Desde la captura de "El Chapo", pero sobre todo desde que la edición estadounidense de la Rolling Stone publicara la entrevista de Sean Penn al narcotraficante más buscado y célebre del mundo, el actor no para de ser trending topic.
Ciudad de México, 12 de enero (SinEmbargo).– Alguien escribe en una red social: qué lástima que Sean Penn se haya separado de Madonna, son tal para cual.
Se refería el internauta seguramente a esa ingenuidad mesiánica con que los ricos y famosos del lado más privilegiado del mundo suelen acercarse a los conflictos y dilemas sociales de los desprotegidos, de los que menos tienen o sufren más.
Así, como el actor ganador del Oscar por su trabajo en la inolvidable Milk, es Angelina Jolie, así es –aunque tal vez con más rigor– el documentalista Michael Moore, así es indudablemente el cineasta Oliver Stone.
Personas creativas, inquietas, inconformes, que no se quedan con la información oficial y tratan de romper esa Cortina d'Ampezzo que se levanta entre los países desarrollados y el resto, entre los Estados Unidos y todo y todos los demás.
El cerco informativo por medio del cual esa masa híbrida llamada “gran público” obtiene pocos o casi ningún elemento para analizar con tino la realidad circundante limita la ya de por sí escasa comprensión del mundo.
Va de suyo que el uso de la celebridad para abrir esas ventanas cerradas con siete llaves a sociedades moldeadas por CNN o la FOX, siempre será positivo.
En esencia, hay una ingenuidad verdadera y un interés genuino por los problemas de naciones pequeñas atribuladas por guerras o hambrunas; el mesianismo comienza cuando esos observadores se convierten en actores, en juez y parte de realidades políticas y sociales de contextos complejos, que plantean análisis complicados y tomas de posiciones que no siempre se encuentran a la primera.
Tal el caso de Jolie cuando dirigió In the Land of Blood And Honey, contando un drama bélico de la guerra entre serbios y bosnios, por lo cual recibió el repudio de los primeros.
Ahora, la hermosa esposa de Brad Pitt pretende hacer lo propio en su próxima película, recreando esta vez la masacre de Camboya, acontecida entre 1975 y 1979, cuando el dictador Pol Pot (1925-1998) decidió cargarse un cuarto de su población a machetazo limpio (los más “afortunados” recibieron un tiro de gracia: no había muchas armas de fuego disponibles), dejando un tendal de 2 millones de muertos entre niños, ancianos, hombres y mujeres de todo tipo y condición social.
Oliver Stone hizo un documental sobre el fallecido Presidente de Venezuela, Hugo Chávez (1954-2013). El serbio Emir Kusturica trató de acercarse al fenómeno popular del astro del futbol Diego Armando Maradona en Argentina.
Y el tan nombrado ahora Sean Penn tuvo encuentros con la ex Presidente argentina Cristina Kirchner, el Presidente de Bolivia Evo Morales, también con Hugo Chávez y es conocida la labor incansable del actor para tratar de levantar la demorada asistencia a la trágica y hoy olvidada Haití.
Siempre serán aproximaciones no definitivas sobre temas y situaciones para los que la celebridad de los impulsores de dichos proyectos no alcanza en la tarea de dimensionar cabalmente la raíz de lo que sucede en los territorios explorados.
Hay situaciones absurdas como la vez que el documentalista Michael Moore se dio a la tarea de nutrir un discurso oficial de Chávez.
Fue durante el Festival de Cine de Venecia en 2009, cuando Nicolás Maduro era el guardaespaldas del mandatario y Moore había ido a presentar su filme Capitalism: A Love Story.
El cineasta y su esposa arribaron a su hotel a las 2 de la madrugada y escucharon mucho ruido en el piso de arriba.
“Había un ruido como si se llevara a cabo una fiesta. Entonces fui a la recepción y pregunté qué pasaba, y me dijeron que el Presidente de Venezuela se encontraba arriba”, contó Moore, director entre otras de la célebre Bowling for Columbine.
“Les dije: ‘Tienen que estar bromeando’. Mi esposa me dijo: ‘¿Te quedas aquí?’ Y por supuesto que no, que fui al tercer piso de inmediato. Toqué la puerta. Ese guardaespaldas [Maduro] abre y Hugo Chávez aparece por detrás. Pregunto literalmente: ‘¿Qué está pasando aquí?’, y el mandatario dice: ‘Oh, Michael Moore, Michael Moore, pasa, adelante’”, narró.
“Botella y media de tequila después, Chávez me dice: ‘Tengo que ir a dar un discurso a la ONU’. Entonces le comenté la última vez que se había referido a nuestro Presidente [George Bush], había dicho que era el diablo. ‘A mí tampoco me agrada nuestro Presidente, pero por favor, no lo llames el diablo’”.
“Chávez me pregunta: ‘¿Qué debería decir esta vez?’ ‘Sólo discúlpate, diciendo: No voy a hablar del Presidente [Bush], estoy lleno de esperanza, cosas por el estilo’. Me dice: ‘¡Ayúdame a escribir mi discurso!’ Así que la semana siguiente, encendí el televisor para ver el discurso que iba a dar frente a la ONU y sus primeras palabras fueron exactamente las que escribí para él”, contó.
“Y pensé: ¿Dónde está mi tajada de todo esto? Como mínimo, el tipo debería darme un año de gasolina gratis”, remató el director, nacido el 23 de abril 1954, en Flint.
SEAN PENN Y VENEZUELA
Así las cosas, en medio de la polémica entrevista al narcotraficante Chapo Guzmán Loera, la figura de Sean Penn vuelve a estar en el ojo del huracán al verse involucrado en temas que no son de su propia sociedad.
Amigo de la incorrección política y de tratar de descifrar realidades lejanas más allá de la acotada y siempre visión de lo que conocemos como stablishment (los medios de comunicación del poder de turno), Penn –y eso no se puede negar- ha tratado siempre de mostrar algo de lo que pasa en el mundo a sus compatriotas. Y está dispuesto a pagar el precio por ello.
Todavía se recuerda en Hollywood la vez que el ex novio de la sudafricana Charlize Theron (otra celebridad que no ha dudado en inmiscuirse en cuestiones políticas de su país de origen) se encontró por casualidad en el aeropuerto de Los Ángeles con la venezolana María Conchita Alonso, quien lo increpó violentamente por apoyar a Hugo Chávez.
Alonso se acercó Sean para pedirle una charla privada destinada a discutir sobre los beneficios o desventajas de apoyar al ex Presidente venezolano.
La discusión fue subiendo de tono, hasta que los dos se dirigieron gruesos epítetos. Mientras él la llamó “cerda”, la otra lo nombró “comunista de mierda”.
El enfrentamiento se convirtió en noticia mundial cuando ella lo relató en su cuenta de Twitter.
“Si lo hubiéramos planeado no hubiera resultado como resultó. Pero en ese momento yo sólo quería organizar una reunión con él en un sitio privado”, rememoró Alonso. “El acercamiento empezó tranquilo pero terminó muy agitado porque así son ellos, los comunistas, y así soy yo”, insistió Alonso.
Penn, en tanto, siempre mostró su solidaridad con la Revolución Bolivariana y de hecho llegó a lucir una chamarra con los colores de la bandera venezolana para participar en Cuba de una vigilia pública en pro de la salud de Chávez.
“Hoy los Estados Unidos perdió a un amigo que nunca supo que tenía. Y la gente pobre alrededor del mundo perdió a un campeón. Perdí a un amigo por el que fui bendecido en tener”, escribió cuando murió el mandatario sudamericano.
SEAN PENN Y "EL CHAPO"
Desde la captura de "El Chapo", pero sobre todo desde que la edición estadounidense de la Rolling Stone publicara la entrevista de Sean Penn al narcotraficante más buscado y célebre del mundo, el actor no para de ser trending topic.
Están los que lo critican por la banalidad de sus preguntas, los que mezclan su adhesión a causas de izquierda con una presunta simpatía por el crimen organizado en la figura del líder del Cártel de Sinaloa y no faltan los que admiten que la fascinación por Guzmán Loera y los narcos en general no empieza ni termina en Penn.
Desde hace más de dos décadas, tanto la televisión como el cine, incluida cierta literatura, se ha servido del crimen organizado para mitificar las figuras de los criminales.
Tanto así que en una entrevista reciente a la joven escritora Valeria Luiselli nos contaba que en una conversación mantenida con la prestigiosa periodista Alma Guillermoprieto, ésta le decía que todo lo relacionado con "el Chapo" pierde lógica.
Uno lo ve en la televisión y a menudo se olvida que es un criminal que ha matado a muchísima gente y que por supuesto que debería estar preso. Tal es la fascinación que despierta.
Sean Penn, ganador del Oscar por Mystic River, ama la provocación, la incorrección política y es curioso. Siempre “se moja”, por decirlo así.
Su activismo lo ha llevado continuamente a los titulares de los medios. En 2002 llamaba en un anuncio en The Washington Post al entonces presidente estadounidense George W. Bush a evitar una guerra en Irak. El mismo año voló a Bagdad y visitó un hospital infantil.
Tras el huracán "Katrina", que arrasó Nueva Orleans en 2005, ayudó a rescatar a los supervivientes. Y tras el terremoto de enero de 2010 en Haití prestó ayuda con su organización J/P.
Si él y su “facilitadora”, la actriz mexicana Kate del Castillo, han cometido o no delito al entrevistar a un prófugo de la justicia lo decidirán los tribunales respectivos.
Mientras tanto, hacer centro en lo adecuado de las preguntas o en la pertinencia de una pieza “periodística” publicada en un medio estadounidense, parece ser frente al enorme flagelo de las drogas y de los hilos secretos del máximo poder del mundo que ligan a muchos prominentes hombres de negocios con el crimen organizado, una manera de evitar analizar el problema real, la raíz verdadera de la tragedia que hoy nos consume y nos castiga.