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Jenaro Villamil

07/06/2013 - 12:00 am

#YoSoy132 y el Infiltrado

Todo Estado o gobierno autoritarios tienen como consigna esencial dividir y fracturar cualquier brote de disidencia. La crítica, las movilizaciones sociales o la oposición no son vistas como un derecho ciudadano sino como un riesgo para el control autoritario. Esta fue la escuela de siete décadas de sistema priista y esto es lo que sucedió […]

Todo Estado o gobierno autoritarios tienen como consigna esencial dividir y fracturar cualquier brote de disidencia. La crítica, las movilizaciones sociales o la oposición no son vistas como un derecho ciudadano sino como un riesgo para el control autoritario. Esta fue la escuela de siete décadas de sistema priista y esto es lo que sucedió en vísperas del retorno del tricolor a la presidencia de la República, hace exactamente un año.

Sin que nadie lo pronosticara, en medio de la inevitable campaña de ascenso de Enrique Peña Nieto a la presidencia de la República –el “producto político” más vendible y costoso en los últimos años–, surgió un movimiento estudiantil a raíz de un pésimo manejo mediático para ejercer el “control de daños” de la visita del aspirante priista a la Universidad Iberoamericana.

El surgimiento del #YoSoy131 el 13 de mayo y, un día después, del #YoSoy132, cimbró las tranquilas aguas del ascenso demoscópico de Peña Nieto. No se trató de una simple protesta de 131 estudiantes de la Universidad Iberoamericana que ejercieron en YouTube el derecho de réplica que los medios electrónicos e impresos les negaron al acusarlos de “infiltrados”, “provocadores” y falsos estudiantes que protestaron contra Peña el 11 de mayo.

El #YoSoy132 les generó la peor crisis en medio de la campaña. Por primera vez, estudiantes de nivel superior, de universidades privadas, decidían salir a las calles para mostrar su repudio al control de la opinión pública (de ahí la demanda de la democratización de los medios) y a la candidatura de Peña Nieto, construida bajo el esquema de un incuestionable infomercial que no debía ser cuestionado, ni documentado y mucho menos criticado.

Este grupo pequeño, pero muy viralizado en las redes sociales, fue un golpe en la línea de flotación del modelo peñista y de su principal aliado-beneficiario mediático: Televisa.

¿Cómo “vender” a un candidato que representaba el nuevo rostro del PRI si los propios jóvenes de clase media y media alta lo repudiaban? ¿Cómo evitar el “contagio” en otras escuelas y grupos de jóvenes, las audiencias del futuro tanto para el PRI como para Televisa?

La respuesta fue sencilla y burda. Como en los mejores tiempos del diazordacismo o en la época de la simulación echeverrista que pretendió “acercarse” a los jóvenes después de participar en la matanza del 2 de octubre del 68. Buscaron infiltrar, dividir y fracturar el movimiento. En buena medida, lo han logrado, pero las pistas de esta operación ya comenzaron a salir.

Hace un año, el 18 de junio del 2012, el joven Manuel Cossío Ramos difundió un video para acusar a algunos líderes estudiantiles, especialmente a Saúl Alvídrez, estudiante del Tec de Monterrey y participante en las protestas de la Estela de Luz y frente a las instalaciones de Televisa, de estar “cooptados” por Andrés Manuel López Obrador.

Ahora sabemos que este joven “decepcionado” es director de Información de Fuentes Abiertas –dedicada a infiltrar movimientos sociales para dividir y espiar a sus dirigentes– del Centro de Información y Seguridad Nacional (CISEN). Su sueldo es de 171 mil 901.34 pesos, según los documentos a los que tuvo acceso la revista Contralínea. Su jefe inmediato es Gerardo García Benavente, coordinador general de Inteligencia, que le reporta a Eugenio Ímaz Gispert, director general del CISEN.

La revelación de Contralínea volvió a abrir la caja de Pandora sobre uno de los episodios más claros de “guerra sucia” a través de YouTube y otras redes sociales contra el movimiento #YoSoy132, contra algunos de sus integrantes, como Saúl Alvidrez, a quien Cossío grabó y editó sus declaraciones para “probar” que recibía apoyos de Marcelo Ebrard, ex Jefe de Gobierno capitalino, del actual Senador perredista Alejandro Encinas, y del productor televisivo Epigmenio Ibarra, quien apoyaba entonces la campaña de López Obrador. Tener preferencias electorales se volvió un delito (¡en plena campaña presidencial!) y la línea de argumentación de los jefes de Cossío (desacreditar al movimiento por estar “manipulado” desde fuera) tuvo su primer logro en ese momento.

La denuncia de Cossío, redactada en el war room (cuarto de guerra) de la campaña priista, no tenía ni pies ni cabeza. Sin embargo, los medios cercanos a la campaña de Enrique Peña Nieto lo divulgaron como una “prueba” de que el #YoSoy132 estaba manipulado.

El PRI, bajo la dirección de Pedro Joaquín Coldwell, emitió días después un boletín para acreditar las palabas de quien ya trabajaba para el CISEN, de acuerdo a testimonios confidenciales de quienes trabajaban en el organismo de espionaje e inteligencia política del régimen.

“Está medio loco”, dijo en su momento Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, para desacreditar a Cossío Ramos. Zambrano recordó el episodio del 2006, cuando Cossío embistió un campamento del plantón lopezobradorista en la Avenida Reforma. Incluso, quiso golpear con un bat a algunos de los asistentes.

No era locura, era provocación perfectamente planificada. Para entonces, Cossío Ramos, sobrino del ministro de la Suprema Corte, José Ramón Cossío, ya se dedicaba al “coyotaje de marcas en páginas web”, según acreditó otro video subido a YouTube, por el colectivo de ciberactivistas Anonymous.

Cossío Ramos se acercó a los jóvenes del #YoSoy132 haciéndose pasar como empresario de la industria web, dueño de Global Star 360.com y Progete Tu Marca.com y “especialista en propiedad industrial”, según testimonios de distintos integrantes del movimiento estudiantil. Su objetivo fue quedarse con el dominio de la página web www.yosoy132.com.

Antes de acercarse a los estudiantes, Cossío Ramos participó en la organización no gubernamental fundada por el hijo del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, Emiliano Salinas, para difundir “la paz” y los cultivos alternativos entre comunidades indígenas.

En particular, utilizó sus pláticas con Saúl Alvídrez, estudiante del Tecnológico de Monterrey, para exhibir el supuesto vínculo del #YoSoy132 con el perredismo. Alvídrez no tenía ningún antecedente perredista. Fue alumno lasallista de Chihuahua. Participó en el organización no gubernamental Nuevo Proyecto, dedicada a ayudar a los habitantes de las periferias de la capital chihuahuense.

En 2007, Alvídrez se trasladó al Distrito Federal e ingresó como alumno al Tecnológico de Monterrey. Antes de la irrupción del #YoSoy132 participaba en el proyecto de información alternativa “México, Ahora o Nunca”. Se integró al movimiento y participó en las convocatorias para integrar a estudiantes de otras universidades privadas, distintas a la Universidad Iberoamericana, en las marchas del 18 y 23 de mayo de 2012.

Cossío Ramos se hizo pasar como su amigo. Se ofreció a ayudar para manejar y difundir en páginas on line y en las redes sociales todo lo relacionado con el #YoSoy132. En otras palabras, quería tener el control del corazón cibernético de un movimiento que surgió en Internet y se convirtió en la principal amenaza para la candidatura (y la Presidencia) de Enrique Peña Nieto.

No sólo Cossío Ramos estaba infiltrado en el #YoSoy132. Los estudiantes de la Universidad Iberoamericana y otros integrantes del movimiento comenzaron a ver que hasta algunos profesores que se acercaron a ellos tenían el mismo perfil: agentes del CISEN.

Al calor de la nueva revelación, Carlos Brito, uno de los dirigentes más respetados en la última etapa del #YoSoy132, recordó que desde el 11 de mayo, Cossío Ramos había redactado varios tuits para desacreditar las protestas de los jóvenes de la Ibero y tratar de vincularlos con la campaña de Josefina Vázquez Mota (ver la reproducción del TL en www.homozapping.com.mx). Por supuesto, Cossío borró esos mensajes.

Estos mensajes demuestran que la intención de partidizar la protesta inicial de la Iberoamericana estaba en el guión de la respuesta priista. La candidatura de Vázquez Mota se desinfló en medio de la feroz disputa interna de los panistas. Por eso el objetivo era encontrar “la línea” de conducción a López Obrador.

¿Qué hace ahora Cossío Ramos? ¿A cuántos movimientos ha infiltrado? ¿Por qué el CISEN no ha respondido a las revelaciones de Contralínea? ¿Se puede confiar en una agencia de inteligencia que se dedica a reclutar y pagarle los servicios a un personaje que decidió ser el fontanero de la campaña electoral del 2012?

www.homozapping.com.mx

Jenaro Villamil
Reportero de Proceso, especialista en medios, editor de Homozapping.

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