Trump desayunó el martes con los máximos ejecutivos de General Motors, Ford Motors y Fiat Chrysler Automobiles. Antes del encuentro, publicó un tuit en el que le pidió a las casas automotrices que abran nuevas fábricas en Estados Unidos. "Quiero plantas nuevas que construyan autos a ser vendidos aquí", expresó. Previamente había hablado de un "impuesto sustancial" a las empresas que se vayan del país y de dar ventajas impositivas a las que produzcan aquí para consumo interno.
Ciudad de México, 24 de enero (SinEmbargo/AP).- La amenaza del presidente Donald Trump de cobrar impuestos a los autos fabricados en México que se venden en Estados Unidos podría revolucionar la industria automotriz y plantea numerosos dilemas, según analistas: Se aumentan los precios o se absorben los costos; se deja de vender autos fabricados en México y se pierden muchos clientes; se trasladan las operaciones a Estados Unidos y se gana menos dinero.
"No creo que sea un golpe mortal para la industria automotriz, pero será algo muy duro. Tendrá un enorme impacto en las ganancias", expresó Marina Whitman, profesora de negocios de la Universidad de Michigan y ex vicepresidenta de General Motors.
Trump desayunó el martes con los máximos ejecutivos de General Motors, Ford Motors y Fiat Chrysler Automobiles. Antes del encuentro, publicó un tuit en el que le pidió a las casas automotrices que abran nuevas fábricas en Estados Unidos. "Quiero plantas nuevas que construyan autos a ser vendidos aquí", expresó. Previamente había hablado de un "impuesto sustancial" a las empresas que se vayan del país y de dar ventajas impositivas a las que produzcan aquí para consumo interno.
Los fabricantes expresaron optimismo tras el encuentro.
"La industria se siente entusiasmada ante la perspectiva de trabajar con el presidente y su gobierno en las políticas impositivas, regulación y comercio para promover un renacer de la industria estadounidense", declaró el director ejecutivo de Ford Mark Fields después de la reunión.
Pero después de cerrar 13 plantas de ensamblaje durante la reciente recesión para hacer frente a un exceso de la capacidad de producción, las firmas de Detroit no se sienten demasiado alentadas a abrir nuevas plantas, especialmente en vista de que la venta de vehículos está empezando a ceder tras alcanzar nuevos picos. Las tres empresas operan 27 plantas de ensamblaje en Estados Unidos y siete en México en estos momentos.
Durante más de dos décadas México fue un oasis para la industria automotriz, pues ofrece mano de obra barata y acceso a decenas de mercados a través de acuerdos de libre comercio. Whitman dijo que los fabricantes de Detroit no pueden construir autos pequeños que den ganancias en Estados Unidos, donde un trabajador sindicalizado percibe 58 dólares por hora en sueldo y beneficios. Un trabajador mexicano gana poco más de 8 dólares por el mismo trabajo.
Eso explica en parte por qué los fabricantes estadounidenses anunciaron inversiones del orden de los 24 mil millones de dólares en México en los últimos seis años, según cifras del Center for Automotive Research, un grupo de estudio de Michigan. En total, en el 2015 México envió a Estados Unidos 50 mil 500 millones de dólares en vehículos y 51 mil millones de dólares en repuestos, de acuerdo con datos del gobierno.
El sector automotriz de México es más pequeño que el de Estados Unidos, pero crece a un ritmo más acelerado. Se espera que la capacidad de producción de México suba un 49 por ciento y llegue a 5.5 millones de vehículos hacia el 2023, según LMC Automotive, una firma de pronósticos. La capacidad de Estados Unidos subirá un 13 por ciento y el país producirá 14.2 millones de autos en ese mismo período.
Pero Trump podría cambiar todo eso. En frecuentes tuits alusivos a la industria automotriz ha propuesto un impuesto del 35 por ciento a los autos importados de México. Eso obliga a los fabricantes a analizar otras opciones.
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MANTENER EL MISMO CAMINO
Irse de México y llevar la producción a Estados Unidos sería extremadamente costoso y desbarataría una cantidad de proyectos en marcha. Audi, por ejemplo, acaba de abrir una planta en México tras cinco años de planificación.
"Es difícil cambiar de rumbo rápidamente", dijo Laurie Harbour-Felax, consultora y presidenta de Harbour Results Inc.
En las últimas semanas, Volkswagen, GM, Toyota y BMW dijeron que no trasladarán sus plantas de producción.
El impuesto de Trump afectaría a unos más que a otros. VW, por ejemplo, importa de México el 32 por ciento de los autos que vende en Estados Unidos, según LMC, mientras que Honda importa solo el 11 por ciento y esa cifra disminuirá pues la empresa planea trasladar la producción del CR-V de México a Estados Unidos este año.
APOSTAR A LA PRODUCCION
A principios de enero, Ford anunció sorpresivamente que suspendería la construcción de una planta de 1 mil 600 millones de dólares en México para construir el Focus. Agregó que invertiría 700millones de esos ahorros en una planta en Michigan para fabricar autos eléctricos y autónomos.
Dijo que esa medida fue motivada por una merma en las ventas de autos pequeños, no por Trump. Pero su CEO Fields admitió que la promesa de Trump de reducir los impuestos y eliminar regulaciones a la producción nacional hacía que resultase más atractivo operar en Estados Unidos. Fields aseguró asimismo que no le preocupa la posibilidad de nuevas tarifas.
Otros parecen más nerviosos. El CEO de Fiat Chrysler Sergio Marchionne dijo en una feria automotriz en Detroit que su empresa podría suspender todas sus operaciones en México si las tarifas son demasiado altas.
"Esas plantas fueron pensadas cuando el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) funcionaba bien", expresó. "Es uno de los riesgos que se corre en este negocio".
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VENDER EN OTRA PARTE
Una posibilidad sería que las firmas automotrices dejen de vender autos fabricados en México en el mercado estadounidense pero los vendan en otros sitios.
México tiene acuerdos de libre comercio con 45 naciones.
Nissan, el principal productor automotriz de México, fabricó más de 823.000 vehículos en el país en el 2015. El 46 por ciento fue enviado a Estados Unidos y un 17 por ciento a otras naciones. Nissan podría enfocarse más en otros países si suben demasiado las tarifas de Estados Unidos.
"Todos los fabricantes se adaptarán a las nuevas reglas, si es que hay nuevas reglas", aseguró el CEO de Nissan Carlos Ghosn este mes en Detroit.
QUE PAGUE OTRO
Si Trump impone tarifas, los fabricantes podrían tratar de hacer que las pague el consumidor estadounidense, mediante un aumento en los precios de los vehículos.
Incluso podrían aumentar los precios de los autos fabricados en Estados Unidos como el Camry de Toyota. El CEO de la rama estadounidense de Toyota Jim Lentz dijo que el 25 por ciento de las partes de ese auto son importadas y que las tarifas sobre esas partes harían que el precio del auto suba unos 1.000 dólares.
Los fabricantes podrían absorber el costo de las tarifas, pero eso afectaría sus ganancias.
Dustin Blanchard, joven de 31 años que trabaja en un startup de software de Austin, Texas, conduce un Sentra de Nissan del 2007 fabricado en México que compró en 18.000 dólares. No reparó mucho en el hecho de que viniese de afuera.
"Todos los autos tienen partes de todos lados", comentó. "Los autos nacionales están hechos afuera y los extranjeros se fabrican aquí. Está todo tan conectado que no sientes que es un deber patriótico comprar un Ford".
Una tarifa del 35 por ciento, sin embargo, le hubiera agregado otros 6.500 dólares a su Sentra, que lo hubiera puesto fuera de su alcance.