Por Gabriela Gutiérrez M.
“Me dediqué tanto a defender la moral que ahora defiendo a su evolución lógica: la doble moral!” (sic) es la leyenda que identifica @PANhero (panjhiro por su fonología en inglés, panero para sonar desdeñante), un héroe del fracaso, caracterizado en Twitter por la imagen del presidente Felipe Calderón Hinojosa detrás de un discreto antifaz azul.
A Jorge, su creador, no lo sigue nadie, a @PANhero más de seis mil, entre ellos políticos, periodistas e intelectuales. La razón no es gratuita: con un gran sentido del humor se burla de todas las incongruencias del gobierno.
Con comentarios tan ácidos como: “Se redujeron los asesinatos en Cd. Juárez un 60%, lo sabemos xq ya sólo queda un 40% d la población para matar” (sic), @PANhero se ha hecho de sus seguidores en pocos meses y ha sido invitado a participar en foros y páginas de internet relacionadas a las redes sociales.
Para Jorge, @PANhero “es un oportunista de la opinión. Lo que intenta es mostrar las posturas ridículas y exhibirlas”, revela a través desde su anonimato, a través del sistema de videollamadas Skype.
Paola Ricaurte (@paolaricaurte), profesora investigadora del Tec de Monterrey, @PANhero es un troll, una figura que generalmente se califica de negativa, pero que a decir de la especialista: “No es necesariamente malo. Hay trolls que están bien informados y son críticos; personas que cuestionan a los funcionarios”.
Sin embargo, trolls como @PANhero no es todo lo que se está viendo en la en la contienda electoral rumbo a las votaciones del próximo 3 de julio, que rápidamente se trasladó a las redes sociales como Facebook, YouTube y Twitter . También estarán los robots o bots, programados para responder de manera automática a las preguntas frecuentes o enviar correos electrónicos.
Y, similares a los acarreados, están los fake followers o fake fans; es decir, esos usuarios o cuentas que se compran por lotes de cientos o miles, a través de diversas páginas de internet, como e-Bay, para lucir más popular en la web. Los precios varían, pero van desde los 500 pesos hasta los mil, por cada 100.
La diferencia entre los acarreados y los fake followers consiste en que los últimos son “llevados”, sin consentimiento previo, a dar likes o a seguir a twitteros, a través de programas, pero como muchos vendedores de estos paquetes advierten “retenerlos va bajo su responsabilidad”.
“Vamos a ver una proliferación de cuentas que van a servir como cuentas de soporte, que les dirán lo maravillosos que son; toda una plataforma creada para apoyar la imagen de un candidato. Y también veremos a trolls que se dedicarán atacar a los adversarios. Las campañas negras de siempre, pero trasladadas a las redes sociales, con las ventajas de anonimato que permiten las redes sociales”, explica Ricaurte Quijano.
Viejas prácticas políticas, ahora en redes sociales
Los políticos mexicanos comienzan a cambiar el pódium del mitin por un profile en las principales redes sociales. Sin embargo, esto no es suficiente para conectarse efectivamente a los millones de usuarios de Facebook y Twitter. Aún no saben cómo interactuar con los usuarios al migrar la postura y comunicación vertical que emplean en la vida “real” al mundo digital, concuerdan especialistas.
Raúl Luna (@RaulLuna), experto en Redes Sociales, de la UNAM y consultor en Marketing Político, plantea: “Los candidatos tienen sus cuentas, sus seguidores fake, que hablan de las cosas buenas que hacen, pero no responden a cuestiones fundamentales ni a temas relevantes. En términos reales, la gente pregunta y no les contestan”.
Ricaurte Quijano coincide en que la falta de mensajes que trasciendan a los jóvenes, el grueso de la población, por parte de los políticos, consigue el rumbo político del país continúe siendo decidido por el sector de más de 40 años de edad: “(Los políticos) a pesar de que estén tratando de meterse, no hablan el lenguaje de los jóvenes, por lo que me temo que un alto porcentaje de jóvenes no votarán.
“El problema es que los políticos no tienen causa, sólo quieren el puesto. Necesitamos cambios más profundos en la manera de hacer política, para que realmente puedas enganchar a los jóvenes y los apoyen”, asegura la especialista.
Lo que se dice en las redes sociales, en internet en general, debe reflejarse en el mundo off line, de lo contrario se corre el riesgo de caer en la incongruencia y provocar la desconfianza del electorado. Se rompe la solidez de la comunicación.
Internet en México
De acuerdo con el Estudio Nacional de Hábitos de los Usuarios de Internet en México 2010, de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), 34.9 millones de mexicanos tienen acceso a la Red, si se considera que el grueso de esta población se concentra en el rango de edad de 12 a 17 años; por ello se entiende que las redes sociales todavía no logren inclinar la balanza electoral hacia ninguno de sus contendientes.
Sin embargo, este panorama, que para las próximas elecciones del 3 de julio resulta prácticamente irreversible, para las presidenciales de 2012 podrían hacer la diferencia, considera Raúl Luna, consultor de www.nomadadigital.net: “Primero se verá el cambio a través de Facebook, pues por aquí estás más ligado a tus amigos cercanos, a los que conociste en la secundaria, en la preparatoria y con ellos tienes un contacto más directo.
“El año que vienen con el crecimiento que ha tenido Facebook, tendremos 9 millones más de usuarios, por lo que será algo muy importante y se estarán peleando los espacios. (Los candidatos) van a tener que ser muy inteligentes y hacer algo más que una página web bonita o tener sus compromisos firmados”, concluye Luna.
Redes sociales provocan rendición de cuentas: Ricaurte
–¿Cuál es la importancia de las redes sociales en la política?
–Nuestros políticos no están acostumbrados a rendir cuentas a sus votantes. Tener la oportunidad de hacerlo es la gran aportación de las redes sociales. Decirles “yo no te creo, porque hiciste esto y esto. Porque hiciste lo contrario a lo que prometiste”.
Hay que aprovechar las redes sociales, nuestro reto como ciudadanos es cuestionar a los candidatos, a los políticos; exigirles por lo que no han hecho. ¿Qué reformas de ley han aprobado? Preguntar qué opinan de las reformas pendientes: la política, la laboral y la energética, por ejemplos.