Sinaloa fue durante un tiempo el peor lugar para las mujeres mexicanas para vivir y morir. El caso de la activista Sandra Luz Hernández, asesinada mientras buscaba a su hijo desaparecido, trajo a la memoria la situación de esta entidad que hasta los últimos años no figuraba en el mapa del feminicidio. Sin embargo desde 2009, el estado no ha registrado tasas por debajo de la considerada como “alta”, sino que desde 2010 sus estadísticas de homicidios contra mujeres adultas, adolescentes e incluso niñas se han colocado entre las muy altas.
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Ciudad de México, 16 de mayo (SinEmbargo).– El 12 de febrero de 2012 a Sandra Luz Hernández le arrebataron parte de su vida.
Ese día, un grupo de hombres entraron en estampida en su casa, en la colonia Progreso, en Culiacán, y se llevaron a rastras a su hijo Édgar García, de 25 años de edad y empleado de la Procuraduría General de Justicia de Sinaloa, según ha reportado el diario Noroeste.
Lo que le quedó de alma a Sandra Luz se ocupó de buscar a su hijo. Marchó, gritó, levantó mantas, se reunió con autoridades y se unió a un grupo de mujeres a las que, como a ella, sus hijos les fueron arrebatados.
Sandra Luz vivió el tercer Día de las Madres sin certeza de la vida o muerte de Édgar.
El 11 de mayo, la madre recibió una llamada. Alguien aseguraba conocer a alguien que, a su vez, sabía del destino de su hijo.
Tres días después, el 14 de mayo por la mañana, Sandra Luz se reunió con funcionarios de la Procuraduría. Salió del lugar y se dirigió al Ayuntamiento de Culiacán, donde estaba cuando recibió otra llamada relacionada con la del domingo anterior y la citaron en la colonia Benito Juárez.
Sandra Luz subió a un camión del transporte público acompañada de otra activista. Descendieron y caminaron por la calle 20 de Septiembre. Ahí, luego de ver a las autoridades encargadas precisamente de garantizar la justicia, un hombre se le acercó y le disparó en la cabeza.
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Sandra Luz es una mujer que, sin vida, puede aspirar no quedar en el olvido. No así las decenas de muertas en un estado que se ha obstinado en asesinarlas.
De acuerdo con criterios de organizaciones académicas internacionales, cuando en un sitio existen a lo largo de un año tres o más homicidios intencionales de mujeres por cada 100 mil mujeres ahí residentes ese lugar sufre una “alta” tasa de feminicidios. Cuando el número es superior a seis la tasa es considerada como “muy alta”.
En febrero de 2012, Small Arms Survey publicó el informe Feminicidio: Un Problema Global revelando que entre 2004 y 2009 alrededor de 66 mil mujeres murieron cada año como consecuencia de los maltratos de hombres.
El proyecto Small Arms Survey –Estudio de las Armas Ligeras– es una iniciativa independiente del Instituto de Graduados de Estudios Internacionales y de Desarrollo con sede en Ginebra, Suiza. Es un monitor de primera importancia sobre armas ligeras –pistolas, fusiles de asalto, metralletas y lanzamisiles a hombro– y las consecuencias sociales de su uso.
En informe analizó la situación en 25 países de todas las regiones con base en una tasa hecha a partir del número de asesinatos intencionales de mujeres por cada 100 mil mujeres habitantes en el sitio y en que ocurrió el evento dentro del periodo de estudio.
Ese modelo de tasa es el mismo empleado por los demógrafos que apoyaron a SinEmbargo en la elaboración de la medición presentada en los reportajes de esta serie, así que permite la comparación entre municipios con estados y de estos con países.
Su investigación analizó los datos de homicidios de mujeres a nivel mundial del 2004 al 2009 y coloca en el primer puesto de la lista de los países misóginos a El Salvador, donde se registraron 12 homicidios por cada 100 mil mujeres en promedio anual.
Como se puede observar en el siguiente cuadro, Sinaloa y sus tres principales ciudades –Culiacán, Mazatlán y Ahome– ha sido un mal sitio para las mujeres al menos desde 1990, año en que se inicia el registro de este trabajo periodístico.
Si en 2010 habitaban en Sinaloa 1 millón 391 mil 560 mujeres significa que, en función de la tasa feminicida de ese año, fueron asesinadas alrededor de 110 mujeres.
Como se observa, históricamente el estado del noroeste ha tendido al asesinato de sus mujeres. Desde 2009, ningún año el estado de Sinaloa ha registrado tasas por debajo de la considerada como “alta” y en dos de esos años, 2010 y 2011, los números son considerados más que muy altos.
El período más crítico ha ocurrido durante los gobiernos estatales del priista Juan Jesús Padilla y de Mario López Valdez, también priista pero postulado por una alianza del Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Los anteriores episodios de violencia letal contra ella coinciden con los mandatos de Francisco Labastida Ochoa, quien luego sería candidato a la Presidencia de la República, y de Juan S. Millán.
Culiacán ha vivido desde que el narco mexicano nació muy cerca de ahí, en Badiraguato, distintas rachas de violencia. La última está claramente marcada por la guerra de los cárteles iniciada con la estrategia antidrogas del ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Sólo en 11 de los 23 años analizados, menos de la mitad, la capital sinaloense no ha tenido superiores a la considerada como “alta”, mientras que en los últimos cuatro años la misoginia extrema ha sido “muy alta”.
En 2010, Culiacán se acercó a la situación de El Salvador.
La situación ha ocurrido durante la responsabilidad de varios Alcaldes, todos priistas y todos varones: Jesús Vizcarra, Francisco Castañeda, David Ibarra, Héctor Melesio Cuén, José Manuel Osuna Lizárraga y Moisés Aarón Rivas.
Vizcarra, Presidente Municipal en el peor momento, es uno de los empresarios más ricos de Sinaloa y se le ha exhibido en una fotografía acompañado de Ismael El Mayo Zambada, líder libre del Cártel de Sinaloa.
Ha sido similar en Mazatlán, que muestra un sensible descenso –será interesante ver que pasa luego de que Joaquín Guzmán Loera, líder preso del Cártel de Sinaloa, ya no vive ahí– y Ahome, que puede presumir dos años consecutivos [1996 y 1997] sin un solo caso.
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Para observar con más detalle el fenómeno de los asesinatos de mujeres, se produjo la tasa antes explicada para cada uno de los 17 grupos de edad en que los especialistas en estadísticas vitales segmentan a la población, un conjunto por quinquenio.
Sinaloa cerró 2010 con tasas “altas” en niñas menores de cinco años y con el indicador “muy alto” en ancianas de entre 75 y 79 años de edad y mayores de 85. Sólo en cuatro de los 17 grupos de edad la cifra no alcanzó el carácter de “alto”.
La muerte violenta se acendró en mujeres jóvenes: entre las adolescentes de 15 años y las señoras de 49, todas las tasas son “muy” altas. Esta situación es reiterativa en 2011 y muy similar en 2009 y 2012.
Sandra Luz Hernández perdió el resto de la vida que le quedaba a los 50 años de edad.
Se subraya que el varias ocasiones el número en Sinaloa sobrepasó los 12 puntos ejemplares de El Salvador como el peor lugar de las mujeres para vivir y para morir. *