Ciudad de México, 26 de febrero (SinEmbargo).- El ex consejero presidente del extinto Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg Karakowsy, afirmó que México vive momentos de importante rechazo y hartazgo social que han desembocado en manifestaciones políticas que son “una esperanza, una corriente de aire fresco y pueden y deben ser el combustible para cambios importantes”.
En el marco del Foro ¿Sabes quiénes te quieren representar?, José Woldenberg mencionó que “esa emoción que ha puesto en acto a miles y miles que los cohesionan en un estremecimiento contra la barbarie y la ilegalidad y el abuso”; sin embargo explicó que las manifestaciones pacíficas también pueden diluir su impacto en dos fenómenos que también están presentes: la violencia y la antipolítica.
En ese aspecto dijo que “las manifestaciones deben servir para que crímenes como Ayotzinapa y Tlatlaya no vuelvan a repetirse […], para engrosar el compromiso con la vigencia plena con los derechos humanos”.
Durante su ponencia “Una pequeña exigencia para remodelar las relaciones entre electores y candidatos, señaló que la violencia la violencia tiene efectos como la pérdida de materiales y son el anuncio de agresiones; que se confundan las movilizaciones cívicas pacíficas y se incremente el espiral de violencia legitimando así la intervención de la fuerza pública, y la expresión ilícita de violencia como las de los autollamados anarquistas o quienes se han pensado en una transformación revolucionaria en Guerrero que es sinónimo de destrucción, intimidación y muerte.
El ex consejero agregó que el discurso antipolítico no es privativo de México ni –como dice Andreas Schedler- supone darle la espalda a la sino irrumpir en ella con una arenga simplificadora que construye dos bandos escindidos e irreconciliables: los políticos y los ciudadanos.
Ante esta situación y en un intento de ofrecer un horizonte tentativo a la crisis actual, desde el Instituto de Estudios para la Transición Democrática propusieron siete líneas de trabajo y eventuales compromisos fortalecer la imprescindible conversación pública.
- Colocar a los derechos humanos en el centro.
- Fortalecer las políticas encaminadas a la atención a las víctimas.
- Discutir para rehabilitar al poder municipal
- Debatir para reformar el poder judicial
- Abrir el campo de visión y reconocer que la pobreza y la desigualdad son un caldo de cultivo para muy diversas patologías sociales.
- Diseñar una ruta para la construcción de un Estado de derecho digno de tal nombre
- Fórmulas para aprender de las crisis simultaneas de representatividad administrativa y de gobierno.