecuencia de manera natural, de tanta proclividad a la represión y a la amenaza.

Es una combinación que no falla.

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“…Encauzando la regularización de los normalistas que crean, a cada rato, desórdenes y demás, y espero que después de la garrotiza que les pusieron por allá en Aguascalientes, que la piensen un poco…”, fueron parte de las palabras de Aureoles pronunciadas en un evento público, grabadas, y que fueron hechas públicas por la corresponsal del portal Aristegui Noticias, Dalia Martínez. Se refería a los estudiantes de Tiripetío.

Lo declarado por Aureoles es para dar vergüenza.

Su torpeza verbal, generada por la estrechez mental, ubica a Silvano Aureoles como un sátrapa que festina la agresión de normalistas “para que la piensen un poco”. A su escaso entender democrático: qué bueno que les pegaron para que aprendan la lección. Como si el recuerdo triste y doloroso de los 43 de Ayotzinapa no hubiera existido.

Pero el Gobernador del PRD no se conformó con decir públicamente esas palabras, un monumento a la represión. Fue mucho más allá.

La garrotiza a normalistas en Aguascalientes fue el 13 de junio pasado.

Una semana después, fuerzas municipales y federales, sin duda bajo la autorización del gobierno de Aureoles y al estilo de Nicolás Maduro…¡dispararon a mansalva en contra de los mismos estudiantes de Tiripetío!, hiriendo de gravedad, sobre todo, al alumno Gael Solorio.

“La represión policial contra estudiantes en la comunidad de Tiripetío deja, hasta el momento, dos heridos de bala…”, reportó el corresponsal de La Jornada, Ernesto Martínez Elorriaga.

Silvano y la represión. De la palabra a los hechos.

¿Quién le reclamó en el PRD a Aureoles por su salvajismo contra los normalistas? ¿Por qué gran parte de la prensa local y nacional, la misma que se desgarra por el asesinato de periodistas, calló ante las agresiones contra normalistas de Tiripetío, localidad enclavada al sur de Morelia?

Aureoles es un Gobernador que ha estado envuelto en la polémica vergonzante: desde aparecer retratado con mujeres exuberantes, de las conocidas como buchonas, presumiendo que es muy macho, a frivolidades como prestarle un helicóptero oficial del gobierno michoacano a la cantante Belinda.

A Belinda y a las amiguitas, favores y sonrisas.

A los normalistas, palo, bala y represión.

Esa es la doctrina Aureoles en Michoacán.

*****

Aureoles es a Michoacán lo que Mancera es a la ciudad de México: una desgracia.

Con un gobierno ausente de soluciones de fondo para la capital – la delincuencia incontrolable, el crimen organizado metido hasta en la UNAM, asaltos por doquier, vialidad desquiciada por obras irrelevantes para los ciudadanos pero benéficas para inmobiliarias y funcionarios, multas cuyo único propósito es vaciar los bolsillos de los capitalinos y llenar los de servidores públicos, la contaminación a tope-, Mancera ahora responde con amenazas: la Línea 7 del Metrobús se hace a güevo. Así, a güevo.

“Si tengo que mover algo, si tengo que quitarlo, no me importa…lo voy a hacer yo, el que lo va a hacer soy yo”, ladró un Mancera engallado ante micrófonos y rodeado de agentes de seguridad. Eso es lo que le da valor: reporteros dóciles que nada le cuestionan, y guaruras que lo cuidan por su miedo a caminar entre ciudadanos comunes y enfrentar la furia de capitalinos agraviados.

Ese es Mancera: el que quiere Metrobús en Paseo de la Reforma, sin importar las consecuencias nefastas para peatones, vecinos, comercios, monumentos históricos, etc, y cuyo único propósito, más allá de nula funcionalidad, es decir: fue una obra de Mancera.

¿La CDMX necesita obras? ¡Por supuesto!

Pero obras inteligentes, bien planeadas, funcionales sobre todo y que no afecten el panorama capitalino, y no caprichos absurdos de destrucción vial como lo que pretende hacer Mancera con el Metrobús sobre Reforma. Esa es la diferencia.

Mancera se va en octubre para buscar, a estas alturas, ya no digamos una candidatura presidencial – es el aspirante un dígito ya que en todas las encuestas aparece con entre 4 y 7 puntos de posibilidades reales-, sino para intentar alguna senaduría para 2018. No da para más. Hoy por hoy, Mancera ya opera para su beneficio personal, y no para el interés ciudadano. Gracias por tu herencia envenenada, Marcelo Ebrard.

¿Quién quedará en lugar de Mancera? Podría ser Héctor Serrano, aunque tiene un impedimento: los cargos de elección popular no tienen reelección.

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Aureoles y Mancera deberían leer a José Saramago. Tal vez así les quede claro en qué consiste esa frase de “el ser humano es mitad indiferencia, mitad ruindad”. (Para ahorrarles esfuerzo intelectual, la pueden encontrar en Ensayo sobre la ceguera).

Aureoles, atacando a normalistas y festinándolo.

Mancera, amenazando a ciudadanos y celebrándolo.

Vaya par de paletos.

TW: @_martinmoreno

FB / Martin Moreno

Martín Moreno-Durán
Periodista. Escritor. Conductor radiofónico. Autor de los libros: Por la mano del padre. Paulette, lo que no se dijo. Abuso del poder en México. Los demonios del sindicalismo mexicano. El Derrumbe Retrato de un México fallido. El Caso Wallace. 1/Julio/2018: Cambio Radical o Dictadura Perfecta, y de la novela Días de ira.

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