La FAO indica que uno de cada tres habitantes de las montañas en los países en desarrollo se enfrentan al hambre y la malnutrición, en comparación con una de cada nueve personas a nivel mundial.
Ciudad de México, 11 de diciembre (SinEmbargo).– El número de personas con inseguridad alimentaria que vive en las regiones montañosas en los países en desarrollo, entre los que se encuentra México, aumentó a casi 329 millones en 2012, frente a 253 millones en 2000, de acuerdo con un estudio publicado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y la Alianza para las Montañas, en ocasión del Día Internacional de las Montañas que se celebra hoy.
El estudio denominado “Mapeo de la vulnerabilidad de los pueblos de montaña a la inseguridad alimentaria”, señala que el número de personas que sufren inseguridad alimentaria en zonas de montaña se elevó un 30 por ciento.
Esto significa, dice el reporte, que uno de cada tres habitantes de las montañas -tanto urbanos como rurales- en los países en desarrollo se enfrentan al hambre y la malnutrición, en comparación con una de cada nueve personas a nivel mundial.
Ello a pesar de que la población total de las zonas de montaña del mundo se incrementó tan sólo 16 por ciento durante ese mismo período.
En las zonas altas de México, dice la FAO, incluye prácticamente todas las zonas de montaña donde la población cultiva para su autoconsumo.
"Millones de personas que viven en las montañas en las zonas altas del centro de México y América Central, padecen hambre debido a los climas duros y la dificultad del terreno", dice el estudio.
De acuerdo con la FAO, en la región de la montaña aumentan las tasas de mortalidad infantil y materna.
Pero si se analizan sólo las poblaciones rurales de montaña, es decir, que dependen de recursos naturales como la tierra, el agua y los bosques para su sustento, las cifras son aún más dramáticas: casi la mitad de ellos sufre inseguridad alimentaria, añadió el reporte.
Las zonas de montaña cubren 22 por ciento de la superficie terrestre del planeta y son el hogar de 13 por ciento de la población.
Según el informe, 90 por ciento de los habitantes de las montañas vive en países en desarrollo, donde la mayoría depende de la agricultura de subsistencia, trabajando en ecosistemas frágiles que se ven fácilmente afectados por el cambio climático.
“Esto significa para los pueblos de montaña una injusticia lamentable: comunidades con una de las huellas de carbono más pequeños del mundo se encuentran entre los primeros en soportar el peso del cambio climático”, dijo el coordinador de la Secretaría de la Alianza para las Montañas, Thomas Hofer.
“Por ejemplo, las temperaturas más altas permiten que las plagas y enfermedades puedan ascender por las laderas de las montañas. Las malas cosechas y la pérdida de ganado son una realidad creciente”, añadió.
Además, expuso Hofer, una mayor incidencia de tormentas, avalanchas, deslizamientos de tierra e inundaciones de los lagos glaciares están costando vidas y la destrucción de infraestructura, lo que altera el acceso de las comunidades de montaña a carreteras, escuelas, mercados y servicios de salud.
En América Latina y el Caribe, el número total de habitantes de las montañas vulnerables aumentó en 22 por ciento desde más de 39 millones en 2000 a casi 48 millones en 2012.
Sin embargo, la proporción de las poblaciones de montaña vulnerables se mantuvo bastante estable, pasando de 30 a 31 por ciento en 12 años.
El estudio también concluyó que la proporción de personas vulnerables entre las poblaciones de montaña creció de 35 a 41 por ciento entre 2000 y 2012.
En México, la Montaña de Guerrero, es una de las zonas más pobres, donde no sólo los pobladores padecen pobreza, inseguridad y son los más afectados cuando existen desastres naturales como huracanes.
Por ejemplo, alrededor de 16 mil familias de 185 comunidades indígenas de 13 municipios de La Montaña de Guerrero han denunciado el “trato discriminatorio y defraudación descomunal” por parte de los tres niveles de gobierno y empresas privadas en la atención a los daños provocados por las lluvias de la tormenta “Manuel” y el huracán “Ingrid”, que hace más de dos años devastaron esa región.
La devastación que dejó a su paso el huracán “Ingrid” y la tormenta “Manuel” en La Montaña de Guerrero fue aprovechada por “empresas fantasmas” para cometer fraude a las miles de familias damnificadas, acusó Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, en entrevista para SinEmbargo.
Abel Barrera indicó que hay 4 mil 200 viviendas que aún no han sido construidas. La mayoría de las familias damnificadas han reconstruido con palos y lodo las casas que destruyó el huracán.
Algunas familias viven en cobertizos, otras con familiares y a las que mejor les ha ido, les han entregado su casa en obra negra: sin puertas, ni ventanas.
La pobreza ha llevado a los habitantes de las montañas a trabajar para los cárteles de la droga, como lo han revelado diversos reportajes de medios internacionales y este medio digital.
La creciente demanda de heroína por parte del mercado estadounidense, junto a las jugosas ganancias que obtienen los cárteles de la droga al comercializar esta sustancia, la pobreza y la falta de oportunidades en la que viven los agricultores mexicanos, son algunos de los motivos que han llevado a los niños a dedicarse a la cosecha de la amapola, señaló The New York Times en un reportaje publicado en agosto pasado.
Esto ocurre en lugares como Calvario, donde para satisfacer la demanda los niños trabajan en la cosecha de esta flor tanto por necesidad como por conveniencia. “El dinero es demasiado como para hacer caso omiso, y el terreno complicado es más manejable para las personas con cuerpos ligeros”, dijo el Times.
La publicación menciona que en el caso específico de Guerrero, los agricultores están optando cada vez más por cultivar amapolas en lugares ocultos en las laderas de las montañas, como una manera de ganarse la vida.