Los inventos de Hedy Lamarr: la hermosa actriz que sentó las bases del WiFi

28/06/2012 - 12:00 am

Por Roberto Ponce

Dueña de una belleza deslumbrante que cautivó Hollywood tras su llegada a Estados Unidos en 1937, la actriz de origen vienés Hedy Lamarr (1914-2000) ostentó el cetro de “la mujer más hermosa del universo cinematográfico” hasta la década de los sesentas con las casi 30 películas que protagonizó.

Tal alabanza podría hoy parecer una exageración a las nuevas generaciones, máxime que ninguna de aquellas actuaciones suyas en una carrera más bien breve le mereció ganar ni un sólo Oscar.

Sin embargo, a partir de los últimos 15 años se le ha reconocido a Hedy Lamarr por su trascendente papel como inventora, junto con el compositor norteamericano George Antheil (1900-1959) del Espectro por Salto de Frecuencia (Frecuency Hopping, en inglés), un invento que revolucionó para la eternidad el campo de las comunicaciones digitales a distancia por radio y GPS.

Si pensamos en el escándalo y la censura que provocaron sus pininos fílmicos europeos en los años treintas, impacta que el Día Internacional del Inventor se conmemore en Austria, Alemania y Suiza cada 9 de noviembre, por ser la fecha del nacimiento de ella hace casi una centuria.

Esto resulta especial cuando apreciamos las candentes escenas de escándalo y erotismo preciosista que Hedy Lamarr rodó totalmente desnuda en 1933 acababando de cumplir 18 años de edad, estelarizando la cinta checoslovaca Ekstase, de Gustav Machatý, donde su nombre aparece como Eva-Hedy Keisler en créditos finales.

La tecnología de modulación radial que hoy facilita el envío y la recepción inalámbrica vía satélite, teléfonos celulares e Internet, por ejemplo, a través de WiFi y Bluetooth en telefonía de tercera generación, fue una idea básicamente de Hedy Lamarr.

La patentó en 1941 con un artista que también había escandalizado Europa tocando máquinas ruidosas en conciertos futuristas, el compositor George Antheil, “niño maldito” de la música estadunidense que admirara el poeta Ezra Pound, quien le dedicó el panegírico Antheil y su Teoría Armónica en 1927 (ver Ballet Méchanique para 16 pianolas sincronizadas, propulsores y hélices de avión, campanas eléctricas, sirena y orquesta, obra de “ingieniería musical” concebida hacia 1923 para la película abstracta que dirigió con el dadaísta francés Fernand Léger).

Justo el próximo 11 de agosto se cumplirán 70 años desde que Antheil y Hedy Lamarr (cuyo nombre completo era Hedwig Eva María Kiesler) obtuvieron el registro de patente a su novedoso “Sistema secreto de comunicaciones” del Consejo Nacional de Inventos en Estados Unidos.

El invento se le había ocurrido a esta talentosa hija de un prominente banquero judío de Austria, como medio de apoyo a las misiones bélicas de los torpedos aliados contra Hitler y los nazis, en 1942. La actriz y el músico fueron minimizados como inventores serios en Estados Unidos, y expertos de la Marina estadunidense se negaron a. implementar la tecnología de su propuesta durante la Segunda Guerra Mundial.

Así como los cilindros perforados de las ocho pianolas se sincronizaban en la obra Ballet Méchanique de Antheil, los dos inventores diseñaron su sistema para utilizar 88 frecuencias que contienen el mismo número de claves existentes en las pianolas para dirigir ataques de torpedos contra el enemigo nazi. Hedy había aprendido mucho de ingeniería armamentista cuando casó por primera vez con el acaudalado vendedor de municiones austríaco Friedrich Mandl, al que abandonaría después de Ekstase.

Conoció a Antheil por 1940, durante una cena que ofreció en su mansión la actriz Janet Gaynor y se dice que ella se interesó en el pianista pues quería aumentar el volumen de sus senos y él había desarrollado una técnica para hacerlos crecer, conforme a sus estudios sobre endocrinología glandular en el libro “Cada quien es su propio detective” (Every Man His Own Detective: A Study of Glandular Endocrinology).

En 1942, el propio compositor se hallaba convencido de que la reluctancia para desarrollar su invento fue producto de una “manipulación anticultural” y atribuyó a Hedy la autoría de todo el concepto creativo, en su autobiografía “El chico malo de la música” (Bad Boy of Music, 1945):

“Hedy y yo intentamos esclarecer con gráficas lo mejor posible nuestro mecanismo en la solicitud patente, explicando que ciertas partes funcionaban como el mecanismo fundamental propio de una pianola. Ese fue nuestro error.”

Richard Rhodes, ganador del Premio Pulitzer 1988 por su estudio histórico y científico “Fabricando la bomba atómica” (The Making of The Atomic Bomb), publicó hace dos años el interesante libro “La locura de Hedy. Los inventos de Hedy Lamarr, la mujer más hermosa del mundo” (Hedy’s Folly), donde confirma:

“Los técnicos del Comité Nacional de Inventores de EU y la Marina no entendíeron cómo un rollo de papel perforado de pianola aguantaría sin quebrarse para dirigir ataques a distancia y dijeron: ‘¿Pretenden poner una pianola en los torpedos? ¡Eso no va a funcionar!’ Archivaron la patente y recomendaron: ‘Como artistas vayan mejor a juntar dinero para la guerra, en lugar de andar haciendo tontas invenciones’.”

Hedy recolectaría cerca de 25 millones de dólares en caravanas artísticas donde era besada por soldados; mas la patente del Espectro con Saltos de Frecuencia dirigiendo torpedos se olvidó por 17 años, caducando su validez, y ya ninguno de ambos inventores se interesó en renovarla.

Mejor tarde que nunca
Pero posteriormente, sucedió un milagro: el ejército norteamericano resucitó los fundamentos del invento para establecer comunicaciones secretas electrónicamente, con los barcos enviados por el bloqueo yanqui a la Cuba de Fidel Castro, durante la llamada Crisis de los Misiles, en 1962.

(Antheil sería recordado al morir en 1957 por sus conciertos de 1925 con Ballet Mécanique, experimento que provocó abucheos entre la burguesía parisina del Teatro de los Campos Elíseos pero maravilló a James Joyce, T. S. Eliot, Adrienne Monnier, Constantin Brancusi, Natalie Clifford Barney, Silvia Beach y Pound. Asimismo, por las composiciones que hizo tras su vuelta en EU hacia 1933, para los ballets de Martha Graham y George Balanchine.)

Todavía habrían de pasar cerca de 40 años más para que, al ocaso del siglo, su idea innovadora conquistase los primeros reconocimientos.

El 12 de marzo de 1997, en Burlingame, California, Hedy Lamarr y George Antheil obtuvieron el VI Premio Pioneer de la Fundación Fronteras Electrónicas (EFF por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro nacida en 1991 a favor de los derechos de expresión en la era digital.

Recibió el galardón Anthony Logan, hijo de la actriz, de manos del coordinador del jurado y directivo de EFF, Mike Godwin, quien recordó “la ignorancia casi absoluta” que dejó en el olvido su gran aportación tecnológica a las telecomunicaciones durante 55 años (invento por el que nunca recibieron un solo quinto).

“Este premio especial para Lamarr y Antheil destaca por razones que van más allá del reconocimiento a una mujer cuyas contribuciones se había pensado guardaban correspondencia unicamente con rubros del entretenimiento”, señaló Godwin.

“Como ironía del destino, la herramienta que ambos desarrollaron cual baluarte de la democracia hace más de medio siglo, ahora promete expander la democracia por el siglo 21.”

También en 1997 les otorgaron el Bulbie Gnass Spirit of Archievement Award y una distinción honorífica del Proyecto Milstar.

En octubre de 1998, Viena premió a su hija pródiga con la medalla Víctor Kaplan de la Asociación Austríaca de Inventores y Titulares de Patentes. Para presevar la memoria de su madre como inventora, Anthony Logan filmó con Georg Misch la cinta “Llamando a Hedy Lamarr” (Calling Hedy Lamarr), documental en el que se sugiere que ella era una espía; al periodista Colin Todhunter del Herald en Los Ángeles, expresó:

“Me siento muy orgulloso por la tecnología que ella inventó, bastante más que por su carrera como luminaria cinematográfica pues esta faceta de actriz le arruinó la existencia de muchas maneras. Hedy sintió que el tiempo le había dado la razón a su invento, el cual se implementó por primera vez en la Crisis de los Misiles contra Cuba. En este sentido, ella se adelantó 20 años a su tiempo…

Sin embargo, la muerte le impidió contemplar los alcances de la alta tecnología y ya no pudo atestiguar el impacto logrado con los dispositivos electrónicos inalámbricos WiFi. Sentía una fuerte satisfacción de que su invento pudiera aprovecharse en metas útiles, perdurables y profundas… Le agradaba ser atractiva por su inteligencia y estaba muy conciente de que la belleza es una cosa efímera.”

La estrella solía afirmar: “Cualquier chica puede ser glamourosa. Lo único que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida.” Además, Logan sostuvo:

“Hedy triunfó por comunicar  a nuestro planeta… Desafortunadamente, muy poca gente sabe de ella en Estados Unidos, habiendo entregado tanto al mundo. Supongo habitamos un planeta de malagradecidos (Video del reportero Lee Cowan de CBS News “Hedy Lamarr, luminaria inventora del WiFi”)”

“La mujer más hermosa de Europa”, como la bautizara originalmente el cineasta Max Reinhardt en 1931, fue retratada en libros biográficos por su fulgurante trayectoria cinematográfica de 40 cintas entre 1931 y 1989, salpicando el recuento con jugosos detalles de sus seis matrimonios. Hedy afirmaba: “Tengo que dejar de casarme con hombres que se sientan inferiores a mí. En algún lugar debe haber un hombre que pueda casarse conmigo sin sentirse inferior. Necesito un hombre que sea inferior superior.”

Al acercarse la década de los sesentas e ir muy a la baja sus bonos en candilejas, la actriz fue desechada por los productores de Hollywood tras haberse sometido a una cirugía plástica que arruinó la belleza de su rostro.

Se recluyó en soledad y murió pobre. En palabras de su hijo:

“Si Estados Unidos le hubiese pagado todos los derechos de la patente y las regalías por su gran invento, Hedy Lamarr se habría convertido en la mujer más billonaria del universo, por encima de Bill Gates.”

–Apro

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