Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo).– La desvinculación del salario mínimo como referente para determinar las multas y el precio de algunos productos no ayudará en nada a mejorar los ingresos de los trabajadores, pues sus percepciones vienen arrastrando tres décadas de pérdida de poder adquisitivo, coincidieron expertos del sector laboral.
La semana pasada, durante el anuncio de las 10 medidas para fortalecer el Estado de Derecho, el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, anunció su iniciativa para desvincular el salario mínimo de los usos que se le han impuesto, como fijar los parámetros de las multas en el país.
"Con esta medida se busca que México pueda tener un debate serio y amplio sobre las medidas que permitan elevar el ingreso de los mexicanos", afirmó.
Por su parte, el 28 de noviembre pasado, el Jefe del Gobierno del Distrito Federal (GDF), Miguel Ángel Mancera Espinosa, promulgó la Ley de Unidad de Cuenta de la Ciudad de México para desvincular el mínimo del pago de multas, referencias y tasas.
Sin embargo, académicos y consultores aseguran que estos anuncios de nada servirán para mejorar los ingresos de los trabajadores, pues aunque el salario mínimo aumente de 67 pesos a un promedio de 82 pesos, aún seguirá siendo insuficiente para que quienes tienen los ingresos más bajos puedan tener acceso a la canasta básica.
Cálculos de académicos plantean que para poder adquirir la canasta básica de 28 alimentos, el salario mínimo tendría que aumentar a niveles de 80 pesos anuales durante una década, ya que el de México es de los más bajos en América Latina.
En 2011, su monto mensual en dólares (112) fue similar al de Nicaragua y Bolivia (117), y era equivalente a tan solo la tercera parte del de Brasil, Chile, Uruguay o Ecuador.
El Informe Mundial de Salarios de Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó que en México el salario mínimo está por debajo de los niveles del mercado, aun para los trabajadores no calificados. Además de que es el único país, al final de la década pasada, en el que su valor fue menor al del umbral de pobreza per cápita.
EL MÍNIMO Y LA PRODUCTIVIDAD
Marco Durán, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aseguró que ahora lo que tendrán que hacer gobierno y empresarios es fijar nuevos parámetros para determinar los incrementos salariales.
A juicio del investigador, la productividad se perfila como el indicador que se utilizará para fijar los incrementos salariales, lo que prácticamente dejaría al trabajador en las mismas condiciones, pues en el país se carece de los elementos necesarios para que un empleado sea más productivo.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), con base en los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), estima que la productividad total en el país cayó 23.8 por ciento entre el punto más alto que alcanzó en 1980.
Tres elementos que ayudan a elevar la productividad, de acuerdo con el investigador de la UNAM, son la educación, la tecnología y la inversión.
En el caso del primero punto, enumeró que la educación promedio en el país es de siete años; en cuanto a la tecnología, consideró que trabajadores de países como Estados Unidos son más productivos porque en casos tan específicos, como la Internet, las empresas tienen una velocidad de 15 megas, mientras que en México la velocidad promedio es de 3 megas.
“Las personas que son dueñas de la tecnología no son eficientes y el gobierno no los obliga a proporcionarla”, dijo.
En el caso de la inversión, expuso, el empresario mexicano no invierte, mientras que el 80 por ciento del gasto del gobierno es gasto corriente; es decir, se va en pagar sueldos y gastos de los funcionarios, lo que de entrada muestra la inadecuada aplicación del presupuesto.
“Estamos haciendo carreteras y aeropuertos, cuando lo que necesitamos son mejores sueldos”, dijo.
“Nos dicen que vamos a tener servicios de primera, pero salarios de tercera. Entonces, ¿cómo vas a pagar un sistema de cable más rápido con estos salarios? Primero se tiene que elevar el salario de los trabajadores y que haya mayor productividad", expresó el catedrático de la UNAM.
Por otro lado, explicó, en el caso de los sectores que sí han logrado incrementar su productividad, los salarios han permanecido estancados y puso como ejemplo al sector manufactura, que ha subido su productividad entre 300 y 400 por ciento, mientras que los salarios promedio han subido 21 por ciento.
En la industria automotriz, un trabajador de línea, que está directamente relacionado con la producción de autos, gana en México 4.79 dólares la hora, mientras que en Estados Unidos alguien que realiza la misma función obtiene 28 dólares por hora, y en Alemania, por ese misma actividad, el obrero gana 42 dólares la hora.
“El problema en nuestro país –como en la Ciudad de México– es que en el gobierno y en no pocas empresas se carece de las herramientas y las metodologías para monitorear y medir el desempeño de cada trabajador o burócrata”, coincidió Carlos Palencia Escalante, de Consultoría Estratégica & Outsourcing.
Expresó que luego de los anuncios realizados por el Peña Nieto y por Mancera Espinosa empiezan a surgir preguntas como: “¿Si una mayor retribución salarial no se hace por productividad, que ocurrirá́?, ¿qué costos de productos y servicios se incrementarán?, ¿se ha calculado económica y políticamente si los sindicatos pedirán ajustes para los que ganan más de un salario?, ¿como incrementará el gobierno su productividad, si se insiste en democratizarla? En estos momentos hay, sin duda, muy pocas respuestas para muchas preguntas”, concluyó.