Ciudad de México, 29 de octubre (SinEmbargo).- Aunque debutó por todo lo alto en el derbi entre el Real Madrid y el Barcelona, el polémico delantero uruguayo Luis Suárez debió asimilar una derrota contundente de 3-1 en el estadio Santiago Bernabéu.
"Me sentí muy bien. Se dio todo como lo venía entrenando en la semana. La decisión la tomó el entrenador, pero sabía que yo estaba a disposición y físicamente en condiciones para jugar", dijo.
En una entrevista televisiva, el oriundo de Salto, de 27 años, admitió haberse enterado de la noticia de su titularidad una hora y media antes del inicio del partido y se mostró dolido por no haber podido conseguir un resultado mejor en la capital española.
Tiene ganas, eso sí, de hacer las cosas bien. De no volver a morder a sus rivales, de no llamar negros en forma despectiva a los jugadores negros y ni siquiera protestar (o ladrar) en el campo de juego, para sacarse de encima la fama de difícil, polémico y controvertido que lo persigue.
"Suárez ha estado bien, con bastante ritmo, mucho más de lo que me esperaba. Para nosotros es un jugador muy importante. Él conoce todos los mecanismos ya que lleva con nosotros desde el inicio. El hecho de que estuvo tanto tiempo sin jugar podía penalizarle la última media hora y así ha sido, que lo hemos quitado en ese momento", afirmó el entrenador Luis Enrique.
CROSSING THE LINE, MY STORY
Lo que también posee el jugador charrúa es una serie de pretextos para cada uno de los actos ignominiosos que protagonizó en las canchas.
No acepta, por ejemplo, que es racista y lamenta mucho que el episodio acontecido el 15 de octubre del 2011 -cuando jugaba en la Premier League con la camiseta roja del Liverpool-, por el que fuera suspendido durante ocho fechas, lo vaya a perseguir de por vida.
Así lo narra en un libro titulado Crossing the line, My Story, una biografía temprana a cargo de Simon Hattenstone, periodista de The Guardian, que aparecerá en inglés el próximo 6 de noviembre.
“No soy racista”, asegura una y otra vez cuando la escritura evoca el día en que profirió insultos presuntamente racistas al jugador francés Patrice Evra, del Manchester United.
“Él empezó a discutir conmigo en español y recuerdo que más allá de que me llamó sudamericano no pude entender más de lo que decía. Evra vino en un córner a preguntarme por qué lo había golpeado, algo totalmente hipócrita cuando un defensa se pasa todo el partido golpeando”, dice el atacante.
“No usé negro en el sentido que tiene en inglés... Es evidente que no pretendía ser gentil y amable con Evra al decirle eso, pero no fue un ataque racista. Mi mujer a veces me llama negro y mi abuela llamaba siempre negrito a mi abuelo”, se excusa Suárez.
“Nunca le pedí perdón porque sentía que no había hecho nada malo, pero no habría tenido ningún problema en darle la mano cuando nos volvimos a encontrar. Recuerdo que Evra iba dándole la mano a todos mis compañeros en la fila hasta que llegué yo y la bajó", se lamenta el jugador.
YA NO MORDERÁ NUNCA MÁS
Salvo que se lime los dientes frontales, la fama de mordelón no se le pasará así nomás, sobre todo luego de que eliminara de un mordisco las ilusiones mundialistas de La Celeste en Brasil 2014, al clavarle los incisivos al defensor italiano Giorgio Chiellini.
“Hay gente que tiene diferentes maneras de defenderse. En mi caso, mi forma de expresar la impotencia fue esa. En otros casos, hay otros jugadores que reaccionan quebrándole la pierna a alguien, quebrándole la nariz a alguien o haciéndole un tajo en la cara. Esas cosas son peores. Pero que los mordiscos están mal vistos, eso lo entiendo", reconoce Luis Suárez.
"Fue difícil de aceptar, pero uno es consciente de que cuando se equivoca debe pedir perdón”, afirma en el libro de Hattenstone al hacer referencia a la dura –y probablemente desmesurada- sanción de la FIFA que lo dejó afuera del Mundial y que le impidió debutar en fecha con la escuadra catalana.
“Sentí que había arruinado mi carrera. Al principio no quería saber nada de nadie, me encerré con mi familia, aunque luego reflexioné, pedí perdón y me sentí liberado", explicó en una entrevista emitida por la cadena TV3 y recogida por la agencia dpa.
Suárez temió que tras su mordisco el Barcelona renunciara a su contratación. "Tuve miedo de que se echasen atrás por toda la repercusión que tuvo el incidente. Era consciente de que podía pasar eso", explicó.
“En cuanto Pere Guardiola (su representante) me llamó para decirme que estaba hecho, me eché a llorar, por la situación que estaba viviendo y por el respaldo que me estaba ofreciendo el Barça. Me sentí feliz por el compromiso que el club demostró conmigo", afirmó.
"Si tengo la posibilidad de retirarme acá, en el Barça, sería la carrera perfecta", reconoció.