Ginebra, 22 sep (EFE).- El número de kurdos de Siria que han atravesado la frontera turca para huir del avance de los yihadistas del Estado Islámico (EI) en su país ya ha alcanzado los 100.000, anunció hoy el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
"El gobierno turco ha confirmado que el número de kurdos sirios ya ha alcanzado los 100.000", afirmó Melissa Fleming, portavoz del ACNUR.
Los refugiados, en gran parte mujeres y niños, llegan principalmente a la provincia turca de Sanliurfa.
No obstante, esta misma mañana esta cifra fue revisada al alza por el gobierno turco, que afirma que los recién llegados ya superan los 130.000.
El encargado de dar las cifras fue el viceprimer ministro de Turquía, Numan Kurtulmus, quien dijo que su país se prepara para la llegada de más refugiados kurdos, ya que unas 450.000 personas viven en la región alrededor de la ciudad de Kobani.
Kobani es uno de los principales enclaves kurdos en Siria y desde el pasado martes es objeto de una ofensiva de los yihadistas, que han tomado el control de más de 60 localidades de sus alrededores.
Ayer, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos dijo que al menos 150.000 kurdos habían huido de la zona de Kobani, y denunció que se desconoce el paradero de unos 800 ciudadanos de esas poblaciones y no descartó que hayan sido asesinados o secuestrados por los radicales.
El EI proclamó un califato en Irak y Siria a finales de junio.
Por la dura oposición que muestran los kurdos, tanto en el territorio sirio como el iraquí, se han convertido en una de las bestias negras de los extremistas suníes.
Los kurdos sirios se concentran, sobre todo, en la provincia de Al Hasaka (noreste) y en las regiones de Afrin y Kobani, también conocida como Ain Arab, así como en Alepo, y suponen el 9 por ciento de la población.
Los kurdos en el sur de Turquía y el norte de Siria han mantenido siempre una estrecha relación a través de una frontera que solía ser porosa, pero que ahora ha sido reforzada e impermeabilizada por las autoridades turcas, un gesto que los kurdos consideran hostil porque aisla a sus comunidades en Siria. EFE