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Óscar de la Borbolla

27/06/2016 - 12:02 am

¿Por qué este mundo?

El mundo no es un lugar amable por más que tenga algunos sitios que no perecieron con el exterminio del Paraíso.

Mientras más pasa el tiempo más desastre se acumula. Foto: Óscar De la Borbolla
Mientras más pasa el tiempo más desastre se acumula. Foto: Óscar De la Borbolla

En memoria de los asesinados en Oaxaca.

El mundo no es un lugar amable por más que tenga algunos sitios que no perecieron con el exterminio del Paraíso; su superficie es en su mayoría inhóspita para nosotros: solo recuérdese que las tres cuartas partes son agua y nosotros carecemos de branquias, como bien lo hizo notar Ambrose Bierce en su Diccionario del Diablo. También hay desiertos que se escriben con sed, selvas que ocultan miles de alimañas ponzoñosas, casquetes polares donde no duraríamos ni un instante y, sobre todo, canallas, cientos de miles de canallas que lo vuelven aún más inhabitable. Cuando se observa el mundo desde este ángulo se revelan absolutamente absurdas las teorías del optimismo metafísico al estilo Leibinitz, para quien este estercolero era "el mejor de los mundos posibles".

Este mundo, además de traidor, está gobernado por reglas de una crueldad muy clara. Una que salta de inmediato es la Segunda Ley de la Termodinámica, que dicha parafraseadamente equivale a: mientras más pasa el tiempo más desastre se acumula. La maldición de la entropía es, entre otras desgracias, la que vuelve forzosa la muerte y forzosa la mugre, y la razón por la que nada puede hacerse contra estos dos azotes; aunque, claro, se puede aplazar la muerte a costa de otros y se puede echar la mugre en otra parte.

Lo incomprensible es que pese a los lutos y los duelos y el malestar reinante, que a todos nos han aquejado en todas las épocas, haya habido quienes atribuyeran el diseño del mundo a un dios bueno; cuando lo manifiesto es que la enorme cantidad de seres humanos vive en un infierno de penurias y, además, gobernada por unos diablos que se ceban y ensañan, y no hay poder humano ni divino que les ponga freno.

¿Por qué este mundo? ¿A quién se le ocurrió? ¿Y, si se hizo solo, por qué se hizo tan mal? ¿Por qué la eterna regla del pez chico se tragará al grande? ¿Por qué los abejorros se reproducen siguiendo un plan excecrable con el que sufren los gusanos de seda? ¿Por qué los crápulas se encumbran? ¿Por qué las horas del aburrimiento son más duraderas que las horas de la diversión que se van como agua? ¿Por qué los cientos de fallas graves del cosmos por las que me pregunté en mi libro Filosofía para inconformes?

Y encima la pusilanimidad, el egoísmo, la indiferencia, la dejadez moral, el miedo, la esperanza todos los males que sí salieron de la caja de Pandora y que están aquí impregnándonos la conciencia, haciendo que cada uno de nosotros solo busquemos nuestro provecho y pasarla lo mejor posible en lo que morimos. ¿Por qué este mundo y estos pasajeros?

Twitter:
@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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