La lista es larga y demuestra que hay mucho para leer en este rubro, sin que por ello pensemos que los libros con temática gay estén constreñidos a la comunidad LGBT. Por el contrario, la buena literatura no se define por las etiquetas y en todo caso ellas constituyen apenas una guía, un mapa, por donde pueden navegar lectores de todo tipo.
Ciudad de México, 3 de septiembre (SinEmbargo).- Esta semana, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) inicia su campaña contra la homofobia, con el objetivo de defender los derechos humanos de las personas LGBT.
De acuerdo con el “Informe de Crímenes de Odio por Homofobia”, que se elabora a partir del seguimiento hemerográfico de notas informativas sobre este tipo de homicidios, entre 1995 y 2015 en México se contabilizaron 1,310 asesinatos por odio homofóbico.
En la presentación del informe de la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia (2015), como parte del Foro Homofobia y Derechos Humanos en México –en la Facultad de Derecho de la UNAM–, el investigador Alejandro Flores Medel, detalló que la mayoría de los mil 218 homicidios fue contra hombres (976), integrantes de la comunidad trans –travestis, transgénero y transexuales (226) y mujeres (16).
De acuerdo con el estudio, la Ciudad de México ocupa el primer lugar en la lista de los lugares donde se presentaron estos homicidios, con 190 casos. Le siguen el Estado de México con 119, Nuevo León 78, Veracruz 72, Chihuahua 69, Jalisco 66, Michoacán 65 y Yucatán con 60.
La diversidad sexual hace referencia a todas las posibilidades de asumir, expresar y vivir la sexualidad, así como de asumir identidades y preferencias sexuales (distintas en cada cultura y persona), es el reconocimiento de que todos los cuerpos, todas las sensaciones y todos los deseos tienen derecho a existir y manifestarse sin más límites que el respeto a los derechos de los otros.
Los prejuicios sociales están fundados en desinformación, en creencias culturales y estigmas que alimentan prácticas y actitudes discriminatorias en detrimento de la dignidad y derechos de las mujeres y la población LGBTTTI.
En la literatura, hay grandes trabajos de ficción y no ficción con temática hay, así como a lo largo de la historia son muchos los escritores homosexuales que, de acuerdo a la época, han mantenido o no en secreto su preferencia.
Oscar Wilde, Truman Capote y Virginia Woolf son sólo algunos de los miles de escritores de la comunidad LGBT en la literatura del mundo. En nuestro país desde Salvador Novo y Xavier Villaurrutia hasta Carlos Monsiváis, son muchos los ejemplos de autores homosexuales que han dejado además de una vasta obra una apuesta por la libertad individual que mucho se valora en esos días oscuros cuando la discriminación vence a la razón y a la empatía.
Cuando se habla de libros con temática gay no faltan en la lista la novela El beso de la mujer araña, del argentino Manuel Puig, la autobiografía Antes que anochezca, del cubano Reynaldo Arenas y El vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata, considerado un clásico de la literatura homosexual mexicana.
Sin embargo, la lista es larga y demuestra que hay mucho para leer en este rubro, sin que por ello pensemos que los libros con temática gay estén constreñidos a la comunidad LGBT. Por el contrario, la buena literatura no se define por las etiquetas y en todo caso ellas constituyen apenas una guía, un mapa, por donde pueden navegar lectores de todo tipo.
La brasa en la mano, de Oscar Hermes Villordo
El amor que se cuenta en La brasa en la mano es tan antiguo como el hombre. Tan antiguo como ese hombre es el anatema que pesa sobre él. El narrador lo califica como "historia de contradicciones", asimilándolo al amor en general. Y así es, en efecto, el sentimiento que experimenta -el narrador- por Miguel. Los desencuentros, los celos, la imaginación del amante y la pasividad del amado son semejantes a los de la pareja hombre-mujer. En sí, la clave es muy simple: un hombre enamorado de otro no puede contarle a sus amigos la alegría que experimenta al creerse correspondido. En el día y la noche que dura el relato, solo el lector será, en definitiva, el destinatario de la confesión.
Esta es una obra magistral que abrió el camino para la literatura de temática homosexual en la Argentina. (Biblioteca Virtual LGBT)
Carol, de Patricia Highsmith
Carol es una novela de amor entre mujeres –de ahí la decisión de Patricia Highsmith de publicarla bajo un seudónimo, para no ser clasificada como una “escritora lesbiana”–, que se lee con la misma fascinada atención que despiertan las novelas “policíacas” de su autora.
Highsmith concibió Carol en 1948, cuando tenía veintisiete años y había terminado su primera novela, Extraños en un tren. Se encontraba sin dinero y se empleó durante una temporada en la sección de juguetes de unos grandes almacenes. Un día, una elegante mujer rubia envuelta en visones entró a comprar una muñeca, dio un nombre y una dirección para que se la enviaran y se marchó. Patricia Highsmith se fue a casa y escribió de un tirón un primer borrador de Carol, que comienza precisamente con el encuentro entre Therese, una joven escenógrafa que trabaja accidentalmente como dependienta, y Carol, la elegante y sofisticada mujer, recientemente divorciada, que entra a comprar una muñeca para su hija y cambia para siempre el curso de la vida de la joven vendedora. (Anagrama)
Maurice, de E. M. Forster
Escrita en 1914, pero publicada en 1971 por problemas con la censura, Maurice relata la historia de amor culpable entre dos compañeros de colegio y el desarrollo que tiene a lo largo de sus vidas.
El autor británico se resistió a su publicación debido a la actitud pública y legal hacia la homosexualidad (una nota encontrada en el manuscrito decía: "Publicable, pero ¿merece la pena?"). Forster era partidario de la idea de que su libro tuviese un final feliz para dos de sus personajes, aunque también se daba cuenta de que justamente eso lo hacía controvertido. Sin embargo, cuando murió, la actitud británica y las leyes habían cambiado. Un aspecto que hace que Maurice sea diferente de la ficción gay moderna es el argumento arquetípico y los tres personajes principales, que representan tres diferentes clases y formas de masculinidad.
Tengo que morir todas las noches, de Guillermo Osorno
El temblor del ´85, la aparición del SIDA, los primeros atisbos de lo que en tiempos recientes sería la gran debacle del PRI –sin contar, claro está, el regreso de los muertos vivos- constituyen la escena donde el propio autor cuenta con humor entrañable su salida del closet, dando cuenta con un testimonio de primera mano las peripecias de una transformación interna en tiempos donde afuera todo cambiaba en forma irremediable.
Osorno va a lo que va, sin detenerse demasiado en los fascinantes personajes que describe, cada uno de los cuales valdría un libro por sí mismo. Así, Tengo que morir todas las noches – Una crónica de los ochenta, el underground y la cultura gay, tiene el valor de la crónica rigurosa a cargo de un hombre que ha dedicado sus poco más de 40 años de vida al periodismo escrito.
“Tardé 10 años en hacer esta historia, porque lo que en principio no quería era construir una postal nostálgica de un sitio hay, sino conectarlo con otras cosas que me interesaban. Cuando supe que en realidad lo que estaba haciendo era el retrato de una generación, me sentí mucho más cómodo y fue cuando finalmente pude terminar de elaborar la redacción”, dice Guillermo.
Bisexualidades: Entre la homosexualidad y la heterosexualidad, de Rinna Riesenfeld
Es muy cómodo clasificar todo como malo o bueno, bonito o feo, blanco o negro, sin tomar en cuenta los innumerables matices de gris. Para la sociedad es más fácil dividir a la gente en heterosexual y homosexual, porque le resulta menos amenazante que reconocer la coexistencia de ambas orientaciones en un importante sector de la población. Hay quienes experimentan amor y atracción erótica únicamente por las personas del otro sexo, y gente que sólo por las del mismo. Sin embargo, entre esos dos extremos se pueden encontrar miles de maneras de amar y sentir placer que no se limitan por el hecho de que alguien sea hombre o mujer. El movimiento gay ha recorrido un largo camino hasta donde estamos hoy, con una cada vez mayor aceptación social. Les ha llegado a los bisexuales su momento.
El cordero carnívoro, de Agustín Gómez Arcos
Narra de un modo intenso y provocativo, la vida de un muchacho desde su nacimiento hasta que cumple 25 años. Partiendo de la extraña relación entre el protagonista y los seres que lo rodean, el español Gómez Arcos desvela, de manera descarnada, los traumas causados por la Guerra Civil en una familia de la burguesía andaluza. Profundas reflexiones sobre las relaciones humanas, la muerte, la homosexualidad, la libertad, la dictadura, la religión, conforman esta novela de amor y de odio, magistralmente escrita pero políticamente incorrecta.
Mientras Inglaterra duerme, de David Leavitt
Londres, 1936. Mientras Inglaterra “duerme”, Adolf Hitler toma el poder y en España estalla la Guerra Civil, Brian Botsford, el protagonista de esta esperada y polémica novela, es un joven escritor que acaba de regresar de Berlín, rechaza el conservadurismo de la clase a la que pertenece y quiere comprometerse con el mundo en el que vive. En una reunión de apoyo a la causa republicana española conoce a Edward Phelan, un joven proletario con el que inicia una intensa relación amorosa, pero Brian cree que su homosexualidad es sólo una fase que dejará atrás y comienza una confusa relación con una mujer; Edward, más apasionado y sincero en todos sus compromisos, se marcha a combatir en España. Una bella historia de traiciones y decepciones, ambientada en uno de los periodos más complejos y cruciales de la historia del mundo y de España.
Un amigo para la orgía del fin del mundo, de Wenceslao Bruciaga
Compilación/selección de las columnas publicadas desde 2006 bajo el nombre “El nuevo orden” en Milenio Monterrey, así como las publicadas en Noisey de Vice y Timeout México.
“A veces pienso que decidí ser gay el día en que tocó a la puerta de la casa de Torreón esa señora que decía ser la auténtica esposa de mi padre. Con mi madre vivía en unión libre. La señora sacudía un acta de matrimonio en la banqueta. Llevaba dos niñas, descubrí que tenía medias hermanas y que, después de todo, mi padre había decidido ser un rebelde que moriría de pie, no arrodillado, pero sí con otra familia escondida por ahí. Un luchador social calenturiento, en pocas palabras. Desde entonces me cuestiono si este asunto de la lucha social se reduce simplemente al terreno de la colectividad o tiene que haber una cohesión individual. Desde entonces, las palabras como izquierda, lucha, indignación, injusticia, igualdad, me las tomo con traumada precaución”, dice el autor.
Yo te quise más, de Tom Spanbauer
Ben fue un iluso al creer que podría amar a un hombre y luego a una mujer, “dos personas extraordinarias, dos formas únicas de amar, de décadas diferentes, en extremos opuestos del continente” y salir indemne.
Hank y Ben establecieron una profunda amistad en el Nueva York de los años ochenta, mientras aprendían a convertirse en escritores. Hank era heterosexual, y Ben, a pesar de haber estado con mujeres, un homosexual en toda regla. En los años noventa, Ben, ya sin Hank y enfermo de sida, se enamoró de Ruth, una de sus estudiantes de escritura creativa en Portland.
El día que Hank apareció de nuevo en escena, nada pudo evitar que se cumpliera aquella famosa regla del tres, según la cual a un trío siempre se le acaba sumando un cuarto o restándosele uno. Y en este caso fue Ben quien quedó fuera.
Para acabar con Eddy Bellegueule, de Édouard Louis
Salí corriendo de repente. Sólo me dio tiempo a oír a mi madre, que decía Pero ¿qué hace ese idiota? No quería estar con ellos, me negaba a compartir con ellos ese momento. Yo estaba ya lejos, había dejado de pertenecer a su mundo, la carta lo decía. Salí al campo y estuve andando gran parte de la noche: el ambiente fresco del norte, los caminos de tierra, el olor de la colza, muy intenso en esa época del año. Dediqué toda la noche a elaborar mi nueva vida, lejos de allí.
“La verdad es que la rebelión contra mis padres, contra la pobreza, contra mi clase social, su racismo, su violencia, sus atavismos, fue algo secundario. Porque, antes de que me alzara contra el mundo de mi infancia, el mundo de mi infancia se había alzado contra mí. Para mi familia y los demás, me había convertido en una fuente de vergüenza, incluso de repulsión. No tuve otra opción que la huida. Este libro es un intento de comprenderla”, escribió Édouard Louis