Se inaugura en la capital francesa una exposición con 51 dibujos y litografías del artista mexicano, pertenecientes a la colección privada de su hija, Mariana Cuevas.
Ciudad de México, 7 de junio (SinEmbargo).- En febrero pasado, cuando cumplió 85 años de vida, un hecho que resultó oportuno para que uno de los artistas más importantes de México, José Luis Cuevas, (1931), diera a conocer sus ganas de seguir dibujando.
“Aún tengo el trazo firme”, decía este hombre que ha desarrollado una impresionante carrera artística como pintor, dibujante, escritor, grabador, escultor e ilustrador, labor por la que ha obtenido numerosos reconocimientos nacionales e internacionales.
“Nunca pensé llegar a una edad tan avanzada. Cuando era adolescente me imaginaba que no llegaría a los 30 años. Pero he llegado a los 85 y me angustia la idea de cumplirlos. Pero también llego a más de 70 de estar activo y trabajando sin parar: el pulso lo tengo firme y mi línea de dibujante sigue siendo perfecta”, decía el 26 de febrero.
Al frente del museo que desde hace 25 años lleva su nombre, situado en un sitio privilegiado del Centro Histórico de la Ciudad de México, Cuevas ha mostrado permanentemente su obra y la de importantes artistas contemporáneos.
“Creo que el Museo José Luis Cuevas es, sin duda alguna, el más bello de la Ciudad de México. Desde que lo inauguramos, constantemente se han hecho exposiciones de artistas de diferentes países, aunque con preferencia a los mexicanos. Y desde sus inicios mis obras se han presentado de forma permanente y nuevas cada año”, declaró.
“Para el futuro inmediato no soy muy optimista porque, ya lo dije, más que proyectos de vida lo que quiero es que hasta el último momento de mi existencia no haya perdido mi vocación por el arte. Como dicen los actores que quisieran morir en el escenario, yo diría que lo que deseo es trabajar hasta el último momento de mi vida”, señalaba.
“¿Cuál será mi último dibujo? Es algo que me pregunto con frecuencia... Cuando llegue el final quiero ser mi última obra y hacerla sin poner fecha, porque será la última por lo que viene después, que es el silencio”, afirmaba.
UNA MUESTRA EN PARÍS
Es una de sus hijas, Mariana Cuevas, la responsable de que el legendario artista mexicano regrese a París luego de 40 años de su retrospectiva, al poner a disposición su colección personal y posibilitar la exhibición inaugurada el pasado 1 de junio en el Instituto Cultural Mexicano en Francia.
Las obras reflejan partes de la vida íntima de la familia del creador perteneciente a la generación de la Ruptura. Se trata de 51 piezas entre litografías y dibujos que remiten a la infancia de Mariana Cuevas, así como a sus años de adolescencia, su vida de familia, junto a sus padres y sus hermanas Ximena y María José.
Las litografías que se mostrarán hasta el 12 de agosto pertenecen a la colección que originalmente era más amplia y que integraron Bertha Riestra de Cuevas (madre de Mariana Cuevas y anterior esposa del artista), y su padre José Luis, quienes a lo largo de 30 años de trabajo reunieron obras gráficas como parte de un legado artístico para sus hijas.
La labor se detuvo en el 2000, cuando falleció Bertha Cuevas, luego de lo cual la colección fue dividida en tres partes con la intención de dejar cada una de ellas a Mariana, Ximena y María José.
Las obras de esa herencia se muestran al público por primera vez en 40 años, en una exposición que abre con un dibujo original de 1962 que representa a Mariana Cuevas a la edad de seis años y luego transcurre de forma cronológica a través de 51 piezas.
Cada obra recuerda a un lugar visitado por el artista mexicano: de San Francisco a Los Ángeles, pasando por España y finalmente París. Sus cuadros aluden Dostoievski, Kafka, Quevedo y Góngora. Y entre los franceses: Victor Hugo, el Marqués de Sade, Balzac y los simbolistas, Rimbaud, Verlaine y Baudelaire, en quien se inspiró para hacer su serie “Las flores del mal”, en los ’50.
A mediados de los setenta, José Luis Cuevas ya era un artista consagrado y reconocido en Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, y es entonces cuando emprende un viaje a Francia, junto con toda su familia.
A 40 años después de la gran retrospectiva que le consagró el Museo de Arte Moderno de París en 1976, el Instituto Cultural de México presenta estas obras maestras, del autor del manifiesto “La cortina de Nopal”, por medio del cual se rebeló frente al nacionalismo pictórico y la llamada entonces “Escuela Mexicana de Pintura”.
La exposición parisina se desenvuelve a lo largo de cuatro secciones que ilustran las diferentes etapas de la evolución artística del artista. En ocasiones erótica y melancólica, se pueden apreciar varias obras de principios de los ‘60, como su serie de litografías Recollections of Childhood que ilustra Cuevas on Cuevas, su primera autobiografía.
O la serie Cuevas Charenton, inspirada en la obra del Marques de Sade, que se acompaña de las litografías de la serie Homenaje a Quevedo realizada en Los Ángeles, California, en 1969, año en que Carlos Fuentes publicó su libro El mundo de José Luis Cuevas.
“La lucha de las figuras de Cuevas por negar o adquirir una apariencia nunca es ajena a una necesidad de saber del otro a fin de reconocer una separación, a fin de aspirar a una identidad, revelación amorosa que es, al mismo tiempo, acceso al otro y conciencia de sí”, dijo el célebre autor de La muerte de Artemio Cruz y La región más transparente, entre otros.
De 1976 a 1978 -tiempo en que el artista se instaló en los suburbios de París con su esposa Bertha, y sus tres hijas, José Luis Cuevas se encontró con destacados personajes del mundo de la cultura como el poeta surrealista Philippe Soupault, el escritor y crítico de arte Jean Cassou, el fotógrafo cubano Jesse Fernández y el escritor Carlos Fuentes, entonces Embajador de México en Francia.
“Hacer una exposición con la obra inédita de mi padre surge a raíz de una plática que tuve con Estefanía Fuentes, la actual agregada cultural del Instituto Cultural de México, en donde coincidimos que hacía tiempo que la obra de mi padre no era expuesta y que sería un gran momento mostrar mi colección personal a más de 40 años de su primera retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de París.”, dice Mariana Cuevas.
“Para mí, esta exposición representó un reto muy personal, porque si bien muestra las diferentes etapas de la obra de mi padre, también es una lectura de mi vida íntima”, expresó Mariana.
La hija del artista, quien actualmente reside en París, señaló que para la curaduría de este proyecto “se escogieron 51 obras de las 155 que poseo y en las que traté de elegir las más significativas. Aquellas que de alguna manera también reflejaran mi propia vida, mi vida en familia con mi padre y mis hermanas y que al mismo tiempo hicieran un homenaje al paso de mi padre por París y la influencia que tuvo esta ciudad en su obra plástica de los ‘70”, dijo.
La grandeza de José Luis Cuevas, dibujante grabador, escultor e ilustrador, de formación esencialmente autodidacta, se mide por su obra, por su intensidad rupturista, por su condición de pionero al rebelarse en su juventud al muralismo que ya nada tenía para decir, muertos Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.
Pero también el artista, uno de los más importantes en la historia de las artes visuales en nuestro país, cobra una dimensión extraordinaria por su personalidad de dandy provocador y galante, dispuesto a comerse el mundo con sus imágenes feroces y sus acciones siempre un paso adelante que el resto.
Esa personalidad rimbombante, ese trazo certero, llegan ahora a París, donde brillará hasta agosto con una obra íntima y familiar, de enorme valor histórico y artístico.