Judith Méndez Méndez, Investigadora de Salud y Finanzas Públicas, explica que los costos de no contar con salud mental producen pérdida en la calidad de vida y disminuciones en el valor agregado en la economía nacional.
Ciudad de México, 6 de abril (SinEmbargo/EconomíaHOY).- La depresión es uno de los males más comunes y se incrementó 18 por ciento entre 2005 y 2015. Se estima que en México una de cada tres personas presenta un desorden psiquiátrico a lo largo de su vida.
Un reporte del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) arroja que el recorte de recursos ha afectado al gasto en salud mental pues el presupuesto aprobado para ésta área en 2016 se redujo en 4 por ciento y la reducción para 2017 fue de 5.
Judith Méndez Méndez, Investigadora de Salud y Finanzas Públicas, explica que los costos de no contar con salud mental producen pérdida en la calidad de vida y disminuciones en el valor agregado en la economía nacional.
Sobre las disminuciones en la economía nacional, la también economista ahonda en que los efectos de una débil salud mental están relacionados con los niveles de desempleo y los menores niveles de productividad. En ese sentido, sostiene, las pérdidas por concepto de presentismo son mayores que las pérdidas por ausencia: del 7 por ciento de pérdida en el valor agregado por causas de salud, 6 por ciento corresponde al presentismo y solo 1 al ausentismo.
En suma, explica Méndez Méndez, la tasa de crecimiento promedio anual del gasto en salud mental en México es de 7.3 por ciento (2009-2017). Sin embargo, subraya, países con el mismo nivel de ingresos que México, como Brasil y Costa Rica, destinan en mayor proporción a salud mental, con 2.4 y 2.9 por ciento, respectivamente, mientras que México lo hace en 2.2 por ciento.
Asimismo, revela la analista, en el comportamiento del presupuesto asignado a los dos principales programas de salud mental como Prevención y atención a las adicciones y Atención a la salud, se encuentra una tendencia opuesta. Para prevención, menciona la investigadora, en 2013 se destinaba el 55 por ciento del gasto en salud mental. En 2017, el porcentaje bajó a 49. En cambio, Atención a la salud pasó de 39 a 44 por ciento en el mismo periodo.
