Cinismo político y gasolinazos

03/01/2017 - 12:00 am
El cinismo del Presidente Peña Nieto es emblemático pues representa precisamente a toda la clase política que gobierna nuestro país, de cualquier color e ideología partidista. Foto: Cuartoscuro
El cinismo del Presidente Peña Nieto es emblemático pues representa precisamente a toda la clase política que gobierna nuestro país, de cualquier color e ideología partidista. Foto: Cuartoscuro

Ya ni siquiera es necesario consignar la nutrida serie de videos que circularon en las redes sociales con respecto a las afirmaciones del Presidente Enrique Peña Nieto sobre el no incremento de la gasolina desde el inicio de su gestión.

Las primeras las hizo durante su campaña por la Presidencia, ya en el contexto de las reformas estructurales que pretendía hacer de ganar las elecciones, y las segundas las lanzaría apenas firmado el malogrado Pacto por México, cuando habló de las bondades que tendría para los mexicanos las reformas, entre ellas la energética.

Los que escuchamos en repetidas veces las declaraciones del Presidente de nuestro país hoy no terminamos de creer el tremendo embuste del que fuimos objeto y, sobre todo, el cinismo con el que el Presidente Peña Nieto y su grupo de colaboradores (incluidos miembros de otros partidos políticos) nos mintieron.

Por más que se le quiera justificar a la sociedad el aumento de la gasolina, nada puede contra el hecho contundente de su aumento apenas empezar este 2017, lo que contradice el beneficio que traería la reforma energética.

La indignación social es generalizada y más porque se ha comprobado que hay ex funcionarios públicos (incluidos de Pemex) entre los beneficiados directamente con esta reforma que afecta a millones de mexicanos. Dicho de otra manera: que para seguir favoreciendo a una élite política y social, enriquecida desorbitadamente a través de la corrupción, se ha vuelto a sacrificar el bienestar de millones y millones de mexicanos, un gran porcentaje en pobreza extrema.

Los negocios que hace la clase política a espaldas de una sociedad mal informada y, sobre todo, engañada por medios de comunicación ruines, han terminado por socavar la esperanza de un país mejor, hoy entregado tanto a economías voraces extranjeras (principalmente de Estados Unidos, cuyas trasnacionales son las más beneficiadas del negocio energético) como a intereses corruptos de nuestra élite política, incapaz de tener la mínima sensibilidad por la sociedad que representa.

Esto que podría considerarse una traición de lesa humanidad al pueblo de México no hará sino hacernos ver en el futuro inmediato nuestro lado más oscuro. Si creemos que con lo que ya hemos visto en cuanto a violencia, pobreza, desigualdad, corrupción e impunidad es suficiente, lo que viene será peor porque meterá a la población en una dinámica de desesperación y desarmonía sin la cual es imposible que cualquier sociedad pueda llegar a buen puerto.

El cinismo del Presidente Peña Nieto es emblemático, pues representa precisamente a toda la clase política que gobierna nuestro país, de cualquier color e ideología partidista.

Contra ese cinismo parece que los mexicanos nos estamos quedando sin armas, y eso es quizá lo peor de todo: no tener vías con las cuales podamos fortalecer la soberanía popular y, a partir de ahí, marcar el verdadero (y mejor) que queremos para México.

Rogelio Guedea
Abogado criminalista y doctor en Letras. Es autor de la “Trilogía de Colima”, publicada por Penguin Random House e integrada por las novelas Conducir un trailer (2008/Premio Memorial Silverio Cañada 2009), 41 (2010/Premio Interamericano de Literatura Carlos Montemayor 2012) y El Crimen de Los Tepames (2013/Finalista del Premio “Películas de Novela”). Su má reciente libro es La brújula de Séneca: manual de filosofía para descarriados (Grupo Almuzara, 2014). Por su trayectoria como escritor y académico, fue incluido en El mundo en las manos. Creadores mexicanos en el extranjero (2015), publicado por la Secretaría de Relaciones Exteriores. Actualmente es jefe del Departamento de Español de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda).
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