“Si es de locos recomendar el emplazamiento de policías y elementos de seguridad armadas en nuestras escuelas para proteger a nuestros niños, entonces llámenme loco”, soltó Wayne La Pierre, dirigente de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), una especie de Ku Klux Klán armamentista, dedicado a promover la superioridad del uso de las armas para protegerse de quienes tienen armas.

Y eso ha sucedido. Lo han tirado a loco. La Pierre decidió romper así su silencio tras la masacre de 27 personas, 20 de ellas niños, en la primaria Sandy Hook de Newton, Connecticut.

En declaraciones el pasado domingo 23 de diciembre al programa “Meet the Press”, de la cadena NBC, La Pierre fue más allá en su fantasía orwelliana. Afirmó que “el arma es una herramienta. El problema es el delincuente”. Para él, desplegar voluntarios armados en todas las escuelas de Estados Unidos será la solución para evitar nuevas matanzas como las que han cimbrado en menos de un año a la nación americana.

La Pierre dirigió sus dardos contra “la maquinaria de los medios de comunicación” que “sólo disfrutan de culpar a esta rama de la economía con un nuevo ataque” a la Segunda Enmienda norteamericana –que establece el derecho de todo ciudadano estadounidense a poseer armas para su seguridad personal– y a la influyente NRA.

Las reacciones a estas declaraciones no inhibieron a los críticos de la NRA ni convencieron a nadie. Por el contrario, exhibieron a La Pierre y sus defensores como parte de una ultraderecha que ha perdido la batalla cultural en una nación conmocionada por el nivel de facilidad con el que alguien puede adquirir armas y utilizarla en contra de la población civil.

“¡Chiflado por las Armas! La NRA despotrica de manera estrafalaria sobre Newton”, editorializó en su nota The New York Post, el rotativo más influyente en la clase política nortemaericana.

El demócrata Chirs Murphy afirmó que las palabras de La Pierre constituyen “la declaración más repugnante y sorda que haya conocido”.

Hasta dos senadores conservadores, Mark Warner, de Virginia, y Joe Manchim, de Virginia del Este, se deslindaron de la posición de la NRA. Se mostraron más flexibles sobre la posibilidad de imponer mayores controles al uso y posesión de las armas automáticas, tal como propuso el primer mandatario, Barack Obama, a quien también han criticado por su tibieza frente a la NRA.

“Desafortunadamente, el presidente Obama ha mostrado falta de liderazgo para hacer frente al cabildeo de las armas”, afirmó Daniel Vince, abogado del Centro Brady, dedicada a prevenir la violencia por las armas.

Todo parece indicar que en esta nueva batalla la NRA ha perdido a la mayoría de la opinión pública. Su credibilidad está seriamente dañada. Y su defensa a ultranza por las armas ha demostrado que no tienen el poder de otros años.

El politólogo Robert Spitzer, al analizar la influencia de NRA como cabildero en el Congreso, afirmó que “su ladrido político es más poderoso que su mordida”. Spitzer afirma que la invulnerabilidad de la NRA se ha vuelto más mito que realidad.

Los Medios y Hollywood se moderan

También la gran industria mediática y fílmica del entretenimiento ha puesto sus barbas a remojar tras la conmoción generada por la matanza de Newton.

Hollywood decidió suspender el estreno de dos filmes y series de televisión al considerarlas de alto contenido violento. Una es Jack Reacher, protagonizada por el cientólogo Tom Cruise, una de las estrellas más taquilleras de Hollywood, precisamente por sus filmes de acción. La otra es Django Unchained de Quentin Tarantino, el otrora “rebelde” de la industria fílmica nortemaericana.

La cadena Fox decidió suspender también capítulos de las series Family Guy y American Dad. Incluso, en las estaciones de radio suspendieron la promoción de la canción Morir Joven (Die Young) de Kesha.

Jenaro Villamil

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Reportero de Proceso, especialista en medios, editor de Homozapping.

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