En recuerdo de Serguéi Mijáilovich Eizenshtéin, “¡Que viva México!” (¿Viste la peli completa?)

11/02/2012 - 12:00 am

Serguei Mijailovich Eisenstein nació en Riga (capital de Letonia) el 23 de enero de 1898 y murió el 11 de febrero de 1948, apenas a los 50 años de edad.

El director de la celebrada El acorazado Potemkin (1925), considerada su obra maestra, tuvo un gran romance con México a partir de 1919, cuando diseñó la escenografía para la puesta en escena de la obra teatral “El mexicano”, de Jack London. Además, la visita de Diego Rivera a Moscú en 1927 había iniciado una relación amistosa entre el pintor mexicano y el cineasta. Revolucionario convencido, Eisenstein deseaba fervientemente conocer el país de la primera revolución del siglo XX.

Animado por el apoyo que le ofreció el escritor el novelista Upton Sinclair, Sinclair, el director inició la producción de ¡Que viva México! (1930-1932) una de las cintas inconclusas más famosas de la historia del cine.

¡Que viva México! era desde su inicio un proyecto muy ambicioso. La cinta consistiría en cuatro episodios: “Sandunga” (una boda indígena en Tehuantepec), “Maguey” (el sacrificio de unos campesinos en una hacienda porfiriana), “Fiesta” (la preparación de un torero para el ruedo) y “Soldadera” (estampas de una mujer revolucionaria). El filme incluiría además un prólogo sobre el México prehispánico y un epílogo con imágenes del Día de Muertos.

El rodaje inició a finales de 1930, de acuerdo con Directores del Cine Mexicano. Un año después, el director había filmado unos 200 mil pies de película y aún no comenzaba a filmarse el cuarto episodio. Siempre perfeccionista, Eisenstein había preferido sacrificar el presupuesto antes que su compromiso estético. Esta situación, aunada a la mala reputación personal que Eisenstein generó ante Sinclair, hicieron que el productor ordenara el cese del rodaje en enero de 1932.

Eisenstein pensaba que podía terminar la película con el material que había filmado y enviado a Los Ángeles. Sin embargo, el disgusto de Sinclair fue tan definitivo que el escritor movió influencias para que Eisenstein no pudiese ingresar de nuevo a Estados Unidos. Adicionalmente, Sinclair se comunicó con Stalin y acusó al director de frívolo y alejado de los principios socialistas. Esta acusación, a la larga, convertiría a Eisenstein en el “ángel caído” de la cultura soviética y tendría repercusiones negativas en sus futuros proyectos.

Pese al boicot de su productor, Eisenstein y sus colegas lograron obtener la visa para reingresar a EU en marzo de 1932. El permiso estaba condicionado, por lo que los soviéticos no pudieron pasar por Hollywood en su camino hacia Nueva York. En abril, Eisenstein logró ver por primera y última vez el material que había filmado en México. Antes de partir, el director y Sinclair acordaron que permitiría a Eisenstein editar el material en Moscú. Grigory Alexandrov se quedó en EU para recibir el material, pero Sinclair se comprometió a enviarlo. Tras el regreso de Alexandrov, el escritor envió los rollos, pero cuando estos llegaron al puerto de Hamburgo ordenó que los regresaran. De esta manera, la obra mexicana de Serguei M. Eisenstein nunca volvió a estar en sus manos.

Eisenstein nunca pudo recuperarse de la tragedia que le significó perder el control sobre ¡Que viva México! Enfermo y deprimido, el cineasta se encerró por una temporada y aunque retornó al cine para filmar dos obras maestras más, Alexander Nevsky (1938) y la primera parte de Iván el Terrible (1943-1945), su ánimo nunca pudo recuperarse. Rechazado por el régimen stalinista, el cineasta falleció sin haber visto finalizada la segunda parte de Iván el Terrible y sin haber podido realizar su ambicioso proyecto sobre el país de la primera revolución del siglo XX.

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