La soplona

18/08/2011 - 12:01 am

Para el Cuerpo de Paz de las Naciones Unidas, Kathryn Bolkovac es una soplona. Para miles de personas del mundo es una auténtica paladín de la ética, y sin ella desearlo, se convirtió en sinónimo de la batalla contra la trata y explotación sexual de mujeres, ejercida por soldados de todo el mundo.

La directora y guionista Larysa Kondracki tuvo la valentía y el acierto de llevar al cine la vida de esta increíble mujer policía que, trabajando en Nebraska, Estados Unidos, decidió unirse a los Cuerpos de Paz de la ONU para viajar a Bosnia Herzegovina durante la reconstrucción de la postguerra. El filme “The Whistleblower” es extraordinario; Rachel Weisz hace el impecable papel de la soplona norteamericana que, una noche, descubre que sus colegas, los soldados de las Naciones Unidas (quienes supuestamente deberían dedicarse a mantener la paz y el orden) asisten a un prostíbulo donde jovencitas de la región son explotadas sexualmente por la empresa norteamericana DynCorp, una compañía militar  privada que funciona como contratista para el ejército norteamericano y, que ha sido utilizada en países como Haití y Colombia, así como en Irak, para entrenar policías entre otras cosas.

Esta poderosa empresa sufrió un duro golpe cuando la joven Bolkovac, luego de descubrir la red de trata de mujeres, decidió denunciarla. Cuando aceptó el trabajo como monitora de la policía internacional de la ONU en Bosnia, estaba segura de poder atestiguar cómo las Naciones Unidas ayudan a reconstruir un país de las cenizas. Sin embargo, lo que descubrió fueron redes de alianzas machistas que la amenazaron de muerte, y frente a ellas, la solidaridad de todo tipo de personas que confiaron en ella. Se revelan los reales alcances y abusos de la inmunidad diplomática; la inconcebible y dolorosa realidad de algunos de los miembros más poderosos de la burocracia que representa, supuestamente, la conciencia de los países unidos, esos que deberían rescatar al mundo de las tragedias causadas por los gobiernos que la conforman.

DynCorp también provee mantenimiento de equipo de guerra y da servicios de tierra para los soldados norteamericanos en Afganistán. Están muy bien documentadas sus asesorías de seguridad a diversos gobiernos. En México, DynCorp ha ofrecido sus asistencia frente a la guerra contra el narcotráfico, tal como hizo en Colombia. Su presupuesto es de 2 mil millones de dólares y el 96 por ciento de esos recursos son erogaciones directas del gobierno federal norteamericano.

Además de ser un filme con todas las características de un estupendo thriller policíaco, sin duda narra una historia con sustancia. El elenco de actrices y actores de primera, revelan verdades que nos recuerdan por qué cuando se habla de trata de mujeres en el contexto militar, incluso dentro de la ONU, hay que andarse con pies de plomo. Los discursos podrán ser políticamente correctos, pero como lo narra esta historia real, la protección de la explotación de las mujeres no tiene límites en los círculos de poder.

En el año 2002, Kathryn Bolcovak, a pesar de las amenazas, llevó a juicio a DynCorp por haberla despedido por hacer su trabajo adecuadamente y por denunciar prácticas criminales tanto de la empresa contratista del gobierno norteamericano, como de los propios policías y soldados que eran, a la vez, clientes y explotadores. Tuvo que llevar la denuncia al Reino Unido, en los Estados Unidos jamás hubiese ganado esa batalla jurídica dada la connivencia del Departamento de Estado y las empresas contratistas que viven de “reconstruír” países que, en muchas ocasiones, el propio estado norteamericano ha devastado (como Irak y Afganistán). Ella pudo demostrar que DynCorp había cobrado 15 millones de dólares por entrenar y mantener a la policía internacional de la ONU en Bosnia, y claro, a cambio, les montaron, como todos los ejércitos han hecho a lo largo de la historia y siguen haciendo hoy en día, prostíbulos para entretener a sus soldados. Esta es una historia compleja y agridulce, pero al menos, como ya se había documentado en los medios, ganó la batalla legal en Inglaterra.

Cuando en México se probó la ley para víctimas de trata de personas, el Congreso de la Unión dejó fuera temas fundamentales, entre ellos, el papel del Ejército y la policía en la protección de ciertas redes de tratantes, particularmente para la explotación sexual comercial. Dejó fuera también la articulación del rescate y atención adecuada para restituir las vidas y salud de las víctimas. Este extraordinario filme nos recuerda por que todo el mundo debe mantener la guardia en alto respeto a la creciente desaparición de jovencitas que terminan en manos de los tratantes, y sobre todo, nos recuerda por qué se debe poner énfasis en castigar al cliente que fomenta el mercado y al proveedor que busca siempre encubrir sus operaciones bajo el dulce y suave manto del poder político. En Puebla y en Washington, en Bosnia y en Bagdad, se cuecen habas de misoginia estructural. Si no se logra desarticular ese odio y utilización sexual de las mujeres, la batalla de los gobiernos contra la trata seguirá siendo puro discurso políticamente correcto.

No se pierda este filme. Es una historia que debía ser contada y ahora debe ser vista y luego discutida en el hogar, en las escuelas y en los círculos políticos. En su libro titulado igual que la película, Kathryn Bolkovac nos dice que esta batalla apenas comienza y que nadie debe ni puede darse por vencido. Le aseguro que después de verlo, coincidirá con esta valiente policía. No me queda duda.

Lydia Cacho
Es una periodista mexicana y activista defensora de los Derechos Humanos. También es autora del libro Los demonios del Edén, en el que denunció una trama de pornografía y prostitución infantil que implicaba a empresarios cercanos al entonces Gobernador de Puebla, Mario Marín.
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